Cientos de fieles se congregaron en los exteriores de la Parroquia San Juan Bautista de Amancaes para celebrar la Fiesta de San Juan. Aquí llegó nuestro Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, para compartir la alegría del pueblo rimense, el entusiasmo de sus jóvenes, y la fuerza de las madres de las ollas comunes que se organizan para dar el alimento.
Leer transcripción de homilía de Monseñor Carlos Castillo.
En su homilía, el prelado afirmó que tener un patrón como San Juan, nos ayuda a situarnos en el mismo camino hacia Jesús, especialmente, si consideramos la historia que hereda de su padre, Zacarías, sacerdote expulsado por la ambición de poder y de dinero de los saduceos: «El grupo de los saduceos, que gobernaba el templo, había arrojado al margen a casi todas las familias sacerdotales para que vivieran como pudieran. Es por eso que Juan sintoniza con la misma actitud de Jesús, que viene de siglos en donde los reyes los habían botado del poder», contó.
Israel, en la época de Jesús, tenía una religión corrupta que usaba al pueblo para sus intereses, para dominar y destruir, no para servir al pueblo. Hoy día, en un momento tan difícil como vivimos en el mundo, la religión puede ser usada mal, y eso es lo que pasaba en Israel también.
Monseñor Carlos explicó que San Juan supo reconocer su rol como profeta, anunciando que había alguien más a quien deberíamos seguir: «Ustedes saben que, cuando nos bautizan a todos, aquí en la coronilla, nos colocan el crisma, que contiene las tres tareas fundamentales de un cristiano: ser rey, ser profeta y ser sacerdote; ósea que todos tenemos algo de sacerdotes, pero no de sacerdotes que están mezquinando y maltratando a la gente, sino que, dentro del corazón del pueblo, suscitamos que haya profetas, reyes y personas buenas que dirijan el mundo».
Estamos destruyéndonos, hermanos; y por eso, la labor de Iglesia es muy importante, porque estamos llamados a desviolentar, a pacificar el mundo. La gente puede tener problemas, pero nuestra tarea es comprender para cambiar, no atacar, ni agredir, menos en nombre de la religión, sino creamos una religión que, en realidad, no cumple su misión en el mundo, que es realizar la condición de hijos de Dios que todos tenemos, para que todos seamos hermanos.
El Arzobispo de Lima reiteró que, en el momento de nuestro Bautismo, somos ungidos por el Señor para caminar hacia Él, para ofrecer nuestra vida al servicio de los demás, como lo hizo Jesús antes de subir al cielo, ofreciendo el testimonio de su vida: «El cielo no es la estratosfera, no son las nubes, es el Reino de Dios de amor, de justicia, de paz, de alegría, de amistad», acotó.
Iglesia sinodal que camina junta, conversa, comparte y llega a acuerdos.
Monseñor Castillo insistió en el llamado del Papa Francisco a poner en práctica la fraternidad para la conversión del mundo: «¿Cómo vamos a hacer un mundo de hermanos? Vamos a empezar por la Iglesia, y para eso, el Santo Padre nos invita a que hagamos esa Iglesia sinodal que camina junta, que conversa, comparte, discute, llega a acuerdos comunes, lee el Evangelio junta, y va haciendo un camino de esperanza para que el mundo pueda ver que es posible ser hermano», reflexionó.
Nuestro corazón y nuestra vida está siempre en referencia al Otro.
En otro momento, el Primado del Perú habló sobre la importancia de construir, desde el corazón de nuestras familias, un amor más universal en favor de todos, corrigiendo nuestro exclusivismo, y convirtiéndonos en familias misioneras que llenan de amor el mundo, no en familias que desprecian al que es distinto o tiene otras costumbres: «Tenemos, hermanos y hermanas, que resolver los problemas de esta época… ¡juntos! Todos vamos a participar, ayudándonos en medio de las diferencias», subrayó.
Dios nos ha hecho, de tal manera, que, como todos miramos para adelante, ninguno se mire para sí mismo. Nos miramos para nosotros mismos cuando cerramos los ojos, pero si los abrimos, siempre miraremos a los demás. Todos somos hechos “para”, nuestro corazón, nuestra vida, está siempre en referencia al Otro.
Todo ser humano está llamado a amar gratuitamente ¡Sin condiciones!
Monseñor Castillo recordó que, desde el inicio de nuestra existencia, todos hemos sido acogida en el vientre materno gratuitamente y sin condiciones. De igual manera, «todo ser humano está llamado, no solamente a amar, sino a amar gratuitamente, sin pedir nada a cambio; y ese amor maternal es el que es fuente de toda la vida de la humanidad, porque Dios nos ha creado así, somos sus hijos, nos ama y no nos retira jamás su amor, inclusive si nos portáramos mal».
La Iglesia está para testimoniar y decir a todo el mundo que siempre somos amados y estamos llamados a volver al útero materno. Recordemos que hemos sido amados gratuitamente, y compartamos lo que tenemos, dejemos de pelear, de ambicionar y de maltratar al pueblo de esa manera.
Antes de su bendición final, el Arzobispo de Lima saludó la encomiable labor que viene realizando la comunidad de la Parroquia San Juan Bautista, que junto a su párroco, el Padre Emerson Velaysosa, continúa la misión de ser un lugar de acogida para todos: «Aquí comenzó esa idea de José María Arguedas, todas las sangres del Perú, reunidas en Amancaes; y por eso, ahora, démosle gracias al Señor que nos ha regalado este paraíso, para que nosotros podamos enseñar y hacer del mundo un paraíso, como decía Santa Rosita de Lima, “hacer del Perú una partecita del cielo”. ¡Ésa es nuestra tarea!».