Llegado el III domingo de Pascua, el arzobispo de Lima pidió superar los «fantasmas» y las «alucinaciones» que nos convierten en «cristianos volátiles que viven ‘en las nubes’ y de espaldas a la realidad».
Junto a los jóvenes de la Vicaría de la Juventud y en el Día del Catequista, el Primado del Perú hizo un llamado a que seamos evangelizadores y testigos del Señor, asumiendo un cristianismo con sentido crítico y mirada profunda de las situaciones que nos interpelan.
En su alusión al Evangelio de hoy (Lc 24, 35-48), Monseñor Castillo ha puesto especial énfasis en las dificultades de los discípulos para reconocer que el Señor había resucitado. Pese a haber compartido muchas experiencias con Jesús, ellos creen estar viendo un fantasma.
Esto también puede ocurrir con nosotros, explicó el obispo de Lima, cuando nos hacemos ideas distorsionadas de Dios y las adaptamos a nuestros intereses, lógicas y prejuicios. En el caso de los discípulos, las costumbres de seis siglos de gobierno sacerdotal les impedían ver más que una sola dirección. Estaban tan habituados a la ley que se les «coló» una pizca del pensamiento saduceo (los saduceos no creían en la Resurrección).
Este también es el «fantasma» al que todos nos enfrentamos cuando no logramos identificar al Señor en nuestra realidad. Y este problema se presenta, inclusive, dentro de la Iglesia: «Cuántas personas se quejan cuando decimos que el rostro del Señor está en los pobres: – ¡Cómo va a ser!, responden. – ¡Jesús es el Rey resucitado! Príncipe, el dominador de toda la tierra, ¡Cómo va a estar en la imagen del pobre!, se piensa». Cuando esto pasa, sostuvo Monseñor Castillo, hay un estancamiento, porque no se pude ver más allá de los ritos y la parsimonia.
En ese sentido, el Prelado ha recordado que la Misa es una fiesta que hay que celebrarla «ardientemente», como dice el Papa. Sin embargo, a veces, orientamos nuestra mirada a los adornos y «fingimos vivir la vida cristiana», evadiendo los problemas graves que requieren atención y respuesta.
Un cristianismo «aterrizado», no en las nubes
Para ser testigos del Señor Resucitado, por tanto, tenemos que vivir un cristianismo «aterrizado» que nos ayude a salir de los fantasmas y de aquella mentalidad que nos aleja del amor misericordioso de Dios, que se ha encarnado en nuestra humanidad para acompañarla y alentarla.
Un buen ejemplo de dar testimonio verdadero del Señor está en nuestras madres de las ollas comunes, capaces de auto-organizarse para evitar que el hambre se siga propagando en la ciudad. También está el caso de los sacerdotes y obispos de la selva, que viven su fe con sencillez para adaptar las celebraciones litúrgicas a la realidad de sus pueblos, desplazándose en canoas y, en algunos casos, hablando en las lenguas de los pueblos originarios.
Necesitamos ir al fondo de las cosas, tomar lo esencial de la fe, lo fundamental. No podemos ser cristianos volátiles que viven «en las nubes». El Señor nos hace cristianos «aterrizados» para actuar en la realidad.
No evadir nuestro cristianismo y afrontar los problemas
En otro momento, el arzobispo de Lima recordó que los cristianos no podemos desentendernos de las situaciones más urgentes, sobre todo, las que requieren justicia. Esto lo sabe muy bien el Papa Francisco, quien ha enviado un sentido mensaje de solidaridad a las comunidades campesinas de Catacaos, en Piura, afectadas por la expropiación sistemática de sus tierras.
Dice el Santo Padre:
A los miembros de las comunidades campesinas de Piura. Yo sé lo que les pasa a ustedes. Defiendan la tierra, no se la dejen robar. Gracias por lo que hacen. Yo desde aquí rezo por ustedes y les estoy cercano.
Con gusto les doy mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Coraje y adelante!
Las palabras del Papa, manifestó el Monseñor Castillo, nos enseñan cómo ser testigos del Señor, actuando como lo hizo Jesús para «bajar de todas las alucinaciones de poder que nos hacemos de la fe y son un insulto a la cristiandad».
La Eucaristía de este domingo en Catedral de Lima contó con la participación de los representantes, coordinadores y agentes pastorales de la Vicaría de la Juventud, quienes se congregaron en asamblea para elegir el lema de la Jornada Arquidiocesana de la Juventud 2024. También se hizo presente Monseñor Javier Salinas, obispo auxiliar emérito de Valencia; y el Padre Rodolfo Silva, recientemente nombrado vicario de la juventud de Lima.