“Necesitamos una Iglesia fundamentada en la justicia y el amor. Abramos las manos, el corazón, nuestra mente y todo nuestro cuerpo al servicio de quienes viven las situaciones más difíciles y duras”, comentó el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo
En la misa en honor a la Madre Teresa de Jornet, inspiradora de la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en el distrito de Breña, Monseñor Castillo comentó la lectura del santo evangelio según San Mateo (23,13-22), que dice así:
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!» ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: «Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga.» ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»
Al respecto, el Arzobispo de Lima resaltó la importancia de que la acción de la Iglesia se fundamente en la caridad y en el servicio a los pobres, en una Iglesia abierta que resane las heridas y enjuague las lágrimas. En este sentido, destacó el trabajo desplegado por las hermanas a cargo del asilo de Ancianos, quienes entregan su amor para que no haya muertes en desolación ni ancianos que duermen en las calles, sino una casa donde ser acogidos.
En este sentido, el Primado del Perú indicó que uno de los temas prioritarios del Papa Francisco es cambiar la concepción de una Iglesia encerrada en sí misma para dar paso a una Iglesia en salida, un desafío que la Iglesia quiere asumir porque hoy el mundo tiene millones de personas que están en situación de sufrimiento y que requieren de la acción y el compromiso de todos.
Salir de nosotros para acompañar al enfermo
Agregó que es necesario que la gente deje de adorar al “becerro de oro”, esa mentalidad de que el dinero lo es todo. Para ello se necesita un corazón abierto tal como lo tuvieron los santos: «Por eso el Papa, cuando vino al Perú, nos propuso que todos los peruanos pensemos en nuestros santos como profetas» y no como santos enyesados, porque son «anunciadores y testigos del evangelio de Dios».
Por esa razón, también Santa Teresa de Jornet nos invita a todos y a todas a ser profetas de nuestro tiempo ¿Cómo? No solo anunciando la palabra, sino “siendo testimonio” vivo de la palabra. Ese testimonio requiere recrear nuevas formas de vivir la vida cristiana, «por eso la Iglesia debe ir y estar presente ahí donde más lo necesita la gente».
El obispo de Lima explicó que el Señor empieza diciendo que, cuando alguien está enfermo, hay que visitarlo, cuando alguien está pasando por problemas, hay que aconsejarlo, y para eso, es necesario «salir de nosotros».
Indicó que “es hora de recapacitar, salir al encuentro del hermano para compartir con él y conversar sobre los problemas del otro”; mirarnos cara a cara para comprendernos con el otro; dejar la indiferencia, dejar de estar pensando solamente en nuestros intereses.
Finalmente agregó que ese cambio de hacerse primero en la Iglesia, como lo hizo Santa Teresa de Jornet, que salió a buscar a quienes más sufrían y necesitaban ayuda: “Necesitamos una Iglesia fundamentada en la justicia y el amor. Abramos las manos, el corazón, nuestra mente y todo nuestro cuerpo al servicio de quienes viven las situaciones más difíciles y duras”.