Rosa de Lima en el corazón de nuestros enfermeros y médicos

Santa Rosa de Lima fue una laica peruana que, en palabras de nuestro Arzobispo, «supo seguir una espiritualidad honda […] con ojos y corazón abiertos e interpelados por los pobres indios y negros, en quienes percibió la presencia de su amado Esposo Jesús. Rosa encarnó una defensa de los indios en su vida cotidiana y en su religiosidad, promoviendo una forma de inculturación del Evangelio que dura hasta hoy».

En medio del dolor y la crisis que vivimos por la Pandemia, es posible ver el rostro misericordioso de Rosa de Lima, a través de la entrega diaria de nuestros enfermeros, médicos, paramédicos y voluntarios de salud.

En esta oportunidad, la Oficina de Prensa del Arzobispado de Lima, comparte los testimonios de solidaridad y servicio de la Unidad de Control de Emergencias de la Arquidiócesis de Lima (UCE).

Voluntarios de Salud al servicio del más necesitado.

La UCE viene atendiendo a los enfermos de nuestra ciudad desde el año 1999, pero con la irrupción de la crisis sanitaria, el centro de atención tuvo que instalar un espacio de urgencias especial en la Parroquia Santa Rosa de Lima, en el distrito de Lince, donde vienen colaborando 35 voluntarios y profesionales de la salud.

Hasta la fecha se han realizado más de 3 mil atenciones, entre consultas médicas, asistencia en urgencias médicas y primeros auxilios, todo de manera gratuita. Este servicio generoso se viene realizando a pacientes con enfermedades no relacionadas al Covid-19.

Testimonio: “Ver el rostro de Cristo en el que sufre”.

“Cuando todo esto empezó, en mi corazón surgió la inquietud de aportar al prójimo desde mi propia trinchera, expresa María Paola Carreño, médico de la UCE, ha sido Dios quien me regaló esta profesión, y en el voluntariado vi la oportunidad de poder retribuir tal bendición».

Ver el rostro de Cristo en el que sufre, en el que pasa necesidad, es siempre una experiencia renovadora, y ese ejercicio también fortalece nuestro corazón. Es el prójimo quien debe beneficiarse de nuestras obras, y en nuestro servicio también podemos mostrarle el rostro de Cristo.

Para María Paola, la experiencia de servir a otros deja muchas lecciones importantes: «todos somos vulnerables, unos más que otros, estamos acá para tendernos la mano, y todos podemos aportar desde donde Dios nos ha puesto», resaltó.

Testimonio: «Hacer algo bueno por la sociedad y por el país».

Derly Tapia es un estudiante del quinto año de Medicina que participa como voluntario en la UCE desde hace más de seis años. En este camino de servicio y gratuitad, él reconoce haber «aprendido mucho más que solo medicina».

Derly asegura que atender a cada persona en UCE es una experiencia de vida, un aprendizaje que se complementa con el servicio solidario de sus compañeros de trabajo, quienes se entregan a diario por el bienestar de los demás.

“Para la Pandemia hemos visto un gran crecimiento en logística como en voluntarios […] Es bueno que cada persona intente, en lo posible, hacer algo bueno por la sociedad y por su país, para poner un granito de arena en medio de esta crítica situación», indicó.

Testimonio: «Hemos aprendido a revalorizar la salud».

Finalmente está el caso de Alexa Joya, una joven voluntaria de la UCE que ingresó motivada por su gran vocación de servicio “desde que empecé a estudiar Medicina tenía claro que lo mío no es lucrar, sino ayudar al prójimo, esto es lo más bonito y lo más desinteresado que se puede hacer», declaró.

La ayuda solidaria de la Iglesia a través de la organización de sus laicos es un ejemplo que debe multiplicarse en todo el país, señala Alexa Joya a modo de reflexión: «ya hemos visto que el sistema de salud está colapsado, no puede suplir las necesidades de todos los peruanos, por eso, necesitamos más iniciativas como las de UCE», afirmó.

Por otro lado, Alexa considera que la Pandemia ha permitido revalorizar la salud, algo que permaneció en el desinterés de nuestra sociedad: «primero era el trabajo, las fiestas, las cosas banales, y la salud siempre se dejaba de lado, la gente no se hace chequeos, no previene nada, y ahora nos hemos dado cuenta que podemos tener lo que sea, pero si no tenemos salud ni bienestar para nosotros y nuestra familia, nada tiene sentido».

Reflexión final:
Los testimonios que hemos compartido son signos de esperanza para nuestro país que, en palabras del Papa Francisco, nos recuerdan «la presencia fiable y generosa del personal médico y los trabajadores sanitarios, capaces de combinar la competencia profesional con esas atenciones que son expresiones concretas de amor». Pidamos la intercesión de Rosa de Lima y oremos por ellos, por sus vidas y los sacrificios que deben hacer, para que sigan construyendo esa partecita del cielo en la tierra que necesitamos para hacer resucitar al Perú.