En el IV domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor, Monseñor Carlos Castillo recordó que todos estamos llamados a ser pastores enamorados de nuestra vocación. Para ello, el Señor nos invita a descubrir nuestra misión en la historia, desarrollando nuestras capacidades y la vocación que nos ha dado.
En su alocución al Evangelio de hoy (Jn 10, 11-18), Monseñor Castillo afirmó que hemos sido creados por el Padre para estar acompañados de Él y cumplir nuestra misión en la vida. Por eso, en el día que la Iglesia universal celebra la 61 Jornada Mundial de las Vocaciones, la figura del Buen Pastor nos ayuda a comprender que «Dios no abandona a sus ovejas y Él da la vida por ellas». Ése es el camino al que todos estamos invitados, siguiendo esa «intuición de una inspiración del Espíritu Santo» que nos llama a asumir nuestra historia y misión.
Jesús, el Buen Pastor, asume en su historia, su misión. Y se da cuenta de que es el Hijo de Dios y, por lo tanto, practica el ser hermano de todos nosotros.
El arzobispo de Lima indicó que la oración por las vocaciones no solo es para pedir por los sacerdotes, sino por todas las vocaciones en el mundo, para que podamos desarrollar nuestras capacidades y descubrir la vocación que nos ha dado Dios en el misterio de nuestra vida personal.
Sin embargo, a veces, corremos el riesgo de confundir vocación con el ejercicio de una profesión. «Tenemos a muchos profesionales en el Perú que tienen su título en Azángaro, fotocopia de una falsedad» – advirtió. «Quien verdaderamente es creyente, sobre todo, en un país cristiano como el nuestro, no puede hacer “finta”. Tiene que reconocer sus valores, sus límites, sus esperanzas, sus posibilidades, y hacer como lo que hizo Jesús: aprender a ser Pastor de una misión universal para toda la humanidad», reflexionó el Prelado.
Todos tenemos vocación de pastores
Monseñor Castillo señaló que el día del Buen Pastor y las vocaciones en el mundo es también una invitación que se extiende a todos los seres humanos, porque «todos tenemos vocación de pastores»:
«No podemos decir que solamente los sacerdotes son los que deben ser buenos pastores, sino también los ingenieros, los abogados, los comerciantes, los gobernantes… todos tenemos que ser pastores porque somos cristianos. Y eso implica la dedicación profunda, pensar las 24 horas del día en aquellas personas que tengo a mi cargo», sostuvo.
Es la misión la que hace a la Iglesia, y es la misión la que hace al pastor. Cuando las cosas se hacen por vocación, se hacen por amor.
El Buen Pastor, prosiguió el Primado del Perú, conoce a sus ovejas, «se compromete con su gente, con nosotros y nos dice con suma libertad: A mí mi vida nadie me la quita, yo la doy libremente, yo la entrego libremente.»
Estas palabras del Señor implican un compromiso de entrega generosa y gratuita de la vida, asumiendo su misión. Este fue también el camino de tantos mártires de la Pandemia, como nuestros médicos y enfermeras que, pudiendo haber huido para no contagiarse del Covid-19, primó en ellos la misión de servicio por los demás y entregaron sus vidas para salvar las nuestras.
A imagen de Toribio de Mogrovejo, obispo Pastor
En esta semana, nuestra Iglesia peruana celebrará la Fiesta de Santo Toribio, patrón de nuestra Arquidiócesis, cuyas reliquias se vienen exponiendo en Catedral de Lima a todo el público.
Monseñor Carlos explicó que Toribio fue un obispo pastor que ha «marcado el carisma específico de nuestra Iglesia de Lima», siempre pensando en sus ovejas, aprendiendo el quechua para anunciar el Evangelio a los pueblos, caminando a pie por ciudades enteras y acompañando a la gente.
A inspiración de Santo Toribio, todos estamos tratando de rehacernos porque tenemos que ser una Iglesia más disponible y más acompañante de toda la gente, como lo hizo el Señor, que es nuestro Pastor.
La Santa Misa de este domingo IV de Pascua contó con la participación del Colegio de Biólogos del Perú, la Congregación de Hermanos Maristas del Perú y el Coro de la Parroquia San Norberto. La Eucaristía fue concelebrada por Monseñor Javier Salinas, obispo auxiliar emérito de Valencia.