Pastores que anuncien el Evangelio con entrañas de misericordia

Al llegar el IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor, Monseñor Carlos Castillo reflexionó sobre la misión que debemos seguir todos los cristianos: «anunciar el Evangelio con entrañas de misericordia» en cada situación de la vida, especialmente las más complicadas. En el día que festejamos a nuestras mamás peruanas, el Arzobispo de Lima dijo que toda madre es también Pastora, porque a través de su capacidad generadora de vida, aprendemos que Dios es amor gratuito y que la vida solo tiene sentido cuando somos gratuitos y compartimos lo que tenemos:

«En cada situación difícil, es necesario abrir la posibilidad de que volvamos a las entrañas de nuestra madre y podamos regenerar nuestra vida. Eso es urgente hoy día en la sociedad peruana, en la Iglesia peruana y en el mundo», comentó en su homilía.

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Monseñor Carlos agradeció a Dios por el testimonio de María Agostina Rivas López, nuestra ‘Hermana Aguchita’, servidora y pastora de la Amazonía que fue asesinada en 1990 por un grupo terrorista: «Aguchita, igual que el Señor Jesús, murió porque ella decidió entregar su vida para salvar la de otros. Ella se fue a meter en la boca del lobo en esos años del terrorismo para acompañar a la gente, y eso le costó la vida. Por eso, Aguchita es mártir de la Iglesia, testigo del amor de Dios. Hoy, la Amazonía tiene una santa entrañable», expresó.

Comentando el Evangelio de Juan (10, 27-30), el Obispo de Lima explicó que el Señor se presenta como un Pastor que conoce a sus ovejas y suscita la capacidad de escuchar su voz: «Para ser cristianos, para ser plenamente seres humanos, para tener vida plena y eterna, se necesita ser conocido por el Señor y escucharlo permanentemente», añadió.

Desarrollar nuestra capacidad de ser sinodales. Saber escucharnos y entendernos.

«Esta voz del Señor nos hace discípulos – prosiguió el Arzobispo Castillo en su reflexión dominical – nos hace seguirlo porque escuchamos su voz. Él nos conoce, nos contempla, nos comprende, nos ama y nos llama. María es discípula del Señor porque se dejó mirar y, suscitada por el amor de Dios, caminó siempre según la voluntad del Señor, entregando a su propio hijo».

El Primado del Perú reiteró el llamado del Papa Francisco a desarrollar nuestra capacidad de ser sinodales: «Hemos caminado muy dispersos, cada uno con su carisma, cada uno con su manera de ser, cada uno con sus intereses, pero eso, luego nos dispersa y no nos une. Es importante la vocación particular, pero unida a la vocación de ser una unidad entre todos los humanos, participando todos con nuestra palabra, con nuestro entendimiento», precisó.

Esa idea de que hay una Iglesia en donde unos mandan y otros obedecen, no es como el Buen Pastor que conoce a las ovejas, conversa con ellas, las comprende, las acompaña, las hace caminar juntas y es referencia para todos.

Monseñor Carlos aseguró que la sinodalidad es el camino que trazará el futuro de la Iglesia: «Nos vamos a encontrar con situaciones inéditas y hay que saber consultar con la gente, hay que pedir su opinión. Nos hemos habituado a una Iglesia en donde ‘ya está todo solucionado’ y simplemente repetimos las cosas, pero vamos a un mundo difícil en el que, solamente si conversamos y vamos construyendo juntos, escuchándonos mutuamente y comprendiéndonos, va a ser posible que la Iglesia sea significativa».

La madre también es pastora. Ella nos conoce y nos genera.

En esta misión de anunciar el Evangelio, no podemos olvidar el rol fundamental que cumple la mujer, especialmente la madre: «En la imagen de la madre, tenemos a una pastora que también nos conoce. No hay nadie que nos conozca mejor que nuestra mamá y nos llevó en el vientre. Y ese Señor, que también es Padre y Madre para nosotros, es generador de nuestra vida permanentemente, porque es un Dios que nos regenera», acotó el prelado en su homilía.

Si hay algo fuerte de una mujer, es su capacidad generadora, tan fuerte e importante que Jesús lo tomaba como ejemplo. Él llora por Jerusalén y emplea una fórmula femenina, dice: “Jerusalén, que matas a los profetas, cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a los pollitos”. Es una imagen femenina que es muy importante para nosotros porque todos tenemos esa dimensión generadora que une, que llama a la unidad y no crea divisiones.

En el día que también oramos por las vocaciones en todo el mundo, el Arzobispo de Lima afirmó que la vocación humana universal es ser unidos en el bien común de todos: «La Iglesia, tanto los sacerdotes que van a dirigir la Iglesia sinodal como los laicos, son agentes activos, protagonistas de la construcción de la unidad entre todos», resaltó.

Volver a las entrañas de misericordia para refundar el mundo.

El Monseñor Carlos explicó que «estamos teniendo un mundo, una sociedad y una Iglesia estériles, infecundos y secos», y por eso, necesitamos «volver a las entrañas de misericordia para que todo tenga sentido, alegría y belleza».

Antes de concluir, el Arzobispo Castillo pidió que todos seamos agentes activos y sujetos de evangelización que susciten el amor de Dios el mundo, sin imponerse: «Seamos discípulos y discípulas misioneros para que el amor de Dios se suscite desde la raíz más honda de este mundo y de la humanidad. Es posible un mundo distinto si volvemos a la belleza y grandeza de lo que hemos recibido: el amor gratuito de Dios que viene por la sangre de nuestra madre, por el canto de nuestra madre y por su respiración antes de nacer».