En la Solemnidad de Pentecostés, el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, recordó que el Señor ha querido inundar al ser humano del Espíritu de sabiduría y paciencia para vivir un cristianismo inteligente, capaz de reflexionar y preguntarse el sentido de las cosas. Por eso, todos somos portadores y testigos del Espíritu, no para recriminar al mundo, sino para recrearlo por medio del lenguaje del amor y la misma sencillez que tiene Dios con la humanidad.
En su homilía, el arzobispo de Lima explicó que la Liturgia de hoy nos presenta dos momentos importantes que manifiestan cómo actúa el Espíritu del Señor en nosotros:
El primero es representado en el Evangelio de Juan (20,19-23) en un contexto de dificultad para los discípulos: estaban reunidos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Entonces, se aparece Jesús y les dice: «Paz a ustedes». Luego, sopló suavemente («nefésh») sobre ellos y les dio su Espíritu.
Antes de ese primer soplido, el Señor se ha colocado en medio del problema y el miedo. Este pequeño gesto marca «el inicio de la nueva historia de la presencia del Espíritu en la humanidad».
A partir de la suave brisa de Jesús empezó la recreación del mundo por medio de la ternura. Y también la historia del Dios que nos ama, nos acompaña, nos dice las cosas con sencillez, no nos grita, no nos agrede ni recrimina.
En segundo lugar, la lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11) narra un segundo soplo («ruaj»), un viento impetuoso que ocurre días después del encuentro de Jesús con sus discípulos. «Para poder llegar a toda la humanidad, se produce el viento impetuoso que recrea el mundo a través de la Palabra de Dios».
Por tanto, la Fiesta del Espíritu nos recuerda la delicadeza que ha tenido Dios para inundar al ser humano del Espíritu de sabiduría, inteligencia y paciencia, todas cualidades que apuntan a la reflexión y a vivir un cristianismo inteligente que sabe profundizar las cosas.
El método del Espíritu es la suscitación y la inteligencia profunda que va haciendo un discernimiento.
«El Papa Francisco, hace unos días en Verona, habló con los sacerdotes y les pidió que no torturen a la gente en la confesión por más pecados que tengan. Tenemos que transmitir que Dios, a pesar de todo, siempre nos perdona gratuitamente y nos llama desde el perdón a retomar el camino», manifestó el Prelado.
El Primado del Perú afirmó que necesitamos el aliento y la sabiduría de todos para enfrentar las situaciones gravísimas. «El Señor quiere la transformación del mundo por medio de la sabiduría. La Fiesta del Espíritu es para eso, para acoger el soplo cariñoso de Jesús y ser portadores del Espíritu, para hablar en el lenguaje del amor».
Y siguiendo la tradición que recibimos de Pentecostés, antes de la bendición final, el arzobispo de Lima sopló el cirio pascual sobre el Pueblo de Dios como signo de que el Espíritu se reparte en toda la Iglesia.
El Espíritu camina en la Iglesia y ustedes son ahora los portadores del Espíritu Santo, como lo fue Jesús y como lo fueron los discípulos que anunciaron el Evangelio: “Vayan a anunciarlo a todas las naciones”.