Al cumplirse cuatro años del Viaje Apostólico del Papa Francisco al Perú, del 18 al 21 de enero, compartimos las palabras de reflexión y agradecimiento de Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú.
Mensaje de Monseñor Carlos Castillo
Hermanos y hermanas, queridos amigos, esta semana, el 18, día de la fiesta de la Ciudad de Lima, tuvimos hace cuatro años – y todavía están en nuestros recuerdos, en nuestra memoria más profunda – la visita del Santo Padre Francisco al Perú. Esa huella imborrable que dejó él con su encuentro desde la Ciudad de Lima hacia las provincias.
La primera visita, sobre todo, a Madre de Dios. Luego la visita que nos hizo a Trujillo y, luego también, la visita que nos hizo en Lima. Todos nos hemos sentido sumamente renovados por su mensaje y hemos visto nuevos caminos para la Iglesia en nuestro país, con los sectores más marginados y abriendo pasos para que nuestra Iglesia se transforme en una Iglesia verdaderamente misionera y solidaria.
Queremos, desde nuestro país, decirle a todos que el Santo Padre es una huella de luz, una linterna de esperanza para conducirnos en el camino de renovar nuestra Patria y nuestro mundo.
Y hoy día, tenemos la satisfacción de sentirnos testigos de su presencia, porque es la presencia del Señor la que hemos vivido y vivimos todavía. Y al recibir la gracia también del ministerio episcopal, todos los que lo hemos recibido de su decisión pastoral, estamos profundamente alegres, porque tenemos en nuestras manos el crear las condiciones de una esperanza que solamente el Señor Jesús, que se fija en los más humildes y en los más marginados, nos puede permitir desarrollar.
No pensábamos que después de esa visita nos ocurriría esa tragedia mundial de la Pandemia, sin embargo, su visita nos preparó, nos anunció que había un mundo cambiante que tenía debilidades muy grandes y que teníamos que estar a la altura para vencer la corrupción, los vicios de nuestra historia, y para reparar sus heridas, especialmente para recobrar toda la tradición de esta Patria ‘ensantada’ que está llamada a producir frutos de amor, de vida, de santidad, de justicia y de paz para todos los peruanos y peruanas, y también para todos los migrantes que nos visitan y a los cuales hemos de ayudar con el corazón.
Dirigimos nuestra plegaria al Santo Padre que siempre pide que recemos por él. Demos gracias a Dios: Padre bueno que nos diste al Papa Francisco como un signo de tu amor en nuestra historia actual, y así, testigo de Jesús por el mundo, nos invita permanentemente a la conversión, al servicio y a la acción misionera, mantenlo siempre con fuerza, con ánimo, con alegría y con esperanza para que el Evangelio que Tú nos has dado se siga proclamando en toda la humanidad, especialmente entre los descartados de esta sociedad que necesitan de su fuerza, de su ánimo, del Espíritu de Dios que nos inunde, nos proteja, nos acompañe, nos envuelva y suscite en nosotros la alegría.
Dios bendiga al Santo Padre. Gracias Santo Padre por visitarnos y gracias por su mensaje en estos cuatro años.