Escribe: Jessica Laurente.
Estos dos últimos años, la salud ha jugado un papel fundamental en la vida de todas las personas, en especial, a causa de la Pandemia Covid-19, que puso en alerta el cuidado de nuestra salud física y mental. En ese sentido, la Organización Mundial de la Salud celebra este 07 de abril, un año más del Día Mundial de la Salud, una fecha para crear conciencia sobre las enfermedades mortales mundiales que predominan y los hábitos saludables a seguir para tener una buena salud.
Este año, bajo el lema “Nuestro planeta, nuestra salud”, la atención de la OMS va con especial énfasis a la interconexión entre el planeta y nuestra salud, con el fin de instarnos a tomar conciencia sobre la vital importancia del cuidado de nuestro medio ambiente en favor de una buena salud.
De esta manera, nuestra Iglesia de Lima, a través de la Pastoral de la Salud, desde el inicio de la Pandemia a la fecha, viene acompañando a nuestros hermanos enfermos en algunos de los hospitales de Lima.
A continuación compartimos los testimonios, reales y vivos, de los hermanos voluntarios de la Pastoral. Ellos, siguiendo el ejemplo de Jesús, han venido llevando su servicio desinteresadamente para acompañar a los hermanos enfermos.
Mirar a nuestros hermanos enfermos como Jesús.
Mary Cruz Sánchez Lara es médico en la especialidad de Nefrología, en el Hospital Guillermo Kaelin, en el distrito de Villa María del Triunfo. Ella participa de la Pastoral de la Salud de nuestra Arquidiócesis como voluntaria: «Los dos años de Pandemia fueron tiempos muy críticos, sobre todo, para los pacientes de alto riesgo, falleciendo más del 50 % de ellos», expresó.
Mary Cruz afirma que, a pesar de las largas horas de trabajo por salvarle la vida a sus pacientes, oraba junto a ellos para pedir por su salud: «En mi especialidad había dos madres embarazadas, normalmente esta condición hace que tengan el peor pronóstico, porque sus bebés no llegan al término de su gestación debido a que presentan anemia constante y la diálisis diaria que las debilita, haciendo que el bebé no crezca lo suficiente. Sin embargo, ambas pacientes pudieron dar a luz a sus niños, prematuros, pero vivos, y eso fue un milagro del Señor. Una de las madres, seis meses después, falleció. De igual manera, continuamos acompañando a la madre sobreviviente quien, además, padecía de fuertes ataques de pánico con cuadros de ansiedad y depresión».
La agente de la Pastoral de la Salud nos comenta que, dentro de su servicio, también pudieron ingresar a UCI para acompañar y rezar junto a los pacientes con Covid-19, donde recuerda a una con especial cariño: “Rosita era una paciente incomunicada, prácticamente con muerte cerebral, rezamos junto a ella y lo que nos sorprendió fue que vimos cómo caían lágrimas de sus ojos, pero sabíamos que era Dios que estaba en medio de nosotras, consolando a Rosita para hacerle sentir su amor”, acotó.
Sánchez Lara también brindó su apoyo al Hospital del Niño, donde conoció a Salvador, un niño de 11 años que vino desde Puerto Maldonado y que recibía su diálisis en dicho nosocomio: “Fuimos a visitar a Salvador para entregarle unos víveres y poder rezar con él, ya que vivía solo con su mamá, porque su situación era precaria. Su hermosa sonrisa fue mi mayor alegría”.
En el Día Mundial de la Salud, la doctora Sánchez Lara nos invita a disponernos hacia el hermano enfermo: “En estos dos últimos años hemos vivido realmente momentos muy dolorosos, pero que nos han ayudado a aprender. Por ello, los invito a mirar a cada uno de nuestros hermanos enfermos como Jesús, con amor, brindándoles el mejor servicio, teniendo sensibilidad, y no tengamos miedo de evangelizar aún en las peores circunstancias”, reflexionó.
Valoremos más la vida y tomemos las medidas preventivas.
Roxana Pereyra Cárdenas es enfermera de profesión. Actualmente participa como responsable del voluntariado de la Pastoral de Salud en el hospital Rebagliati del distrito de Jesús María. Ella aseguró que el tiempo de Pandemia ha sido muy triste, por una parte, porque como personal de salud, ha visto morir a muchos de sus pacientes: «también ha sido una experiencia muy frustrante y dolorosa, porque no sabía qué hacer para ayudarlos. En ocasiones, a solas, me ponía a llorar pensando en mis pacientes y en sus familias”, recordó.
Roxana, con la Gracia de Dios, sacó fuerzas y continuó su servicio como voluntaria de la Pastoral de la Salud: “Es satisfactorio poder acompañarlos, escucharlos y rezar junto a ellos.
Una de las experiencias más gratificantes de esta enfermera ocurrió en una de sus visitas como voluntaria: “En una de mis visitas conocí a Clara, una paciente de la tercera edad que estaba muy deprimida porque su familia no la visitaba. Lloraba mucho y decía que no la querían. Me puse a conversar con ella, empezó a contarme su vida, nos reímos de sus anécdotas, y al final, me agradeció por escucharla y hacerle ver lo linda que es la vida».
En el Día Mundial de la Salud, Roxana Pereyra nos invita a agradecer a Dios por tener salud y estar al lado de nuestra familia: “Vivan siempre agradeciendo a Dios por el día a día, por tener al lado a sus familias y amigos. Valoremos más la vida y no olvidemos siempre tomar las medidas necesarias para cuidarnos y tener una buena salud”.
Todos podemos ser fuente o instrumentos para el Señor.
Finalmente está el testimonio de nuestro hermano Carlos Gonzales Medina, médico de la Subespecialidad de Ginecología Oncológica del Hospital Edgardo Rebagliati y miembro voluntario de la Pastoral de la Salud de nuestra arquidiócesis.
Carlos Gonzales indica que uno de los puntos clave para salvar vidas durante la Pandemia fue el trabajo articulado de todos los trabajadores de su hospital: “En estos dos años de pandemia, expreso mi agradecimiento a todo el equipo de salud que ha participado activamente en la recuperación tanto física como mental de nuestros pacientes: enfermeras, nutricionistas, técnicos, médicos especialistas, personal administrativo y el equipo de limpieza y vigilancia. Todos contribuyeron a salvar vidas”.
En ese sentido, el servicio de Oncología, durante la Pandemia, dedicó especial atención a sus pacientes, dándoles el soporte emocional a través de la oración, para ayudarlos a comprender su enfermedad: “Antes y durante la pandemia realizábamos el rezo del Santo Rosario diariamente a las 7:00 de la noche alrededor de la imagen de la Virgen María. Luego de la Pandemia, en mi deseo de motivar a mis pacientes a orar, obsequiaba rosarios y estampitas de la virgen. Algunas veces me acompaña un hermano franciscano para brindarles palabras de aliento y bendición a cada paciente”, contó.
En el Día Mundial de la Salud, el doctor Gonzáles agradeció a Dios por la profesión que le ha permitido acercarse a sus pacientes con amor y acogida: “Creo que, en medio de la Pandemia, podemos ser fuente o instrumentos del Señor para actuar de manera solidaria. En el rostro de cada enfermo está Cristo”.