En su homilía dominical, Carlos Castillo, arzobispo de Lima, hizo un llamado a erradicar de nuestra vida la ambición desmedida por el ‘dios dinero’. El prelado pidió «luchar contra los intereses individualistas» que nos impiden ver el norte y compartir los signos de la gratuidad con quienes más sufren.
«El dinero ha creado una sociedad mecánica en donde todo se mide y se calcula. Tenemos que invertir todo lo que tengamos en la amistad y la amistad social, en velar por los pequeños, por los que no tienen nada y necesitan que nosotros compartamos nuestra vida, nuestros bienes con ellos. Ese es el centro de la reconstrucción del mundo», reflexionó.
Leer transcripción de homilía de Monseñor Carlos Castillo.
Con la Eucaristía de este domingo XXV del Tiempo Ordinario, ha dado inicio la semana central de la Jornada Arquidiocesana de la Juventud (JAJ), encuentro que congregará a las pastorales juveniles de nuestra jurisdicción eclesiástica, el próximo sábado 24 de septiembre en el Colegio Salesiano de Breña.
El Evangelio de hoy (Lc. 16, 1-13), narra la Parábola de un administrador injusto que, para evitar ser despedido por su señor, condona algunas de sus deudas. A pesar de su conducta inicial, bastó una «mínima pizca de cambio» en el administrador infiel para que su señor lo felicite. Con este cambio de actitud, explica Monseñor Castillo, «el administrador puede empezar, por lo menos, adorando algo más interesante: la amistad».
Servir a Dios y al dinero es incompatible con la fe.
Carlos Castillo indicó que, ante la posibilidad de una caída, es importante levantarnos con la ayuda del Señor para cambiar nuestra actitud de ambición y ganancia por una de servicio y generosidad:
«Todos tenemos esa experiencia de caerse y de levantarse, mucho más en un país en donde la corrupción nos agarra por cualquier lado. Aquí, en el Perú, se “respira” corrupción, y nosotros tenemos que ver la manera de cambiar los objetivos de nuestro país, las orientaciones a las cuales estamos yendo, casi, inconcientemente. Nos hemos acostumbrado a una manera de ganar dinero fácil, en donde se especula y se roba de mil formas, se consiguen influencias, se amarra aquí, se amarra allá… y quienes podrían ser una esperanza para el país porque dicen que aman a los pobres, empiezan a ver la manera de decir: “bueno, si los otros robaron, por qué yo no voy a robar”. ¡Eso tenemos que cambiarlo!, porque ahí hay una pérdida de norte absoluta, y estamos adorando a un dios que no es el Dios de nuestra fe, es el “dios mamona”, el dios dinero», precisó.
El obispo de Lima aseguró que servir a Dios y al dinero, a la vez, es incompatible con la fe. Eso no quiere decir que no haya un deseo natural de crecimiento económico, sin embargo, el problema se suscita cuando ese deseo se convierte en absoluto, «cuando solamente yo y mi dinero son lo que importa y no importan los demás».
Regenerar el país y acabar con los intereses individualistas.
Monseñor Castillo señaló que los jóvenes están sufriendo las consecuencias de la corrupción en el país. Pese a ello, esta nueva generación de jóvenes tiene la misión de «regenerar el país a través de la lucha indesmayable contra los intereses individualistas, procurando que haya bien para todos y, especialmente, para los más necesitados y los que más sufren».
El bien común es el bien que nos pertenece a todos; por lo tanto, cuando uno recibe una responsabilidad, está llamado a hacer lo correcto y no a jugar con esa responsabilidad.
El dinero ha creado una sociedad mecánica.
La gran cuestión, plantea el Primado del Perú, es cómo construir la amistad en el mundo desde una nueva manera de relacionarse mediante el servicio y la ayuda mutua. «La amistad es gratuita y desinteresada, no se impone, sino que se comparte en libertad. El dinero, en cambio, nunca podrá darnos estas cosas, porque el dinero ha creado una sociedad mecánica en donde todo se mide, todo se calcula y todo se somete a mi cálculo; y se destruye, entonces, lo más grande que tenemos, que es la humanidad; nuestra humanidad que está hecha para amar y para servir, para considerar a las personas, para respetarlas», dijo el arzobispo.
Tenemos que construir una Iglesia donde nos expresemos con libertad, nos acompañemos, nos corrijamos mutuamente y crezcamos en esa amistad. Hay que expresar lo que sentimos, compartirlo, conversarlo, caminar sinodalmente, como dice el Papa Francisco.
Carlos Castillo reiteró que la humanidad necesita un nuevo camino basado en la experiencia del amor gratuito, puesto que «la crisis económica que estamos viviendo, vivida en los valores individualistas que adoran el dinero, genera desesperación y odio los unos contra los otros».
¡La Iglesia es la casa de los jóvenes!
Finalmente, el arzobispo de Lima se dirigió a las delegaciones juveniles de nuestra arquidiócesis para recordar que la Iglesia debe valorar la experiencia de los jóvenes y abrir sus puertas al mundo: «En la próxima Jornada Arquidiocesana de la Juventud vamos a reunirnos con todos los jóvenes para poder conversar, alegrarnos, celebrar y hacer fiesta de “rompe y raja”… y vivir, así, una experiencia linda, porque nuestra Iglesia tiene que ser la casa de todos, sobre todo… ¡la casa de los jóvenes! Esta Iglesia es para eso», comentó.
Queridos jóvenes:
Despídanse, por favor, de la ambición y el dinero. Saluden siempre a la amistad, al cariño y al amor de Dios que es el amor que nos une a todos los humanos.