El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, junto a los dos obispos auxiliares de Lima, Mons. Guillermo Elías y Mons. Ricardo Rodríguez, tuvieron un saludo fraterno con el Papa Francisco al término del Curso Anual de Formación para los Nuevos Obispos que se realizó en Roma del 4 al 12 de septiembre.
Esta mañana, los pastores de Lima participaron de la celebración eucarística en la Basílica de San Pedro presidida por el Cardenal Marc Ouelett. Al término el Papa Francisco se reunió junto a los 105 nuevos obispos del mundo nombrados en el último año por Su Santidad.
La delegación peruana está conformada por seis nuevos obispos: Mons. Carlos Castillo (Arzobispo de Lima y Primado del Perú), Mons. Guillermo Elías (obispo auxiliar de Lima), Mons. Ricardo Rodríguez (obispo auxiliar de Lima), Mons. Giovanni Cefai (obispo de Huancané-Arequipa), Mons. Ciro Quispe (obispo de Juli-Puno), y Mons. Timoteo Solórzano (obispo auxiliar de Trujillo).
En su mensaje dirigido a los nuevos obispos (leer discurso completo), Francisco recordó que «la cercanía a Dios es la fuente del ministerio del obispo»:
«Dios nos ama, se hizo más cercano de lo que hubiéramos podido imaginar, tomó nuestra carne para salvarnos. Este anuncio es el corazón de la fe; debe preceder y animar todas nuestras iniciativas. Existimos para hacer palpable esta cercanía», expresó.
Convertirnos en panes partidos para la vida del mundo
«No se puede comunicar la cercanía de Dios sin tener experiencia de ella – prosiguió – sin experimentarla cada día, sin dejarse contagiar por su ternura».
«A través de la oración le damos al Señor la ciudadanía dondequiera que vivamos. Sintámonos, como san Pablo, tejedores de tiendas (cf. Hch 18, 3): apóstoles que permiten al Señor habitar en medio de su pueblo (cf. Jn 1, 14)».
Francisco explicó que estando cerca del Dios de la proximidad, crecemos en la conciencia de que nuestra identidad consiste en hacernos cercanos: «Este es mi Cuerpo ofrecido por ustedes», decimos en el momento más alto de la ofrenda eucarística por nuestro pueblo. Nuestra vida brota de aquí y nos lleva a convertirnos en panes partidos para la vida del mundo, remarcó.
Atender a los últimos, a los pobres
«El termómetro de la cercanía es la atención a los últimos, a los pobres, que ya es un anuncio del Reino – dijo en otro momento – Llevar una vida sencilla es dar testimonio de que Jesús es suficiente para nosotros y de que el tesoro del que queremos rodearnos está constituido más bien por aquellos que, en su pobreza, nos lo recuerdan y lo representan: no pobres abstractos, datos y categorías sociales, sino personas concretas, cuya dignidad nos es confiada como padres».
El Papa exhortó a los nuevos obispos a «ser capaces de escuchar el latido de sus comunidades y de sus sacerdotes, incluso a distancia: sentir el latido. Pastores que no se contentan con presencias formales, reuniones de agendas o diálogos de circunstancias».
También pidió «no dejar a la gente esperando y no ocultar los problemas debajo de la alfombra. Por tanto, deben ser cercanos, estar en contacto con las personas, dedicarles más tiempo que a los despachos. No temer el contacto con la realidad, que hay que conocer y abrazar”.