Durante su intervención en la ceremonia de clausura de la segunda conferencia anual «5 Hélices Para el Desarrollo Sostenible», organizado por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), nuestro arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, hizo un llamado a «rastrear los relatos y los signos de la nueva generación juvenil peruana para unir justicia social con justicia climática», a través de un «amplio proceso de análisis y debate crítico».
El prelado aseguró que el díalogo es el camino para soñar juntos un futuro posible. Para ello, necesitamos «prestar oído a las generaciones de jóvenes que danzan, estudian, crean, trabajan y, siendo de orígenes muy humildes (sin olvidar su sufrimiento y su pobreza), ya son sujetos creadores de futuro en un presente en el que anticipan formas nuevas de felicidad menos prosaicas y más sublimes».
«Dejémonos inspirar por todo lo que está surgiendo desde lo invisible, pero siempre permitiendo que esa realidad escondida se exprese. No la matemos, cultivémosla apreciándola», ha expresado el Primado del Perú.
Descargar transcripción de exposición de Monseñor Carlos Castillo en la UNI
Exposición de Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, en el inicio de la sesión de ceremonia de clausura
Como arzobispo de Lima, les agradezco su invitación a esta excelente iniciativa que nos congrega y que, luego de una amplia participación, debe clausurarse el día de hoy.
Me permito recoger y comentar, en esta exposición, un prólogo del Papa Francisco a un libro publicado el último 17 de mayo, denominado “El gusto de cambiar: la transición ecológica como camino a la felicidad”.
Soñar juntos el desarrollo sostenible del Perú requiere de un amplio proceso de análisis y debate crítico de las graves heridas dejadas por nuestra inserción fácil y apresurada en el modelo que – dice el Papa – “conoce el precio de todo, pero no llega a conocer el valor.”
Pero, también implica, como señala el Papa, rastrear “los aspectos constructivos, las experiencias consolidadas, los acontecimientos singulares del cuidado del bien común y de los bienes comunes” que percibimos en los diversos rincones del planeta y de nuestra Patria. ¿Para qué? Para que “nos abran la mirada al bien y la confianza hacia nuestra época”, superando, evidentemente, todo pesimismo.
Para ello, como adultos, dice el Papa, se ha de superar “el lamento que se escucha siempre de acusar a las nuevas generaciones de dilapidar las conquistas logradas” por los promotores del proceso moderno, y reconocer que las generaciones juveniles del periodo global son “la encarnación, en primera persona, del cambio que claramente necesitamos y que durará aún varios siglos en estabilizarse, ojalá antes de que una posible desaparición de la humanidad esté at portas”.
En efecto, el Papa Francisco percibe el cambio que en diversas partes del mundo los jóvenes están generando como una nueva base social que, moviéndose en el quehacer de lo “pre-político”, es decir, de las bases previas para las decisiones. Allí, los jóvenes están propiciando y concibiendo “múltiples estilos de vida nuevos, menos depredadores del ambiente, sabiendo que los recursos de la naturaleza son limitados y no infinitos” como lo siguieron pensando los inventores del modelo actual de desarrollo que ha hecho intuir a los jóvenes que estamos como robándoles el futuro y la esperanza de existir.
El Papa Francisco señala: “Los jóvenes no sólo piden, ya están haciendo el mundo que esperan”…no solo saliendo a las calles ni solo denunciando el sistema económico absurdo para los pobres y enemigos del medio ambiente, si no que, hasta en lo cotidiano, realizan ya opciones responsables sobre alimentación, transporte, consumo, ayudando a todos a reeducarnos. Los jóvenes “consumen menos y quieren vivir más, viven más relaciones interpersonales, buscan adquirir lo que sana el ambiente, buscan medios de transporte menos contaminantes y, algo más, forman movimientos juveniles que llevan, por todas partes del mundo, la unidad entre justicia climática y justicia social”. Es admirable ver a los jóvenes en las plazas de todo el país bailando y cantando, signo de la esperanza que la juventud tiene.
Yo quisiera proponer que, a partir de este excepcional evento, nos dediquemos a seguir rastreando los relatos y recopilando los signos de la nueva generación juvenil peruana para unir justicia social con justicia climática, para contar con un consolidado de las iniciativas juveniles que son la base elemental, desde la cual, la nueva sociedad civil emergente en las nuevas generaciones, va diseñando los sueños que deben ser debatidos largamente en una confrontación que enriquece, que en el debate ayuda a que maduremos todos, donde -como dice el Papa Francisco recordando al mártir Pierre Claverie – “la verdad no se posee, el Yo necesita la verdad de los otros”. Es decir, en términos cristianos: la verdad no se conquista, más bien, se es conquistado por ella.
