Seamos los santos del nuevo milenio – Parroquia San Francisco Solano

El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo presidió la Santa Misa en compañía de toda la comunidad parroquial de San Francisco Solano en el distrito del Rímac.

Recordando las palabras del Papa Francisco durante su visita al Vaticano, Monseñor Castillo señaló que nuestro país es muy religioso, pero «necesita ser más misionero, hacerse un pueblo que desde lo más hondo de su religiosidad recoja el núcleo del evangelio. Como dice Francisco, seamos santos del nuevo milenio, de esta nueva época, como los fueron los santos del siglo XVI y XVII».

Llamados a movilizarnos por el otro

El Arzobispo de Lima explicó que los santos son profetas que, inspirados por Dios dejan que su palabra se transparente en sus actos, en sus vidas, en sus testimonios, consolando, bendiciendo, animando y comprendiendo a la gente:

«A veces pensamos que ser santo es ser puro, ser limpio, ser quieto, no hacer nada, y de algún modo los hemos petrificado, los hemos enyesados cuando en realidad han sido personas vivas, y Francisco Solano no fue un santo petrificado. Por eso, estamos llamados a movilizarnos por el otro, porque lo más evangélico que tiene un santo y que lo identifica con Jesús es su capacidad de ser profeta».

Ser prójimo: un cambio de actitud

En otro momento, el Primado del Perú habló del sentido de ser prójimo y la necesidad de aproximarnos a las distintas situaciones que se viven en nuestro país:

«Ser prójimo es un cambio de actitud, es hacerse prójimo, el que ve el problema del mundo se hace prójimo. Por lo tanto, prójimo no es el otro, prójimo soy yo que me aproximo, que me acerco y me hago prójimo del que no es nadie».

Uno de los problemas que tenemos hoy es que no sabemos cómo organizarnos y enfrentar las realidades de las nuevas periferias para anunciar el evangelio.

«Nuestra vida, nuestro país y nuestra Iglesia están llenos de gente anónima, de gente que sufre y tiene problemas, pero no actuamos ante los problemas, no los enfrentamos, somos un poco evasivos. La necesidad de construir sobre la base de la riqueza de otros ha constituido un mundo donde solo podemos vivir si ganamos plata, y si ganamos aceleradamente, de modo tal que todos nos hemos puesto a competir».

Atender los problemas sociales

Monseñor Castillo hizo un llamado a inspirarnos de la vida de Solano, que «veía los problemas sociales de la ciudad de Lima del siglo XVII, una ciudad que se había enriquecido, y con esa plata se había inundado el mundo porque el oro del Perú brillaba por todos lados, pero significaba el sufrimiento de los indios y de los negros, maltratados y desaparecidos por medio de la esclavitud».

Solano pudo hacer la maravilla de predicar, y predicaba con tesón, con ánimo, levantaba a la gente, la hacía reflexionar y recapacitar sobre las cosas.

Francisco Solano siempre se mostró actuante con la gente que vivía indiferente a la realidad, y tenemos que ver «cómo ser misioneros hoy como lo fue Solano, quien predicó identificándose con los que más sufren, supo sanar las heridas de la gente, y tenía el sentido del servicio y la gratuidad».

Adaptarse a la situación para anunciar el evangelio

Todos tenemos que tener la disposición para encontrar cómo están esos problemas nuevos que hay que resolver, porque para evangelizar «no tenemos que exigir mucho». Hoy Francisco Solano «nos ilumina y nos da vida porque supo adaptarse a la situación para anunciar el evangelio, y nosotros estamos para suscitar y compartir la alegría del evangelio».

«Cuando un misionero anuncia el evangelio – agregó el Arzobispo de Lima – siempre tiene tres momentos: primero se sumerge con la gente, después acompaña a la gente, y finalmente deja a la gente para que el pueblo madure por sí mismo».

«Conviene que yo me vaya para que venga el espíritu, eso nos permite madurar, ser adultos en la fe y ser misioneros. Que Dios los bendiga para que sigamos este camino siendo maduros y misioneros», concluyó.