En la Solemnidad de la Santísima Trinidad, Monseñor Carlos Castillo recordó que nuestro Dios verdadero es Uno y comunidad, es solidaridad y familia. Por eso, todos tenemos la capacidad de crecer en comunidad, de servir y alentar, porque somos hechos para ser felices amando y compartiendo, no para vivir individualistamente, encerrados en nosotros mismos.
Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima.
En su alocución de hoy, Monseñor Castillo explicó que la Festividad de la Santísima Trinidad nos ayuda comprender el misterio del amor de Dios, «un Dios que no es solitario, es solidario y es familia de amor eterno». Por lo tanto, todos estamos llamados «a participar de esa familia en donde venimos del Padre, caminamos en el Hijo, y Él nos conduce, en el Espíritu, hacia el Padre». Y la Iglesia también camina en ese amor, dialogando y formando una comunidad donde todos participamos.
«Nuestro destino final es participar del amor pleno de Dios, porque fuimos creados a imagen y para ser semejantes a Dios. Pero ser semejantes a Él no es endiosarse, sino participar hondamente del amor del Padre, del amor de esta familia que es el fundamento de todo», expresó.
En alusión al Evangelio de Juan (3, 16-18), el obispo de Lima afirmó que, a pesar de que el mundo es pecador, el Señor no desprecia al mundo, sino que lo sigue amando y acompañando, tratando de que cada uno pueda abrirse a creer en esta experiencia vital y verdadera del amor. Por eso, el evangelista Juan recuerda que “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su unigénito para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”.
En el fundamento de nosotros está la capacidad de amar, por eso, todos estamos hechos “para adelante”, para mirar al Otro. No somos hechos individualistamente, encerrados en nosotros mismos. Nosotros somos hechos para ser felices amando y compartiendo.
El Primado del Perú precisó que, cuando decimos que Dios amó al mundo totalmente, debemos recordar que «nuestra naturaleza es la creada por Dios» y esa naturaleza nos impulsa a salir de las situaciones difíciles con apertura, diálogo, conversación y esclarecimiento.
Aprender a ser hermanos para recomponer el mundo.
En otro momento, el arzobispo de Lima aseveró que el signo de la Trinidad nos convoca a aprender a ser hermanos para resolver todos los problemas de la humanidad. En ese sentido, hay muchos testimonios que son muestra de la Trinidad, personas que han entregado su vida completamente por nosotros, como nuestras madres.
«Este aprendizaje de ser hermanos es duro y difícil, pero podemos lograrlo si nos dejamos llevar por el Espíritu que nos inunda, y que es el mismo Espíritu del Padre que nos reveló Jesús con su entrega generosa hasta la muerte y muerte de Cruz», reflexionó.
Animémonos, porque este Dios que nos ha revelado Jesús nos está siempre animando a recomponer este mundo con su amor y nos sitúa ante situaciones adversas que hemos de resolver con la maravilla de su paciencia.