Mons. Castillo: "Callejear" con la gente para anunciar el Evangelio

Acoger el don de la sabiduría, «abrirnos» a los demás y salir a «callejear» con la gente para anunciar el Evangelio como lo hizo Jesús . Ésta fue la exhortación que nos dejó Monseñor Carlos Castillo en su reflexión dominical.

Frente a la imagen del Señor de los Milagros y la Virgen de la Sabiduría, el Primado del Perú recordó que la Iglesia está para ser fuente de comprensión y resolver los problemas con un sentido de corrección fraterna y prudencia.

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En la homilía de este domingo XXIII del Tiempo Ordinario, el arzobispo de Lima afirmó que necesitamos volver a la sabiduría de Dios para resolver los problemas más apremiantes y urgentes que venimos afrontando. Esta sabiduría es la que nuestros hermanos del GEIN quisieron sentir y vivir hace 32 años, cuando se dio inicio al proceso de pacificación en el Perú:

«Ustedes nos salvaron con su inteligencia, y se encomendaron a la Virgen de la Sabiduría para actuar con prudencia, paciencia y en el momento adecuado. En una situación dramática terrible, ustedes pusieron el dedo en la llaga sin disparar un tiro. Ese es un acto de sabiduría, de confianza en que las cosas se resuelven con inteligencia verdadera», manifestó.

Abrirnos a los demás y dejar nuestros egoísmos

Comentando el Evangelio de Marcos (7,31-37), que narra cómo Jesús cura a un sordomudo, Monseñor Castillo remarcó los gestos del Señor de «callejear» con la gente y acompañarla en sus sufrimientos. Esa entrega gratuita de la vida de Jesús por la humanidad es una constante que se representa muy bien en el caso del sordomudo, que es curado por el Señor y recobra el sentido de vivir. Eso se expresa cuando le dice «¡Effetá!» (Ábrete).

«Jesús, que sabe caminar con la gente, no solamente hace el gesto de imponerle la mano, sino que lo lleva aparte y hace un gesto más profundo: le da algo de sí. Le mete los dedos en los oídos y, con la saliva, le tocó la boca; es decir, le da su cuerpo», reiteró el Prelado.

Hoy, el Señor también nos llama a «abrirnos» a los demás, trazando un camino de esperanza y una forma distinta de vivir inspirada en el bien común, no en el interés mezquino y egoísta. «Una verdadera democracia requiere defensores con inteligencia, hondura y amor por el país, más allá del amor que podamos tener por nuestros propios intereses y que nos pueden llevar a riesgos muy serios», señaló el arzobispo.

El Señor vio que el sordomudo necesitaba abrirse para sanarse. Necesitamos abrirnos y no encerrarnos en nuestras mezquindades.

Dirigiéndose a los niños que integran la Hermandad Infantil del Señor de los Milagros, el obispo de Lima aseguró que, a través de la hermandad, es posible reeducar a la humanidad, caminando en la «gran procesión» de nuestras vidas y acompañando a la gente para ser signos del amor de Dios.