En la reciente edición del programa Diálogo de Fe, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, nos llama a repensar la Iglesia a través del diálogo y la fuerza resucitadora de ese Dios que nos acompaña, nos levanta y restaura nuestras heridas: «Dios es amor y todas nuestras relaciones son de amor porque están más allá de los condicionamientos humanos» – dijo.
El «Dios lejano» de los saduceos
Refiriéndose al Evangelio de Lucas (20,27-38) de este domingo XXXII del Tiempo Ordinario, Mons. Castillo explicó que los saduceos eran un grupo descendiente de los sadoquitas que gobernaron en una «especie de dinastía» y «aristocracia sacerdotal». Ellos «habían fijado a Dios como un ser completamente lejano» gracias a un sistema de sacrificios y holocaustos – «imponían cargas a la gente que ni ellos mismos podían cargar, y a la vez, vivían del dinero que la gente daba» – comentó.
Este grupo de «puros» se acerca a Jesús para formularle una pregunta sobre la Ley del levirato, un tipo de matrimonio en el cual una mujer viuda que no ha tenido hijos debe casarse con uno de los hermanos de su fallecido esposo – «Cuando llegue la resurrección ¿De cuál de ellos será la mujer?» – preguntan los saduceos (que no creían en la fuerza resucitadora de Dios).
Al ser Israel un pueblo de pastores, la descendencia de un pastor era de gran relevancia para la historia – «su nombre no podía quedar en vacío, un pueblo pastor necesita tener descendencia, entonces se le atribuía esa cadena» – explicó Mons. Castillo – «La respuesta habilísima de Jesús es: cuando sea la resurrección de los muertos, la gente no se casará, sino seremos hijos de Dios, serán hijos de Dios, y simultáneamente dice: seremos como ángeles.”
«Jesús no les dice que seremos ángeles, sino como ángeles, en el sentido de que viviremos en presencia del Señor permanentemente en ese amor, y que seremos incorporados en la Trinidad», señaló.
Dios es amor y todas nuestras relaciones son de amor porque están más allá de los condicionamientos humanos. Éste es el centro de la propuesta de Jesús en la fe.
Dios tiene la capacidad de crear y recrear las cosas
«Mientras que los saduceos se remiten a Moisés, Jesús toma la misma palabra de Moisés que está en el Antiguo Testamento y cita una parte de la zarza ardiendo, cuando se le presenta Dios a través de la zarza y le dice: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”. Está usando este argumento para demostrarles que ya en las palabras que Dios le dice a Moisés está presente la vida, el Dios de la vida que resucita muertos», indicó.
Dios tiene la capacidad de recrear las cosas, de crear y recrear. Resucitar los muertos significa hacer que, por medio del amor, todo tenga vida, y por tanto, todos los problemas puedan ser enfrentados siempre desde el punto de vista del amor gratuito y generoso
«Como ellos (los saduceos) no eran actores de amor, sino actores de opresión, entonces a ellos les parecía que Dios no tenía capacidad, sino la tenían ellos que dominaban» – resaltó – «Jesús nos dice que, si nosotros tenemos amor, nuestra vida va a ser plena y vamos a vivir en esa plenitud».
Una Iglesia justa que levante su voz
Al ser consultado sobre la actitud que debe tomar la Iglesia frente a casos de sacerdotes que han cometido delitos graves como la pedofilia, Mons. Carlos Castillo reiteró su compromiso como Arzobispo de Lima de no encubrir a ningún agresor y generar protocolos de acción que aseguren la prevención, atención y reparación de las víctimas: «Yo lo he dicho con toda claridad: yo no voy a permitir encubrir a nadie»– enfatizó.
«El Santo Padre nos ha ayudado muchísimo a aclarar este tema – prosiguió – hay un clericalismo generalizado en donde algunas personas, basadas en ese poder que pretenden tener, cargan y destruyen a personas. Ante ésas personas la Iglesia levanta su voz y dice: “no vamos a encubrir a nadie más como se ha hecho en el pasado”, puntualizó.
«Cada vez que suceda una denuncia fiscal hecha por la víctima, la Iglesia tiene que suspender al denunciado de sus funciones pastorales momentáneamente mientras dure el proceso». En caso de haber cometido el delito, es importante que el sacerdote reconozca su error, pida perdón y luego «dedique su vida a reparar el daño habido, que muchas veces es un daño irreversible pero que requiere de una vida penitencial y de servicio para que las personas queden de alguna manera resarcidas, no solo económicamente sino humanamente».
Las organizaciones de la vida de la Iglesia también deben seguir este camino de restitución, y por eso, el Obispo de Lima considera importante que «toda la constitución interna» pueda estar normada para prevenir que estos casos no ocurran más y ser una Iglesia «resucitadora de tantas heridas que existen»:
«En eso estamos en este momento: estudiando. Nosotros hemos encontrado que no se habían puesto ningún reglamento a nada. Vamos a ver cómo hacemos ahora para que eso pueda traducirse. Si bien estamos en los primeros meses, este tema es urgente y necesario», subrayó.
Repensar la Iglesia a través del diálogo
Uno de los problemas en la Iglesia es que imaginamos el mundo de acuerdo a los valores que los católicos consideramos «irrenunciables», de tal modo que condicionamos la posibilidad de un diálogo sólo si los demás aceptan éstos valores y normas:
«La entrega generosa y gratuita de Jesús que anunciamos viene para todos» – resaltó Mons. Castillo. Por eso, tenemos la misión de «acoger las cosas interesantes» que tiene cada cultura. Este es el caso de los pueblos amazónicos y la importancia «muy grande» que tiene la Madre Tierra en la orientación de sus vidas, y que como Iglesia debemos saber comprender:
«Sabemos que el Padre Dios es el creador de todo, pero nos ha dado la tierra que hay que respetarla, y llamarle madre es una expresión aproximativa para entender el respeto que debemos tener por la naturaleza», explicó.