Mons. Castillo: "No hay mayor ciego que el que cree ver"

En el IV domingo de Cuaresma, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a dejarnos curar por Jesús que «abre nuestros ojos» y nos libera de la ceguera de la indiferencia, que nos entumece y nos impide ver el rostro del Otro y sus problemas, especialmente, cuando creemos ver y saber todo, pero resulta que desconocemos la realidad.

«Tenemos que aprender a decidir juntos las cosas y anchar nuestra democracia como valor humano, todos: gobernantes y gobernados, empresarios, amigos, barrios, comunidades… Todos estamos llamados a humanizar nuestra sociedad y dejar hablar a los pequeños, a los marginados, para entrar a un camino de reconocimiento de la dignidad, de acompañamiento y solidaridad», comentó el prelado durante la Misa celebrada en Catedral de Lima.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo.

En su alocución al Evangelio de Juan (9,1.6-9.13-17.34-38), que narra la curación de Jesús a un ciego de nacimiento, el arzobispo de Lima afirmó que la experiencia de los primeros cristianos y cómo han ido entrando en la fe, nos permiten comprender la novedad que trae el Señor para todos, ayudándonos a creer y salir de nuestras rigideces. Es una invitación a abrirnos vivamente y no asumir que ya lo sabemos todo, de lo contrario, podemos quedar estancados en el entrampamiento.

En ese sentido, el arzobispo de Lima destacó los gestos y momentos de Jesús en su encuentro con el ciego: lo ve y hace un gesto profundo de amistad y de cariño (de su saliva hace barro en la tierra y se lo mete en los ojos. Luego le dice: “Anda, vete a lavar a la piscina de Siloé”. Así fue y empezó a ver).

Este hecho sencillo, explica el Evangelio de hoy, generó todo tipo de cuestionamientos sobre el proceder de Jesús (no se podía curar en sábado) y del ciego (se creía que era ciego por el pecado heredado de sus padres). «Jesús ha hecho algo nuevo» – explica Monseñor Carlos – «y el sistema de vida que llevaban en la religión judía no permitía que algo nuevo surja; por lo tanto, existe un encerramiento tal que solo lo que la ley manda y está ordenado por los sacerdotes del templo de Jerusalén, tiene que pasar».

Ver el rostro del Otro con los ojos de Jesús.

Estas rigideces y modos absolutistas de ver la vida, es un problema que cada vez se va acentuando más en nuestra región de América Latina, así lo indicó el obispo de Lima: «El totalitarismo es una tendencia a pensar de que solo quien manda y ya tiene un sistema organizado, tiene la verdad y, por lo tanto, nadie tiene que decir nada distinto. Esa es la «ceguera» que nos entumece y no nos permite ver el rostro del Otro y sus problemas, que no nos hace ver con los ojos de Jesús, que tiene compasión  por las personas y sale a buscarlas, sino que nos encierra en nuestros pensamientos y, especialmente, en nuestras ideologías», precisó.

Por eso, la actitud del ex-ciego, luego de ser curado, consiste en afirmar y mostrar su experiencia permanentemente, es decir, ante todo el sistema de objeciones y rigurosidades que se había impuesto en Israel:

«El ciego ni siquiera sabía quién era el Hijo del Hombre, porque los hebreos más sencillos y marginados esperaban que Dios enviara, en medio de los hombres, a un hijo de una familia determinada (el Hijo del Hombre). Israel había pasado siglos de maltratos, destrucciones, intolerencia y guerras, y el pueblo estaba cansado por la humillación que sufría. Por eso, siempre había, en el corazón de todos, la esperanza de que alguien viniera de parte de Dios a dar aliento y consolar», manifestó el arzobispo Castillo.

Dios está para ayudarnos en medio de las tragedias.

A partir de su experiencia con Jesús, el ciego cree y se pone de rodillas ante Él. Esta imagen, señala Monseñor Carlos, significa que «cuando tenemos una intuición de fe, que es profunda, hay que seguirla». Sin embargo, a veces, estamos habituados a mantener «costumbres que se quedan en el tiempo y no se reforman», pero es necesario que aprendamos a madurar en la fe y reconocer que «Dios es amor y solo amor».

Y como testimonio de ello, está toda la acción solidaria desplegada en favor de nuestros hermanos damnificados por las lluvias: más de 16 toneladas de víveres que Cáritas Lima ha podido compartir en apenas tres días. Esto nos revela que ya no pensamos que las tragedias son una manifestación de la ira de Dios (¡Aplaca tu ira, Señor!, solíamos decir). «Ahora empezamos a sentir que una cosa son las tragedias, y otra cosa es el amor de Dios que está para ayudarnos en medio de las tragedias; que Dios no nos manda las tragedias por castigo (como lo pensaban los hebreos)».

Dios no quiere el mal para el ser humano, Él es nuestro escudo y nuestra esperanza. Dios está siempre con nosotros y nos alienta a identificar los males para solucionarlos.

«Ante la desgracia, ante el dolor: somos hermanos solidarios, hermanos de verdad», reiteró el prelado. Por lo tanto, podemos decir que «la experiencia puede más que las costumbres, y que tenemos que seguir rectificando, incluso en la Iglesia».

Salir del miedo y respetar la diversidad que tenemos como país.

En otro momento, el Primado del Perú exhortó a que aprendamos a convivir en la diversidad de opiniones y sentires. Carlos Castillo advirtió que, si solo infundimos el temor, las personas no hablan por miedo, acumulan rabia y reprimen las cosas que desean ser tratadas:

«Por años, en nuestro país, se ha ido creando un nuevo sistema que es la democracia, para poquito a poco, aprender a tratarnos y tratar nuestras cosas. Pero siempre hay, en este tiempo, personas que dicen: “Esa cosa no está buena, es mejor que todos obedezcan a uno solo”, y eso viene ocurriendo en toda América Latina, tanto en los grupos totalitarios como en las democracias, donde hay personas que quieren manipular el sistema y tener control absoluto sobre todo».

Hermanos y hermanas, tiene que haber diversidad y todos tenemos que participar. No puede ser que algunos capturen ciertas cosas o inventen ciertas costumbres en donde todo el mundo aparece “agachadito”.

«Todos tenemos el legítimo derecho a hablar y a decir las cosas (como lo hizo el ciego)», reflexionó Monseñor Castillo. Y, aunque cuesta salir del miedo (sobre todo cuando se usan medios para crear terror y tener al mundo callado), la mejor manera de actuar es «escuchándonos, expresándonos, curándonos y reconociéndonos dignamente».

En memoria de Monseñor Bambarén.

Durante la Santa Misa, se ofreció una especial intención por el eterno descando de Monseñor Luis Bambarén, obispo emérito de Chimbote, al cumplirse dos años de su partida al Padre.

La Eucaristía del IV domingo de Cuaresma ha congregado, en la Basílica Catedral de Lima, a representantes del Ministerio de Turismo y de la Dirección General de Artesanía; así como los niños y jóvenes de la Catequesis de la parroquia El Sagrario.