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En el primer domingo de Cuaresma, Francisco invita a “entrar en el desierto” como Jesús, para reconocer las pasiones desordenadas, vicios, ansias de poder, vanidad y codicia que se posesionan del alma y vencerlas con el silencio, la oración y la escucha de la Palabra de Dios.

Fuente: Vatican News

Fieras y ángeles los podemos encontrar cuando entramos en nuestro desierto interior, en silencio y a la escucha del corazón, así nos percatamos de su presencia y enfrentamos las tentaciones que nos desgarran, con las buenas inspiraciones divinas que devuelven al alma el orden y la paz. Es precisamente de la lucha de Jesús en el desierto, tentado por Satanás, que nos presenta el Evangelio de hoy, de donde parte la reflexión del Papa en este primer domingo de Cuaresma.

Las bestias selváticas

A mediodía, ante una Plaza de San Pedro soleada y repleta de fieles y peregrinos del mundo, Francisco, horas antes de su retiro para los Ejercicios Espirituales de esta Cuaresma, habla de las pasiones desordenadas que habitan en nuestro mundo interior, las “fieras” que dividen y tratan de poseer el corazón, que cautivan seducen y que pueden destrozarnos.

“Podemos dar nombres a estas «fieras» del alma: los diversos vicios, el ansia de riqueza, que aprisiona en el cálculo y la insatisfacción, la vanidad del placer, que condena a la inquietud y la soledad, y de nuevo la codicia de la fama, que genera inseguridad y una necesidad constante de confirmación y protagonismo, y así siguiendo. Son bestias “selváticas” y como tales, hay que domarlas y combatirlas: de lo contrario, devorarán nuestra libertad”.

El sabor del Cielo

El Santo Padre insiste en la necesidad de “entrar en el desierto” para reconocer y combatir estas presencias, pero teniendo como aliados a los “ángeles”, mensajeros de Dios, que nos ayudan, nos hacen el bien, porque su característica es el servicio y no la posesión del alma.

“Los espíritus angélicos, en cambio, recuerdan los buenos pensamientos y sentimientos sugeridos por el Espíritu Santo. Mientras las tentaciones nos desgarran, las buenas inspiraciones divinas nos unifican en armonía: apagan el corazón, infunden el sabor de Cristo, “el sabor del Cielo”. Así vuelven al alma el orden y la paz, más allá de las circunstancias de la vida, sean favorables o desfavorables”.

La voz de Dios

También para captar los pensamientos sanos y buenos inspirados por Dios, advierte Francisco, hay que entrar en el silencio y en la oración. Por ello, como siempre, antes de la oración mariana, el Papa invita a reflexionar partiendo de dos preguntas que pueden acompañar el camino cuaresmal:

“Primera: ¿cuáles son las pasiones desordenadas, las «fieras» que se agitan en mi corazón? Es bueno reconocerlas, nombrarlas, comprender sus tácticas. Y un segundo interrogante: para dejar que la voz de Dios hable a mi corazón y lo custodie en el bien, ¿pienso retirarme un poco al «desierto», es decir, dedicar un espacio al silencio, a la oración, a la adoración, a la escucha de la Palabra de Dios?”.

Dos reflexiones que el Pontífice pone en manos de la Virgen Santa, que custodió la Palabra y no se dejó tocar por las tentaciones del maligno, para que nos ayude en el camino cuaresmal hacia la Resurrección de Jesucristo.

El retiro espiritual de Francisco

«Esta tarde, junto con los colaboradores de la Curia, comenzaremos los Ejercicios espirituales. Invito a las comunidades y a los fieles a dedicar momentos específicos durante este tiempo de Cuaresma y durante este año de preparación al Jubileo, que es el «Año de la oración», para recogerse en la presencia del Señor.»

Lo anunció el Papa al final de la oración mariana. En efecto, esta tarde comienzan los ejercicios espirituales para la Curia romana. Francisco ha invitado a los Cardenales residentes en Roma, a los jefes de Dicasterio y a los Superiores de la Curia, a vivir este período de modo personal, «suspendiendo el trabajo y recogiéndose en oración hasta el viernes 23 de febrero de 2024».

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