La Municipalidad de Miraflores inauguró un monumento en honor a Magdalena Truel, heroína peruana de la Segunda Guerra Mundial quien vivió en Miraflores. El acto se realizó en el parque Yithzak Rabin y fue presidido por el alcalde Luis Molina. También estuvieron presentes el Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, el periodista Hugo Coya, escritor del libro “Estación final”; Carmela de Orbegoso; vecina integrante de la Asociación de Damas del Bicentenario; Dafna Yoran, hija de la escultora de la obra Varda Yoran; el embajador de Israel, Asaf Ichlevich; y el embajador de Francia, Marc Giacomini entre otros invitados.
El monumento nos presenta a una joven mujer sin rasgos definidos. En sus manos se ubica una pluma gigante que representa su lucha en las filas de la resistencia francesa. El pedestal se compone por una pila de libros. En el piso del entorno, la artista ha querido representar a través de las huellas en el piso las vidas de las personas que Magdalena salvó. Su altura aproximada es de 2. 5 metros.
Durante su intervención, Monseñor Castillo destacó el testimonio de servicio y entrega generosa de Madeleine Truel: «Ella, viendo la terrible tragedia de los niños y de todos los hebreros en Francia, supo comprender hondamente que se trataba de ayudar, de salvar vidas y, por lo tanto, de dejarse llevar por ese mismo Dios que ella vivía en su fe cristiana católica, pero que, a su vez, estaba presente en todos los que sufrían. Usando el ingenio, la inspiración de quien sabe colocarse en la situación del otro, inventó su forma de salvar con ese lapicero que se muestra en este monumento, y con esa genialidad de saber dibujar partidas de nacimiento y pasaportes que pudieran liberar», expresó el prelado.
Madelenine supo rehacer su forma de ser cristiana manteniendo costumbres elementales, el Rosario y la Biblia, pero simultáneamente, respondiendo con creatividad para salvar la vida de muchos niños hebreos. Esa es la creatividad que necesitamos todos los cristianos para enfrentar un mundo que desconocemos y se está cayendo a pedazos, y que necesita de nuestra inventiva, de nuestro corazón capaz de reconocer lo bueno de los demás.
El Arzobispo de Lima aseguró que el monumento de Madeleine Truel debe ser un gesto de inspiración para que todos podamos desarrollar la misma capacidad que ella tuvo para bendecir, dar felicidad y servir a los demás entregando la vida: «Padre bueno, te pedimos bendigas este signo que nos llevará también a propagar bendición, como la bendición que hizo posible Magdalena Truel en esos pasos que constituyen parte del monumento, en donde están confundidos los pasos de los niños con los pasos de Magdalena, y en un momento se detienen los pasos de ella para dejar marchar los pasos de los niños que salvó».