El estilo de este encuentro, donde se han reunido sujetos activos de las 5 hélices de la academia, de la empresa, del estado, de las organizaciones de la sociedad civil y de los protagonistas de la defensa del medio ambiente, ha sido el diálogo. Y es preciso que en todos los niveles se haga como un diálogo intergeneracional, que ayude a superar la costumbre de construir personalidades cerradas que guardan y esconden sus convicciones, y que sienten que se les impone un pensamiento como si hubieran “iluminados” que todo lo saben de antemano.
Así fue y sigue siendo cuando el criterio absoluto con el que se mide el bienestar de un país es solamente el producto bruto interno. Como se sabe, esto comienza en el nazismo, dice el Papa, porque el producto bruto interno de Alemania se medía por la enorme fabricación de armas de guerra. Lo único que había era la ganancia guerrerista, excluyente de algo tan elemental como el humano trabajo de las amas de casa, que no se contó jamás como parte del desarrollo económico. Y lo que fue una esperanza de compromiso humano no era importante para la guerra.
Dialogar es soñar juntos un futuro posible, encontrarse y hablar para que el futuro sea visible, viable y duradero, en felicidad y en dicha. Desarrollo sostenible es desarrollo durable. Para ello, el ser de distintos de orígenes y de distintas edades, no es ningún obstáculo, porque ello “permite tener conversaciones intensas” en donde cada idea nos penetre en el corazón y avive nuestra imaginación, remitiéndonos a generar experiencias mejores y más felices, mucho más si proceden de experiencias que ya estamos afirmando como nuevas y plausibles en la vida cotidiana.
La infecundidad y esterilidad humana, social y económica con que nos movemos hoy en nuestro país y en el mundo, deriva de monólogos prejuiciosos que no quieren ver la trágica realidad que estamos llamados a afrontar cara a cara, y se esfuerzan en convicciones que ni siquiera se originan en ideologías ni ideas interesantes, sino en ambiciones desmedidas e infinitas como el desarrollo indefinido sin límites y ausentes de una perspectiva del bien común.
Diálogo es una forma de captar los aspectos dramáticos, pero también las salidas y esperanzas que se van forjando. Multiplicar los diálogos, en la base de la sociedad y de las hélices vivas, supone acoger toda potencialidad “impaciente por realizarse”, como decía el gran José María Arguedas, que va surgiendo (de lo pequeño a lo grande) de las semillas de regeneración humana, social, política y espiritual, mucho más si se presta oído a las generaciones que danzan, que estudian, que crean, que inventan, que trabajan y, siendo de orígenes muy humildes, sin olvidar su sufrimiento y su pobreza, ya son sujetos creadores de futuro en un presente en el que anticipan formas nuevas de felicidad menos prosaicas y más sublimes.
He aprendido aquí, en las veces que he visitado la UNI, como cada muchacho o muchacha ya hace inventos interesantes para mejorar la vida social y humana. El resultado de estos diálogos no será, probablemente, una enormidad de proyectos y planes o grandes reformas (todavía); más bien, será la multiplicación de diversas inspiraciones generadoras que llevarán a convicciones y consensos de que lo difícil es posible de ser superado.
Se atribuyó a Francisco de Asís esta frase que está bien acogerla para después de estos diálogos: Muchachos, hermanos todos, “comencemos por hacer lo que es necesario, luego, sigamos haciendo lo que es posible. Y, sin preverlo, nos sorprenderemos de estar haciendo lo que es imposible”.
Concluyo diciendo que el diálogo, en estos dos días pequeños, es solo para dejarnos inspirar por todo lo que está surgiendo desde lo invisible, pero siempre permitiendo que esa realidad escondida se exprese. No la matemos, cultivémosla apreciándola. Como dice Saint-Exupéry en el Principito, una vez más: “lo esencial es invisible a los ojos”, pero no al corazón de nuestra humanidad, y menos al hombre y a la mujer, y muchísimo menos, a los jóvenes peruanos creyentes y no creyentes.
Muchas gracias
1 Giraud, G -Petrini-C, Il gusto di cambiare, la transizione ecologica come via per la felicita, Slow Food Editore, Libreria Editrice Vaticana, Citta del Vaticano, Roma, Maggio 2023.