En su comentario del Evangelio de hoy (Marcos 6, 1-6), el arzobispo de Lima destacó la grandeza del Señor para acompañar a la humanidad y promover, pedagógicamente, una educación basada en la reflexión y el compartir experiencias. Por eso, como Iglesia tenemos la misión de no despreciar la sabiduría del pueblo sencillo y escuchar en su clamor al Dios que nos ama y se esconde en la historia.
Pese a ser despreciado por sus orígenes humildes, Jesús ha querido revelarnos que Dios tiene una opción preferencial por los pobres y marginados, a quienes debemos aprender a escuchar. Estas fueron las palabras de Monseñor Carlos Castillo en su homilía de esta mañana en Catedral de Lima: «Muchas veces, se desprecia lo interesante de las personas, sobre todo, si son sencillas y humildes. Lo mismo ocurrió con Jesús, que fue despreciado en la sinagoga por ser el hijo del τέκτων (tecton = carpintero, técnico), es decir, era visto como alguien de bajo nivel. Los prejuicios no permitían que comprendan la novedad que les trajo el Señor», explicó.
Este es un problema que no vamos a superar mientras se siga descartando la voz de los que viven en el margen. El obispo de Lima indicó que necesitamos aprender de la sabiduría y la experiencia de la gente sencilla para encontrar soluciones justas y aterrizadas. Iniciativas como el vaso de leche y las ollas comunes muestran cómo la sabiduría popular puede resolver problemas significativos.
Nuestro pueblo tiene una sabiduría que es casi divina porque se organiza para solucionar realmente los problemas. Ojalá todos tuviéramos esa capacidad de escuchar y no contagiar el desprecio.
En otro momento, Monseñor Carlos sostuvo que la Iglesia también tiene un rol importante en los procesos de diálogo y escucha que debe haber con las comunidades. Sin embargo, a veces nos preocupamos más en enseñar la doctrina que en practicar el método pedagógico de Jesús, que enseñaba con ejemplos, acercándose a la gente y alentándola: «Nos han hecho creer que no tenemos nada que aportar y solamente hay que amoldarnos a lo que se nos manda. En vez de conversar, en vez de suscitar la iniciativa del pensamiento crítico, solamente hemos formado catecismalmente», advirtió.
La vida es compleja y se requiere algo más que una educación bancaria. Necesitamos desarrollar libremente el pensamiento, la opinión, ponernos de acuerdo y avanzar juntos.
El arzobispo de Lima reiteró su invocación a valorar las distintas iniciativas que se vienen preparando para tratar de resolver los problemas con amistad, con perspicacia y mirando hacia el futuro. Y acotó: «El Papa ha dicho que la Iglesia es constitutivamente sinodal y todos tenemos que aprender a participar».
En el marco de las celebraciones por el Día del Maestro, el Primado del Perú hizo un llamado a recordar a nuestros maestros no por su rigidez, sino por su capacidad de enseñarnos a comprender, reflexionar y amar. Y siguiendo el ejemplo de Jesús, el Gran Maestro, acompañemos a las nuevas generaciones que son la esperanza del país. «Dios nos bendiga a todos en esta misión de enseñar y aprender con amor y sabiduría», recalcó el Prelado.
La Eucaristía de este domingo XIV del Tiempo Ordinario contó con la participación de la comunidad Uniendo generaciones y las OSB. El acompañamiento musical estuvo a cargo del Coro Juvenil Arquidiocesano de Lima.