Monseñor Elías: "El profeta aviva la Palabra de Dios"

En el XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Monseñor Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima, presidió la Celebración Eucarística y reflexionó sobre la dimensión del verdadero profeta: “El verdadero profeta es el que recibe el Espíritu de Dios, por eso, no se vende a nadie, siendo siempre perseguido. Vivir la verdad y vivir de la verdad a la que él está abierto, cuesta de verdad, por eso es dura la misión del verdadero profeta.”

De igual manera, reflexionando sobre la Primera Lectura, tomada del Libro de Ezequiel que narra la llamada profética, Monseñor Elías recordó que en nuestro “se nos ha conferido ser profetas, sacerdotes y reyes, es una experiencia que, a veces, parte en 1000 pedazos a este hombre o a esta mujer de Dios”.

El Obispo Auxiliar reiteró la misión de los profetas y las consecuencias que viven a causa de proclamar la Buena Nueva: “El profeta aviva la Palabra de Dios y es por ello, que son perseguidos, porque no hablan por hablar ni a causa de sus propias ideas, sino por la fuerza misteriosa del Espíritu que los impulsa más allá de lo que es una tradición y costumbre, incluso de lo que debe hacerse”.

Por otro lado, Guillermo Elías profundizó sobre la figura de Pablo, citada en la Segunda Lectura, en la cual relata el Obispo, se aprecia la confesión más humana de Pablo, donde habla de un aguijón punzante, que según los estudiosos del texto bíblico, alude a que podría ser una enfermedad o a los adversarios que Pablo tenía.

Y continuando con Pablo, el prelado comentó que el profeta se muestra en su misión con sus debilidades: “Pablo aparece débil, quiere combatir por el Evangelio que anuncia y por el mismo, su experiencia la percibe en debilidad y los que lo escucharon, también la percibieron. Por ello, Pablo recurre a la gracia de Dios, porque lo hace fuerte en la debilidad, lo hace autoafirmarse, no en la destrucción ni en la vanagloria, sino en aceptarse como es y lo que Dios le pide, construir una pequeña y hermosa teología de la cruz”.

De otro lado, comentando el Evangelio de Marcos (6,1-6) que relata el regreso de Jesús a su pueblo de origen, Nazareth, y donde recibe el desprecio de sus familiares y vecinos, por lo cual no realizó ningún milagro, Monseñor Elías señala que ese momento de crisis entre Jesús y su pueblo se pone de manifiesto por la falta de fe.

“Cuántas veces en nuestra propia vida tendríamos que replantearnos sí estamos en la apertura a las sorpresas, de un Dios que actúa a través de ellas. Sin la apertura, nos decía el Santo Padre, sin ese asombro que produce y requiere la fe, nuestra fe se convertirá en una letanía cansada que, lamentablemente se apaga ante el misterio de Dios que actúa en lo cotidiano y muchas veces en personas sencillas que están a nuestro alrededor, tendríamos que tener los ojos abiertos y el corazón libre de prejuicios para abrirnos a esa novedad”, señaló.

Finalmente, Monseñor Elías, reflexionando sobre la misión profética que Dios le pide a Ezequiel, Pablo y Jesús, nos recuerda que en la fragilidad, Dios nos muestra su Espíritu y nos motiva a ser profetas hoy: “el bautismo nos ha configurado esta dimensión profética, y hoy más que nunca, debemos ser profetas, anunciar la Buena Nueva en casa, en el trabajo, en nuestra vida cotidiana. Recordar que el profeta no debe tener miedo y que costará, porque nadie es profeta fácilmente en el lugar donde viva” como dice Jesús”.