Mons. Castillo: Como Jesús, asumir el camino dispuestos a dar la vida,

Al llegar el domingo XXII del Tiempo Ordinario, Monseñor Castillo habló sobre la importancia de asumir nuestro camino misionero como cristianos y anunciadores del Evangelio, dispuestos a entregar la vida como Jesús, que vino a mostrarnos que la religión no puede estar ligada al poder ni el dinero, sino a la inspiración y suscitación de la esperanza en el mundo: «Que todos sigamos el mismo camino y estemos dispuestos a cargar con nuestras cruces, a compartir nuestras historias y sanar mutuamente», dijo en su homilía.

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Comentando el Evangelio de Mateo (16,21-27), el arzobispo de Lima señaló que el Señor nos llama a todos a dejarnos llevar por su Espíritu, sin embargo, existen algunas resistencias que pululan en nosotros y obedecen a intereses personales o búsquedas individualistas ajenas a nuestra fe. Esto fue lo que sucedió con Pedro, quien se mostró resistente ante el anuncio de que el Hijo de Dios tendría que padecer y entregar su vida por amor a los demás. «¡No lo permitiré! Eso no puede pasarte», reaccionó Pedro.

«A veces, empezamos a querer distorsionar el camino de Jesús para que no nos toque las exigencias que tiene el seguir a un Dios que es amor y ha dado la vida, a un Dios que se ha anonadado a través de Jesús por nosotros. Nos cuesta el intentar reconocer que tenemos una misión, y esa misión implica, inclusive, el martirio de la muerte por anunciar el Evangelio. Jesús no es un masoquista que está buscando morir porque quiere inducirnos morbosamente a la muerte, eso no es cristiano; pero sí hay que afrontar los problemas con un fuerte compromiso y entrega total.», dijo el obispo.

«El único camino para tener vida, siempre es compartirla. Y esto no lo entiende Pedro porque tiene un problema en su fe», prosiguió el prelado. Pedro no tiene poca fe, sino una fe de pocos (oligopistía), porque la entiende desde la exclusividad de un grupo de élite, propio de los dirigentes de Israel, los sacerdotes, que habían ocupado el lugar de los reyes seis siglos antes. «Jesús viene a rectificar la forma negativa de cómo se trató la vida religiosa en Israel», agregó.

Monseñor Carlos explicó que el riesgo de distorsionar y evadir la realidad de las cosas también ocurre cuando intentamos cambiar el rol de la Iglesia y, en vez de suscitar el amor en el mundo, lo condenamos.

Vale la pena seguir a Jesús porque así se implantará el amor, si con el corazón, con la sangre, con todo nuestro ser, nos dejamos seducir por Él y el Espíritu nos guía.

En otro momento, nuestro arzobispo de Lima advirtió que, en el camino de la Iglesia, pueden presentarse «enormes tentadores» que desvían nuestra atención. Esta «tendencia satánica» es a la que se refiere Jesús cuando le dice a Pedro: «Ponte detrás de mi, satanás, que me haces tropezar; tú piensas corno los hombres, no como Dios».

«La tentación permanente ocurre en todos nosotros, y todos tenemos una debilidad, pero el Señor ha suscitado en nosotros ese fuego ardiente que nos dice el libro de Jeremías (20,7-9) que permite el poder rectificar en la fe», aseveró el Primado del Perú.

La Iglesia no puede estar ligada al poder ni al dinero, la Iglesia está para servir a la gente.

Todas estas imágenes de Jesús como un rey que vence al mundo con poder, se han acumulado en la historia de la Iglesia, aseguró Monseñor Castillo. «Por eso es que el Papa Francisco propicia la reforma de la Iglesia, de lo contrario, se nos “cuelan” imágenes demasiado ampulosas. Es cierto que el Señor es poderoso, pero en el sentido del amor, porque su poder suscita, en las personas, una manera nueva de vivir y de ser».

Tenemos el deber de poder, en medio de las situaciones que vivimos, colocar la fuerza inagotable del amor, que es capaz de convencer y cambiar a todas las personas.

Finalmente, el arzobispo Castillo exhortó a unir esfuerzos para promover el encuentro entre las personas y ayudarnos a crecer en el amor: «Hermanos y hermanas, no nos dejemos tentar. Para poder salir de toda tentación, desamor y pelea, les propongo hacer un examen de cómo es mi historia con Dios en mi vida y cuál es mi vocación».