Misa Crismal 2023: "Ungidos para inspirar y generar hermandad"

Más de 300 sacerdotes acudieron a la Basílica Catedral de Lima para participar de la tradicional Misa Crismal, presidida por el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. También se hizo presente el Nuncio Apostólico de Su Santidad, Monseñor Paolo Rocco Gualtieri; los obispos auxiliares de Lima, el obispo emérito de Chachapoyas, Monseñor Emiliano Cisneros, el Clero de Lima y el Pueblo de Dios.

En su homilía, Monseñor Castillo afirmó que la renovación de las promesas sacerdotales nos recuerda que somos ungidos en Jesús para aprender a identificarlo en la historia de nuestros problemas, especialmente, en los más pobres y marginados: «Todos los cristianos, pero, sobre todo, los consagrados y los ungidos por el Espíritu Santo con el crisma, estamos llamados a ejercer nuestro ministerio como sacerdotes, profetas y reyes, pero de un modo particular: procurando el hermanamiento, no el des-hermanando, no polarizando,  sino suscitando un cuestionamiento de actitudes de fondo que permitan pensar en recapacitar y rectificar caminos equivocados, que permita una conversión personal y social de cada persona y comunidad humana», dijo el prelado.

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«Jesús introdujo, por su Espíritu, el principio de “gracia gratuita” para que los cristianos afrontáramos, desde nuestra fe, el tiempo y la historia que nos toca vivir, siendo Él la gracia gratuita que nos invita a renovarla y acogerla, viviéndola en cada tiempo, en cada hoy y en cada lugar, de diversos modos, pero bajo el principio del don, la gracia sin medida que viene del Espíritu», reflexionó el prelado.

El gran tiempo o “año de gracia del Señor” que Jesús inaugura, por el Espíritu que Jesús nos trae, continúa hoy en esta actualización para nuestro tiempo. Lo hemos propuesto como lema para la Iglesia de Lima: «Hermanos y solidarios, forjemos la paz».

El Primado del Perú explicó que la forja de la paz no ocurre, «sino a través de un proceso de hermanamiento y un encuentro durable y estable». Para ello, necesitamos reconocer que somos hijos y que hemos recibido la gracia del Padre, es decir, que somos hermanadores.

Sacerdotes generadores de hermandad.

Dirigiéndose a todo el Clero de Lima presente, el arzobispo Carlos Castillo manifestó que «estamos llamados, convocados, en este tiempo difícil, a ser sacerdotes generadores de hermandad. Nuestro ser sacerdotes cristianos nos sitúa como hermanos que tienen la misión de hermanar, presidiendo, santificando y comunicando la Palabra en la misión de hermanar».

Somos llamados a servir a la trágica situación que vive nuestro pueblo, tomando la orientación y la dirección del proceso humano de hermanamiento estable y durable que necesitan los peruanos, asumiendo consciente y responsablemente la forja de la pacificación del país para ayudar a superar cualquier tipo de violentismo, venga de donde venga.

En otro momento, el obispo de Lima agradeció toda la acción solidaria desplegada en las parroquias de nuestra Arquidiócesis para brindar ayuda humanitaria a las familias afectadas por los huaycos. «Esta iniciativa se convierte en punto de partida excelente para un camino a largo plazo, que debe, quizás, estabilizar relaciones de hermanamiento que todavía hemos de forjar para que haya paz en el Perú», recalcó.

Pero el prelado también advirtió que el trabajo solidario y comunitario no debe quedar en una anécdota, por el contrario, tiene que «generar una forma estable que de fruto humano, social, ético y espiritual en nuestra sociedad, basados en la fuerza de la fe que todos tenemos y compartimos. Y así, desarrollar un proceso  más amplio de hermanación inter-comunitaria, inter-parroquial, inter-institucional,  inter-comunitaria,  inter-provincial, inter-diocesana,  como signo de la esperanza que tenemos los peruanos», apuntó.

Aprender a guiarnos por Jesús, escondido en la historia.

Haciendo eco de las palabras del Papa Francisco, Monseñor Castillo recordó que debemos «alejarnos de la concepción funcionaria de sacerdotes de corte, donde única y exclusivamente, repetimos las cosas y no nos guiamos por Jesús, escondido en la historia».

Nuestra unción crismal está desafiada a responder, desde la identidad de la misión de ungidos sacerdotales, una nueva inspiración. Uno es sacerdote, pero se va haciendo sacerdote y presbiterio en cada circunstancia, poco a poco, afrontando diversas circunstancias y desafíos. Y esto requiere replantearse completamente la vida ante la historia cambiante, desafiante, interpeladora y exigente.

«Nosotros no hacemos agitación política, partidaria, gestión económica, acciones gubernativas, negocios de diverso tipo… en nuestra Iglesia, eso es tarea  del laicado – aseguró Monseñor Castillo – «Lo propio sacerdotal, ordenado, es anunciar el Evangelio con oportunidad, dar a reconocer la verdad del amor en todo tiempo, llamando a vivir actitudes humanas profundas y renovadas por el amor gratuito de Dios», acotó.

El gran año de la sinodalidad.

El arzobispo de Lima se refirió a los diferentes problemas, preocupaciones y necesidades que surgen en la vida de la Iglesia, temas que requieren se tratados en comunidad y sinodalmente: «El Papa, que es un gran padre espiritual, ha invitado a la sinodalidad en todos los aspectos de la Iglesia, y existen modos comunitarios y solidarios que necesitamos asumir cotidianamente y temas acuciantes que agregar. Y es que los sacerdotes tenemos el mismo problema de nuestro pueblo: nos es difícil tratar y conversar las cosas, mirarlas cara a cara, como dice el Papa, afrontar esa tendencia que tenemos a encubrir, a maquillarnos. Por eso, es preciso entrar a mirarnos de frente y con los problemas delante», insistió.

Sabiendo que nuestra misión, como sacerdotes, será hermanar y orientar al hermanamiento durable y estable, les propongo hacer una agenda de temas que vayamos conversando y debatiendo con amistad y calidad.

Monseñor Castillo adelantó que empezarán las visitas pastorales a cada parroquia con un carácter sinodal: «Convocaremos en cada parroquia a la asamblea pastoral abierta con todos los fieles que quieran participar con la presencia de los obispos. Y cerraremos así, el quinto año de nuestra misión en esta diócesis de Lima, con las indicaciones dadas por el Sínodo de Roma en octubre del presente año, con una asamblea sinodal en enero del 2024, lo que nos prepara para las decisiones finales que se tomarán en octubre del 2024, en la segunda sesión del Sínodo sobre sinodalidad», anunció.