“Necesitamos el silencio de la fe y la contemplación de Juan Macías para poder dar buenas soluciones a las realidades de nuestra vida”, comentó el padre Juan José Salaverry Villarreal durante la celebración eucarística que presidió en la parroquia San Juan Macías del distrito de San Luis. También estuvieron presentes el párroco Guildo Flores y el vicario Alfonso Julián.
“Hoy día dentro de toda la galería de santos que adornan nuestra historia y la de nuestra Iglesia, celebramos la fiesta de San Juan Macías», recordando su historia, los grandes milagros y prodigios que vivió, «el gran espíritu con que se unió a Dios, la contemplación que ha sido el emblema de la vida espiritual de San Juan Macías, la abnegación por los pobres y por los más necesitados para servirlos en sus necesidades vitales”.
Actualizar el mensaje de los santos
Salaverry resaltó la importancia de “actualizar el mensaje de los santos para saber qué nos dicen hoy” a partir delas situaciones que vivieron en su época: «son una fuente de lecciones» – y compartió tres lecciones de la vida de Juan Macías:
“En primer lugar, San Juan Macías fue un hombre de trabajo, nuestro pueblo es un pueblo trabajador, nuestro pueblo es un pueblo abnegado y San Juan Macías ha sido un hombre que buscó trabajar para superarse en la vida”, acotó.
Como segunda lección destacó el carácter desinteresado de San Juan Macías que trabajó para beneficio de la sociedad necesitada: “si se le llama ‘ladrón del purgatorio’ es porque trabajó con su oración para rescatar las almas del purgatorio”, expresó.
Trabajar por una realidad mejor
San Juan Macías nos alienta en “esta tarea secular de trabajo para decirnos que seamos exigentes, seamos generosos, seamos honestos en nuestro trabajo”, porque el trabajo es “la ofrenda que podemos presentar a Dios de habernos esforzado por conseguir un mundo mejor, una realidad mejor, un Reino de Dios posible en nuestra tierra, que fue lo que quiso conseguir San Juan Macías con su trabajo sencillo”.
«San Juan Macías es también el patrono de los migrantes, desde muy joven marchó a tierras ajenas y lejanas para encontrar su lugar aquí, en nuestra tierra de Lima», agrega Salaverry como tercera lección.
“San Juan Macías se identificó con la tierra a la cual llegó y por eso lo consideramos nosotros santo peruano, se identificó con Lima, se identificó con el Perú, se identificó con los peruanos que lo habían acogido, trabajó para los peruanos con honestidad, con tranquilidad, buscando la paz y la armonía”.
Identificarnos con la tierra que nos acoge
Es por eso que la experiencia de Juan Macías debe ser una “lección de vida”, una inspiración que debe servirnos a todos afrontar la crisis migratoria que se vive actualmente en nuestro país, porque él fue “un hombre de valor en la tierra extranjera”.
“San Juan Macías todo lo miraba desde la fe, y Martín de Porres —gran amigo de San Juan Macías— tuvo muy buen ojo para descubrir esta cualidad muy propia de San Juan Macías para ser un hombre de recogimiento y de fe”.
El silencio de la fe y la contemplación para tomar decisiones
“Nosotros vivimos en una vida muy ajetreada, con mucha bulla y muchas interrupciones – prosiguió – necesitamos el silencio de la fe y la contemplación de Juan Macías para poder dar buenas soluciones a las realidades de nuestra vida”.
En ese sentido, para cultivar la oración y la espiritualidad de Juan Macías no basta con rezar y venir a misa, hay que “saber interiorizar, contemplar, guardar silencio, para poder escuchar la voz de Dios en medio del silencio”.
“Juan Macías fue un amante del silencio, ese silencio que dentro del bullicio de nuestra vida diaria no encontramos. Por eso el mundo necesita cambiar, trabajar, entender y respetar la tierra donde nos encontramos”, finalizó.