En entrevista para el programa ‘Diálogo de Fe’, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a desistir de todo acto o incitación a la violencia, venga de donde venga. El prelado advirtió que la lucha desmedida y destructiva podría conducirnos a un «suicidio colectivo» y que es posible, desde la bases de la propia ciudadanía, neutralizar la violencia por medio de la paz y organizarse para salir adelante.
Reflexionando sobre la Liturgia del V domingo del Tiempo Ordinario, Monseñor Castillo comentó que las palabras del Señor a sus discípulos, mencionadas en el Evangelio de Mateo (5, 13-16): «Brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre», nos permite comprender que el fundamento de la luz está en el amor y las obras buenas.
«Hay una base de largos siglos de comprensión y de entendimiento de la complejidad de lo que somos, que está anclada y puede servir para constituir el valor de una ciudadanía menos individualista y más experiencial-vital que puede compartirse. Es necesario desarrollar formas de dialogar como ciudadanos para tomar consciencia y resolver nuestros problemas», explicó el prelado.
En ese sentido, el Primado del Perú afirmó que la Iglesia cumple un rol determinante para suscitar una forma de intervención en la sociedad desde la participación de las organizaciones de base. Son ellas (las organizaciones intermediarias) quienes «pueden ejecutar la capacitad de neutralizar las situaciones de violencia y pedir a los gobernantes que cedan ante la necesidad de todos los ciudadanos del Perú».
Salir de los entrampamientos y evitar el «suicidio colectivo».
En referencia a los conflictos sociales vividos en el país, el arzobispo Castillo precisó que la violencia desatada muestra una «propensión a salir del cauce y crear un gran entrampamiento en el país». Esto podría conducirnos al camino de un «suicidio colectivo», porque «luchar de forma desmedida y destructiva no conduce a nada», ya sea «en los sectores agitadores, como en la violencia ejercida en los disparos de bombas lacrimógenas».
Como ciudadanos, desde la base, en medio de nuestros errores, podemos ayudarnos mutuamente a neutralizar la violencia por medio de la paz, de la protesta justa y bien preparada, para conseguir cosas adecuadas para todas nuestras regiones.
Francisco en el África: gestos de consuelo y misericordia.
En alusión al Viaje Apostólico del Papa Francisco por el África, el arzobispo de Lima destacó los gestos de cercanía del Sumo Pontífice con las víctimas de la violencia en el Congo. «El Papa llevó una palabra de consuelo que, también, repercute en nuestro país, porque habló con toda nitidez contra la violencia». Para Monseñor Castillo, estos gestos de misericordia que muestra el Papa con personas que han sido maltratadas, flageladas y hasta mutiladas durante la guerra, implican «una respuesta a un mundo que ha sido golpeado enormemente en su propio ser».
“Amar a la propia gente – manifestó Francisco en el Congo – no significa alimentar el odio hacia los demás. Al contrario, querer al propio país supone negarse a ceder ante los que incitan al uso de la fuerza. Es un engaño trágico. El odio y la violencia nunca son aceptables, nunca son justificables, nunca son tolerables, con mayor razón para los cristianos. El odio sólo genera más odio y la violencia, más violencia”.
El obispo de Lima reiteró que todo gesto de pacificación es «fuente inagotable para poder hacer un tipo de ciudadanía distinta» que, pese a sus heridas, sea capaz de «organizarse para poder salir adelante y proponer la paz».