En el domingo XIII del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a dejarnos interpelar por la «fuerza amorosa y renovadora del Señor» que sana nuestras heridas más profundas, alienta a desarrollar nuestra vida y nos levanta para responder a los situaciones complejas con madurez, prudencia y sabiduría.
Al inicio de su Homilía, el Arzobispo de Lima afirmó que, como señala el libro de la Sabiduría, «Dios no creó la muerte», sino que nuestros errores humanos y el deseo de poseerlo todo nos conducen a la auto-condena. A pesar de nuestros pecados, el amor gratuito del Señor nos permite redimirnos de esos males y liberarnos de la muerte.
El Prelado también explicó que la muerte no solo se manifiesta físicamente, sino en formas de depresión, maltratos y desprecios. «A veces, nos apresuramos y no somos capaces de reconocer que la vida requiere ser vivida con paciencia, ponderación, con orden y reflexión», sostuvo.
En ese sentido, el Evangelio de hoy (Marcos 5,21-43), es una oportunidad para comprender cómo el Señor está siempre atento a desarrollar vida en nosotros y nos llama a comunicarla a través del servicio y el sentido de responsabilidad. Esto fue lo que sucedió con la mujer enferma que tocó el manto y la hija de Jairo.
La fuerza amorosa del Señor sana nuestras heridas y nos renueva
En el primer caso, la mujer que sufría de flujo de sangre creía fervientemente que podía curarse con tan solo tocar el manto del Señor. Al atreverse a hacerlo, Jesús reacciona y se voltea porque «ha sentido una fuerza inagotable que sale de Él, una fuerza renovadora de santidad y una fuerza amorosa que sana, que ayuda a la gente y la alienta».
“¿Quién me ha tocado?”, pregunta el Señor a la multitud, y ella decide acercarse humildemente a contar lo que ha pasado. Monseñor Carlos destacó aquí otro gesto importante de Jesús: «quiere escuchar nuestro clamor» y «nos comuniquemos con Él dejando que salga todo lo que cargamos, nuestros dolores y sufrimientos». El arzobispo dijo que la Iglesia también está llamada a escuchar permanentemente el clamor de la gente, a dejarse «tocar» e interpelar por sus cuestionamientos y necesidades.
Al manifestar lo que le había ocurrido, la mujer no solo se había restablecido del flujo de sangre que padecía, también había «restablecido su capacidad de ser persona», porque ha hablado en público en una época de censura hacia la mujer. «La mujer tiene un lugar digno en la historia que no podemos acallar. Tenemos que superar el machismo y la violencia que existen en nuestra sociedad y silencian la vida de tantas mujeres en nuestro país y en el mundo», exhortó.
Resucitar es también levantar a la persona y alentarla
En el segundo caso está la hija de Jairo que, a sus doce años, había «muerto». Sin embargo, cuando el Señor llega a verla expresa lo siguiente: “Está dormida, no está muerta”. ¿Por qué Jesús dice estas palabras? El arzobispo Castillo indicó que, en la cultura hebrea, los doces años era una edad marcada por la responsabilidad y el compromiso matrimonial.
«Es probable que a la muchacha le vino una de esas depresiones terribles porque fue emparejada con alguien que no quería y, entonces, se «echó a morir». Pero el Señor quiere que todos maduremos, inclusive, siendo pequeños, y sigamos nuestros procesos de vida. Jesús no solamente quiere nuestra resurrección después de la muerte, también quiere que resucitemos ahora, levantándonos de nuestros problemas, alentando y creciendo», reflexionó el Prelado.
“Muchacha, a ti te digo, ¡levántate!”, es la respuesta del Señor. Y detrás de estas palabras hay un llamado a suscitar la inteligencia para responder a los desafíos de la vida sin apresuramientos ni engreimientos, sino aprendiendo a escucharnos entre todos y buscar una solución juntos a las dificultades.
Antes de la bendición final, nuestra Vicaría de la Juventud compartió el logotipo elegido para la nueva edición de la Jornada Arquidiocesana de la Juventud 2024, próxima a celebrarse el 10 y 11 de agosto. Para este año, el lema elegido será: «Joven de esperanza, unidos en acción y alegres en la misión».
La Eucaristía de este domingo contó con la asistencia de la Congregación Hermanas del Amor de Dios; la Hermandad de Oración a «Jesús Nazareno» de Ayacucho Residentes en Lima; y los jóvenes de la Parroquia San Francisco de Asís de la Tablada de Lurín.
Participaron como concelebrantes el Padre Rodolfo Silva, vicario de la Vicaría de la Juventud; y el Padre Juan Anderson.