«Este tiempo es para muchos el fin de algo, para nosotros es una oportunidad de empezar un tiempo nuevo, la pregunta sería: ¿Qué tipo de mundo deseas y esperas?» – con estas palabras, el padre Luis Sarmiento, Vicario de la Comisión de Vida y Familia, reflexiona acerca de la dura realidad que nos interpela como seres humanos, como cristianos, y como Iglesia:
Volver a lo de antes
Padre Luis Sarmiento – Vicario de la Comisión de Vida y Familia
Esta pandemia, un problema de marca mundial, es oportunidad que ha generado cambios en todos los ámbitos y niveles, y que nos ha hecho descubrir o despertar lo que estaba escondido: nuestro cielo está más limpio, hemos ejercido nuestra solidaridad con el que la sufre, ahora somos más sensible a esta realidad, hemos aprendido a ponernos en los zapatos del otro. Esta emergencia sanitaria es un punto de quiebre para volver a aprender a vivir con los otros, nuestras economías no van a ser las mismas (por lo menos de muchos) y nuestro apoyo no acaba con el aislamiento. Es cierto, queremos volver a la normalidad, pero la pregunta será: ¿Volver a qué? parece ser una constante interrogante, y fácil sería pensar en volver a lo de siempre.
Volver a vivir, volver con los otros
Los discípulos parten de Jerusalén para ir decepcionados, desconcertados y golpeados a Emaús ¿para qué?, parece que cuando las esperanzas se fueron y el dolor gana espacio; cuando se desvanece la motivación no queda otra cosa que volver a lo mismo. Es cierto que los caminantes a Emaús solo piensan en volver a lo de antes porque tienen un duelo que no les permite reconocer al Resucitado, pero Jesús hace la diferencia, se hace el encontradizo en medio de su rutinaria cotidianidad, para darle a la información que estos discípulos manejan la luz de la Palabra y recuperar lo que perdieron, y lo que les quitaron, para recuperar la fe, para volver a vivir, y sobre todo, volver con los otros. Esto nunca significará volver a lo mismo.
Los discípulos no vuelven a lo de antes porque estén obligados, sino porque es en las situaciones propias del día a día donde se da la presencia del Señor, Él es el compañero de camino, es en la mesa de los amigos donde es reconocido, en el pan que se parte y reparte y con el corazón ardiendo, y donde los miedos y decepciones son puestos de lado. Los discípulos interrumpen el camino que va a Emaús, para no volver a lo de antes, para contagiar con su experiencia de volver a vivir.
No volveremos a lo mismo, porque esta pandemia, que es una especie de examen de fin de curso, ha puesto en evidencia que en algunas materias hemos reprobado, con la ecología, con los demás, y también con el mismo Dios.
Hemos creído que lo único que importa es ganar más, tener más poder, hemos defendido la vida y a la vez permitido situaciones injustas (que recaían en contra de algunas otras vidas) hemos vivido en familia, pero ahora que muchos físicamente estamos distanciados descubrimos recién su auténtico valor.
Éste tiempo se ha convertido en un nuevo comienzo para valorar la unión, no de conceptos sino de corazones, de actitudes solidarias, de desprendimientos, de oración en familia, de salir de la zona de confort; tiempo para empezar a dirigir la mirada a Dios, a lo necesario, y aquello que hemos dejado en el camino, hemos redescubierto que la vida de cada ser humano es de Dios y que se respeta y también se ama.
No se vuelve a lo mismo desde que los discípulos llegan a reconocer a Jesús Resucitado, y por eso, han sido capaces de buscar a los que, por el dolor y la ira, dejaron. Es tiempo de Pascua y estamos aprendiendo que es posible recuperar muchas cosas, hemos mantenido nuestra fe y hemos entendido que nuestro hogar también es lugar de la Iglesia, tenemos viva la esperanza y una fe que se ha traducido en gestos de amor y solidaridad. Es posible recuperar y marcar un nuevo tiempo en que el mismo Señor nos ha preparado, en medio de este distanciamiento que todavía se mantiene, para convertir nuestro mundo en algo mejor.
El Señor hace las cosas nuevas. Este tiempo es para muchos el fin de algo, para nosotros es un tiempo para empezar uno nuevo, la pregunta sería: ¿qué tipo de mundo deseas y esperas? Solo tienes que dar una respuesta que te ponga en camino.