«Estamos ante una ausencia profunda de valor y amor por la humanidad y por la Creación», fueron las palabras de Monseñor Carlos Castillo en la Misa de esta mañana en Catedral de Lima, ofrecida por el inicio del Tiempo de la Creación.
El Prelado sostuvo que, cuando centramos nuestra fe en detalles superficiales como la apariencia o los chismes de cómo se viene vestido al templo, estamos distorsionando el sentido verdadero de nuestro cristianismo, que es la misericordia y el servicio. Por eso, pidió no sobreabundar en lo secundario y «enlodarnos» con la gente, «tocar la carne sufriente de Cristo en la gente, en la creación, en la Amazonía, en la crisis ecológica».
Una homilía inspirada en la Liturgia de hoy, el inicio del Tiempo de la Creación y la creatividad de nuestros jóvenes. En torno a estos temas giraron las reflexiones de Monseñor Castillo que, comentando el Evangelio de Marcos (7,1-8.14-15.21-23) centró su alocución en la importancia de vivir un cristianismo inteligente capaz de discernir entre lo superficial y lo profundo.
Sobre ello habla el Señor cuando nos dice: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos», en respuesta a los fariseos y escribas que acusaban a los discípulos de comer con las manos impuras.
«Jesús quiere hacer ver, en el corazón de su crítica, esta manera de llevar la religión que divide entre puros e impuros», explicó el Prelado. Y es que, para el sistema religioso de esa época, el contacto con los pobres y sus problemas, con los enfermos y marginados, representaba un modo de impureza. Este sigue siendo un problema actual en nuestro modo de comprender la religión, al punto de crear sistemas de reglas y ritos que no ven más allá de la realidad:
«Por ejemplo, solemos decir: “No se viene a la Iglesia con sandalias ni con zapatillas, se viene con zapato de cuero y color negro o marrón”. ¿Eso es lo fundamental de la Iglesia? Hemos sobreabundado de cosas secundarias distrayéndonos de lo central: la misericordia y el sentido del servicio», precisó el Monseñor.
A veces, surgen chismes donde se dice: “Uy, ¡cómo ha venido vestida así!”. Cada uno se viste como quiere, con tal que mantenga un cierto respeto y se acabó. Lo más importante en la Iglesia no son los ritos, ni los signos exteriores de aquí y de allá, lo más importante es la misericordia, el amor entrañable y el compromiso con la Creación.
En el inicio del Tiempo de la Creación, el arzobispo de Lima recordó que el mundo vive una crisis ecológica que es consecuencia del interés desmedido y el hiper-desarrollo de los últimos años: «No solamente depreda, sino también empobrece y causa muerte; riqueza para algunos y pobreza para el resto. Están tan ensoberbecidos con la idea de que todo se soluciona con más inversión y dinero, con más litio, más oro, más minerales y tecnología, que se enfocan en hacer guerras para poder gastar la plata y hacérsela pagar al que pierde», advirtió.
Estamos perdiendo lo más grande que tiene el ser humano: su capacidad de poesía, de intuición, de alegría, de música, de amistad y de cariño.
Entre la lista de cosas «que salen dentro del corazón» y hacen «impuro al hombre» (malos propósitos, adulterios, robos, desenfreno, difamación), la frivolidad se convierte en uno de los males principales del mundo acelerado de hoy, habituado a «tomar las cosas con apuro, como fue el pecado original de Adán y Eva». Monseñor Castillo insistió en que, para salir de los entrampamientos, no podemos «comernos» la sabiduría. Y agregó: «El cumplimiento de nuestra fe no es algo mecánico, implica reeducarnos todos en un proceso de discernimiento compartido».
En un país católico como el nuestro, es necesario una ponderación de las cosas para no tomar decisiones apresuradas con normas ajenas a los relatos de la humanidad. «Es cierto que, en la mayor parte de la población, hay una proclividad a mejorar, hay un clamor por humanidad, pero no vamos a conseguirlo si es que no nos disponemos a profundizar», reiteró.
¿Qué logra un tipo de Iglesia que se dedica solo a los detallitos sin mayor importancia? Convierte a las personas en tontos y los manipula, volviéndolas dóciles y calladas. Por eso, el Papa invita a la “sinodalidad”, es decir, a desarrollar formas de conversar y ver dónde están los problemas
Reegendrar y renacer el mundo a una vida nueva
A pesar de nuestros males y frivolidades, siempre hay un punto de partida esperanzador que nos encamina hacia un proceso renovador de la vida y la sociedad. Por ejemplo, están las iniciativas creativas de nuestros jóvenes que, con su entusiasmo y arte, nos recuerdan que sí es posible imaginar un mundo mejor.
En ese sentido, el Primado del Perú destacó la participación de miles de jóvenes en la Ceremonia de Graduación de la Academia de Líderes, organizado por la Universidad Nacional de Ingeniería y la ONU. «Es interesantísimo cómo los chicos proponen proyectos y están buscando que la humanidad pueda renacer y reengendrarse nuevamente». Estas capacidades – enfatizó – están potencialmente escondidas en cada ser humano, y es cuestión de estar atentos, abrir los ojos y organizarnos como el pueblo inteligente de Israel que se preocupa en lo central y no en lo aparente.
La Eucaristía de este domingo XXII del Tiempo Ordinario contó con la presencia de la comunidad «Capítulo Peruano del Movimiento Laudato SI», que ofreció la Santa Misa por todos los defensores ambientales de la Amazonía asesinados en los últimos años. También participó la Hermandad de la Virgen de Cocharcas de Ishua residentes en Lima.