El Señor de los Milagros nos llama a levantarnos en hermandad y esperanza

En la Solemnidad del Señor de los Milagros, celebrada ante miles de fieles en el marco del Año Jubilar, el arzobispo de Lima señaló que este gran peregrinaje es una oportunidad para renovar la justicia, la esperanza y la hermandad entre los pueblos. El Prelado hizo un llamado a levantarnos como Iglesia servidora, comprometida con la paz, la reconciliación y el amor fraterno.

El Cardenal Carlos Castillo explicó que el jubileo no solo es un rito religioso, sino una llamada concreta a “recuperar la justicia que no vemos en el mundo”. Y añadió que “la fe no es solamente para que nuestra almita se vaya al cielo, sino para que toda la humanidad participe plenamente del Reino de Dios”.

En ese sentido, la experiencia colectiva que vivimos al acompañar en procesión al Señor de los Milagros en todas partes del mundo, nos recuerda el verdadero valor de la hermandad. “Si somos hijos de Dios y tenemos el mismo Padre, aprendamos a ser hermanos”, exhortó.

El purpurado recordó con alegría la cercanía del Papa León XIV con el pueblo peruano: “El Señor nos mandó un Papa que se ha peruanizado, ha renacido en el Perú”.

La humildad del servicio y la conversión del corazón

En otro momento, el arzobispo limeño sostuvo que seguir el camino de Jesús pasa por una experiencia de anonadamiento y servicio con los demás, especialmente, con los más pobres y marginados:

Ser cristiano es ser servidor como Jesús. Él, siendo de condición divina, no retuvo su categoría de Dios, sino que se anonadó, tomó la condición de siervo.

El Primado del Perú advirtió que, en tiempos de crisis, “cuando hay desesperación y tensiones, empezamos a insultar al otro o a escondernos en nosotros mismos”, pero el camino del Evangelio es distinto, implica ampliar nuestro horizonte para aprender a apreciar al otro, animando y alentando a nuestro pueblo para que redescubra que todavía es posible un camino de justicia y amor.

El Señor de los Milagros nació de nuestro mestizaje

El arzobispo de Lima indicó que la celebración al Señor de los Milagros nos remonta a los tiempos más remotos de la historia peruana, cuando un mulato pintó a un mestizo. Detrás de este misterio se esconde el «reflejo de nuestro mestizaje y de la reconciliación que necesitamos como país”.

“El Señor de los Milagros puede hacer el gran milagro de la paz en el mundo, de la justicia, de la verdad, del amo. Cada vez que pasa por nuestras calles y visita nuestros hospitales, nos contagia de ese ánimo reconciliador que nos hace sentirnos unidos». reflexionó.

La fe cristiana también consiste en aprender a reconocer que no tenemos derecho a la injusticia, a matar ni a insultar a nadie.

Finalmente, dirigiéndose al Pueblo de Dios y a los miembros de la Hermandad del Señor de los Milagros, el Cardenal Castillo recordó que hemos sido creados «para vivir en la felicidad de ser hermanos y amigos”. Y concluyó pidiendo que el amor de Dios “limpie nuestro pecado y nos inunde a todos”, llevando consuelo a los que más sufren.