Un llamado a la conversión pastoral de la Iglesia – I Domingo Cuaresma

«No nos salvamos porque hacemos muchos esfuerzos, sino por la fuerza inagotable del amor gratuito del Señor que nos ha traído su Reino y lo ha acercado a la historia» – expresó Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, durante su homilía de este I Domingo de Cuaresma en la Catedral de Lima – «El Señor tiene la capacidad, por medio de su Espíritu, de que nosotros vayamos poco a poco cambiando» – reiteró.

La Celebración Eucarística contó con la participación de las autoridades y docentes de la Asociación de Instituciones Educativas Católicas de la Arquidiócesis de Lima (AIEC), así como de diferentes comunidades religiosas, trabajadores del Arzobispado de Lima, y todo el pueblo de Dios que acudió para conmemorar el primer aniversario episcopal de Monseñor Castillo.

«Es una gran alegría encontrarnos a un año de haber empezado nuestro ministerio. Estoy muy agradecido a todos los laicos que nos iluminan y nos ayudan a construir esta Iglesia en este camino de conversión» – señaló el Arzobispo de Lima al inicio de la Santa Misa .

El camino de conversión comienza con la conversión pastoral

El tiempo de Cuaresma es una oportunidad para la conversión pastoral, manifiesta Monseñor Castillo: «para entender la grandeza y belleza que tiene un camino de conversión. Solamente cuando nos educamos en la gracia salimos de la desgracia, no cuando la recriminamos – añadió – solo conseguimos la gracia si evangelizamos y nos dejamos evangelizarnos, si dejamos poseer por el Señor, por el amor gratuito de Jesús que pasa haciendo el bien».

Se trata de entrar en la dinámica y fuerza del Espíritu. Nosotros no nos salvamos porque hacemos muchos esfuerzos, sino por dejar que el Señor, que nos ha traído su Reino y lo ha acercado a la historia, sea la fuente inagotable para que cambiemos.

«Ese Dios que nos amó en Jesucristo y entregó su vida por nosotros, tiene la capacidad, por medio de su Espíritu, de que nosotros vayamos poco a poco cambiando, enfrentando las tentaciones y haciendo posible que por la fuerza de su amor las cosas puedan cambiar» -acotó.

Una conversión pastoral inspirada en la oración y no en el cálculo

«La conversión pastoral no puede basarse en la planificación o el cálculo – dice el Arzobispo de Lima – la conversión pastoral es producto de la inspiración en la oración, como María que nos engendra como don amoroso de Dios».

Docentes de la Asociación de Instituciones Educativas Católicas de la Arquidiócesis de Lima (AIEC)

«Tenemos que aprender a vivir del don gratuito de Dios sin estar demasiado preocupados porque somos ‘terriblemente pecadores’ – subrayó Monseñor Castillo – ya sabemos que somos pecadores, lo que no sabemos es que la desgracia puede convertirse en gracia cuando irradiamos el amor del Padre que inunda la vida de las personas, con el entusiasmo que produce el sentirse y reconocerse amado».

La Palabra del Señor es el signo real de la gracia

Refiriéndose al Evangelio de Mateo (4,1-11) que narra las tentaciones de Jesús en el desierto, el Primado del Perú indicó que el Señor siempre tiene la palabra adecuada: «la Palabra es el signo real de la gracia y la Palabra se hizo carne y se metió entre nosotros, eso quiere decir que todos nosotros tenemos una pizca, una chispa de gracia encendida, que si la despertamos es indetenible»– precisó.

¿Qué encontramos en estas tres tentaciones? – pregunta Monseñor Carlos: «En la primera magia, ‘haz que estas piedras se conviertan en pan’, es decir, abracadabra pata de cabra, y entonces no hay la capacidad de comprender que las cosas son complejas y difíciles, que es necesario hurgar para poder hacer las cosas bien».

«La segunda tentación es de la fama, el poder y la gloria – prosiguió – la tentación de jugar con Dios y creyendo que somos religiosos sentir que ya lo sabemos todos y podemos juzgar a los demás sin comprender sus problemas. Es en la sencillez y humildad que nos ha dado el Señor que podemos suscitar esperanza en las personas».

«Finalmente está la tentación de la ambición, el dinero y el poder. En este tiempo acelerado estamos muy tentados de la frivolidad y la falta de humanidad que no permite detenernos en las personas y acompañarlas» – dijo.

Pastores que acompañen y escuchen los problemas de la gente

El Arzobispo de Lima recordó los tres ejes fundamentales de su Carta Pastoral: una Iglesia cercana, una Iglesia que escuche, y una Iglesia que haga pastoral – «éstas palabras han inundado toda la Asamblea Sinodal que hicimos, y es un reclamo constante de la gente que nos pide acercarnos a sus problemas y seamos pastores que evangelicen».

«El pastor no es un policía que controla a la gente y está mandando por encima de los demás. El pastor no es una persona súper dotada que lo sabe todo, el pastor acompaña, va al frente para defender a las ovejas, en el medio para escucharlas, detrás para dejarlas actuar en libertad y poco a poco vayan creciendo, porque todos somos guiados por el Espíritu Santo» – comentó.

«Lo único que le pide Dios al ser humano es que piense las cosas, no que haga muchas cosas – agrega el Arzobispo – todos tenemos problemas, límites, heridas, y para crecer tenemos que aprender a comprender esas heridas, para ver de dónde vienen y entender hacia dónde podemos conducir eso, y ver qué cosas bonitas pueden haber escondidas detrás de esas heridas».

«Que todos podamos ahondar en la entrega generosa que viene de la Palabra del Señor que es aliento y fuerza para vencer cualquier tentación» – concluyó.