Mons. Castillo: "Anunciadores y testigos de la luz del Señor"

En el III domingo de Adviento, Monseñor Carlos Castillo reflexionó sobre la figura profética de Juan el Bautista, que supo anunciar con su vida la llegada del Señor. Nuestro arzobispo aseguró que todos estamos llamados a ser «esa voz que grita en el desierto», testigos de la luz en medio de la oscuridad, comunicando abiertamente nuestra fe en amistad con todos los pueblos, sin generar divisiones ni enconos.

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El Evangelio de hoy (Juan 1,6-8.19-28) nos habla de la misión que tiene Juan Bautista como profeta enviado por Dios para «dar testimonio de la luz». En ese sentido, el arzobispo de Lima explicó que ser testigo de la luz significa anunciar que Dios es amor, constancia, paternidad y cariño.

El Monseñor sostuvo que, a veces, los cristianos caemos en el error de auto-denominarnos «iluminados» o «iluminadores», de tal manera que nos «apropiamos» de Jesús para crear una división entre «pecadores» y «puros». Esto sucede cuando no tenemos una «actitud activa de comunicar la fe», pero el Señor «viene a corregirnos y a decirnos que la luz es Él, y nosotros estamos a su servicio porque somos solamente testigos», dijo el Prelado.

Dar testimonio del amor en la historia

La Liturgia de hoy, por lo tanto, nos invita a seguir el ejemplo de Juan Bautista, un hombre trejo y firme que, con delicadeza y buen trato, se dispuso a anunciar el Evangelio de Jesús sin desmayo.

«El Papa ha dicho esta mañana que en el mundo existe mucha gente interesante y valiosa que quiere ir por el lado recto, que no quiere entrar en guerras ni ambiciones. Esas personas nos enseñan un camino muy similar al de Juan. Pueden no ser cristianos, pero saben que están para ayudar y evitar que se produzca mayor encono y tensión», recalcó el obispo.

La fe cristiana es para dar testimonio de la luz, y esa luz nos interpela a dar testimonio del amor en la historia, incluso, a costa de nuestra vida. Eso es lo que pasó con Jesús y Juan, que dieron sus vidas con tal de dejar un signo indeleble de que la Paz resuelve las cosas.

A vísperas de celebrar el Día Internacional del Migrante, nuestro arzobispo Carlos Castillo recordó que el Niño Jesús también fue un migrante que nació entre los últimos y marginados del planeta, lo que nos exhorta a vivir el amor universal sin discriminar ni menospreciar a nadie. «La palabra «católica» significa «ser universal», no vivir separados del mundo como una secta, sino vivir el amor universal y ser amigos de todos los pueblos», acotó.

Superar la desgracia de la corrupción en la Iglesia

En otro momento, el Primado del Perú saludó el gesto ejemplar del Tribunal Vaticano, que este domingo 17 de diciembre condenó a prisión a un cardenal por malversación de fondos y lo inhabilitó de manera perpetua a ejercer un cargo público. Este hecho histórico de la Iglesia es un signo de esperanza y un llamado a una conversión profunda y verdadera, así lo resaltó el Monseñor:

«A pesar de que nos da tristeza que esto haya pasado, también nos da alegría porque la justicia aparece en la propia Iglesia como signo de esperanza. Este es un acto de conversión de la Iglesia y un llamado a superar la desgracia de la corrupción. Eso es ser testigo de la luz en medio de la oscuridad».

Que nadie ose violar el bien común de nuestra historia Patria y del mundo. Y que todos caminemos en la Paz del Señor siendo reflejo de la luz, para ser esa voz que grita en el desierto y nos vuelve anunciadores y testigos.

La Eucaristía de este III domingo de Adviento contó con la participación de representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores. Durante la Santa Misa se ofreció una especial intención por la memoria de nuestro hermano Alfonso Barrantes Lingan, alcalde de Lima en el periodo 1984–1986.