Orquesta Sinfónica Nacional y Coro Nacional ofrecieron concierto en la Catedral de Lima

El Coro Nacional y la Orquesta Sinfónica Nacional, ofrecieron un concierto sinfónico coral gratuito, evento que contó con la presencia del arzobispo de Lima y primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, el obispo auxiliar de Lima, Mons. Guillermo Elías y el Vicario de la comisión episcopal de fe y cultura, el padre José Antonio Ubillus.

Catedral de Lima: símbolo de la unidad de toda la Iglesia de Lima

Durante el concierto bajo la dirección artística de Javier Sunico, la batuta del director canadiense Julian Kuerti y la Orquesta Sinfónica Nacional, se interpretó el Réquiem del compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart. Posteriormente Mons. Carlos Castillo dirigió unas palabras a los asistentes destacando que la Catedral de Lima es“símbolo de la unidad de toda la Iglesia de Lima”.

“Quisiéramos siempre que sea así, abierta, y de hecho vamos a hacer todo un programa que permita la unidad de todos nosotros a través de las cosas más sutiles que nos ha dado la vida y que son el fundamento de nuestra existencia, todo se basa en lo sutil, digamos, en las cosas más bellas, más delicadas, además los católicos decimos siempre: somos creación del amor de Dios”.

“Ahora que vamos a escuchar una de las obras más bellas de Wolfgang Amadeus Mozart, quisiera que como introducción escucháramos las palabras del Papa Benedicto XVI por el cual en gran parte estamos aquí, porque por su renuncia, vino Francisco, y vino justamente a reparar la Iglesia que él no tenía fuerzas para poder repararla y a él debemos justamente que con esa falta de fuerzas abrió un espíritu nuevo en la Iglesia, que es la retoma de las grandes intuiciones del Concilio Vaticano II, hace más de 50 años. Y él tiene una meditación sobre Mozart que se llama: Mi Mozart – comentó el arzobispo.

“Mi Mozart” – Benedicto XVI

“Cuando en nuestra parroquia de Traunstein, en los días de fiesta, tocaban una misa de Mozart, a mí, que era un niño pequeño que venía del campo, me parecía como si estuvieran abiertos los cielos. Delante, en el presbiterio, se formaban columnas de incienso, en las que se quebraba la luz del sol; en el altar tenía lugar la celebración sagrada, de la que sabíamos que abría para nosotros el cielo. Y desde el coro resonaba una música que sólo podía venir del cielo, una música en la que se nos revelaba el júbilo de los ángeles por la belleza de Dios. Algo de esta belleza estaba entonces entre nosotros.

Tengo que decir que algo así me sucede todavía, cuando oigo a Mozart. En Beethoven oigo y siento el empeño del genio por dar lo máximo, y de hecho su música tiene una grandeza que me llega a lo más íntimo. Pero el esfuerzo apasionado de este hombre resulta perceptible, y a veces, en un paso u otro, en su música parece notarse también un poco esta fatiga. Mozart, en cambio, es pura inspiración o, al menos, así lo siento yo. Cada tono es correcto y no podría ser de otra manera. El mensaje está sencillamente presente. Y no hay en ello nada banal, nada solamente lúdico. El ser no está empequeñecido ni armonizado falsamente. No deja fuera nada de su grandeza y de su peso, sino que todo se convierte en una tonalidad, en la que sentimos la redención también de lo oscuro y de nuestra vida y percibimos lo bello de la verdad, de lo que tantas veces querríamos dudar.

La alegría que Mozart nos regala, y que yo siento de nuevo en cada encuentro con él, no se basa en dejar fuera una parte de la realidad, sino que es expresión de una percepción más elevada del todo, que yo sólo puedo caracterizar como una inspiración, de la que parecen fluir sus composiciones como si fueran evidentes. De modo que, oyendo la música de Mozart, queda en mí últimamente un agradecimiento, porque él nos ha regalado todo esto, y un agradecimiento, porque esto le haya sido regalado a él”.

Benedicto XVI

Arte puro en el corazón de Lima

Al finalizar el concierto Mons. Guillermo Elías, obispo auxiliar de Lima, dedicó unas palabras de agradecimiento: “realmente es una bocanada de aire puro lo que esta noche recibí y queremos en nombre del Arzobispado de Lima agradecer por este esfuerzo de hacernos más humanos y por lo tanto, mejores cristianos”

Por su parte el Vicario episcopal de la Comisión de Fe y Cultura, el padre José Antonio Ubillus expresó su agradecimiento profundo “al Coro Nacional, a la Orquesta Sinfónica Nacional y a su director”.

El historiador Fernando López Sánchez, administrador y curador de la Catedral de Lima cerró el acto con unas palabras en las que agradeció y anunció más actividades de ese tipo en las instalaciones de la catedral:

“Muchas gracias por esta oportunidad, sin el impulso del Arzobispo y el obispo auxiliar y de la Comisión de Fe y Cultura esto no sería posible. Gracias a la feliz idea del director de los elencos del Ministerio de Cultura y del señor Director Sunico, tampoco se hubiera concretado, y además con la gestión muy eficaz de la señorita Stefany Bravo que detrás de todo esto ha estado moviendo y gestionando, esto hubiera sido imposible. Muchas gracias y esperamos más de este tipo de eventos en la Catedral de Lima”, finalizó.