Caminemos juntos guiados por el Espíritu – Solemnidad de la Ascensión

«La Ascensión del Señor es una fiesta importante para todos los cristianos porque nuestro Señor entregó su vida para poder irradiar el amor a toda la humanidad», comentó el Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo durante la Santa Misa en la Catedral de Lima.

En este VII domingo de Pascua recibimos la visita de la comunidad de Sant’Egidio, fundada en 1968 por iniciativa de Andrea Riccardi y con presencia en más de 70 países, incluyendo Perú. Con los años se ha convertido en una red de comunidades que dedica una especial atención a las periferias y a los periféricos, recibiendo el aliento y apoyo de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, como un signo del servicio que debemos hacer en el mundo.

La celebración eucarística estuvo animada por el coro de la comunidad de Sant’Egidio. También asistió el Embajador de Italia en Perú, Excmo. Giancarlo Maria Curcio.

Dios nos ha creado libres

Monseñor Castillo explicó que el gesto del Señor de dejar a sus discípulos es importante porque nos muestra en qué consiste el amor:

«Cuando nuestros padres nos dejan hacen eso, nos dejan la herencia de seguir adelante en la vida. Es un camino de libertad, porque nuestro Dios no es un Dios posesivo que nos quiere tener en su partido, es un Dios que nos creó libres, acompañó nuestro camino de libertad, ejerciendo la paternidad y maternidad, y luego nos da su espíritu para que vayamos adelante porque confía en nosotros».

Sabiendo que nuestra humanidad es pecadora, el Señor confía en que la libertad que nos dio dará frutos abundantes de amor tal como él lo hizo con nosotros.

También recordó las palabras del Papa Francisco de esta semana cuando habló sobre las decisiones que debían tomar los apóstoles respecto a las costumbres judías para ser cristianos: «Qué bonito Jesús que, pudiendo haber dejado una ley para resolver el problema, no lo hizo, y prefirió que ellos (los apóstoles) en base al Espíritu, pudieran hacer un discernimiento y actuaran en libertad».

«Eso se llama en la tradición de la iglesia sinodalidad, es decir, ir juntos resolviendo los problemas guiados por el Espíritu, y cuando hay nuevas situaciones inspirarnos por él para abrirnos a nuevos caminos en la vida de la Iglesia», añadió.

Este espíritu nos ha dado Dios para inspirarnos, caminar juntos, y crear nuevas respuestas a los problemas de la vida, «respuestas inteligentes y profundas que implican estar presente en diversas situaciones difíciles de la sociedad».

Sant’Egidio: acoger a los más necesitados

«Hoy tenemos la alegría de tener dos grupos que saben enfrentarse a situaciones difíciles, han escuchado la voz del espíritu y han inventado una manera de ser cristianos» comentó el Arzobispo de Lima refiriéndose a MANTHOC (Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos) y la comunidad de Sant’Egidio, que celebra 51 años de existencia.

«Conocí a la comunidad de Sant’Egidio hace muchos años en Roma en una iglesia pequeña» – señaló Monseñor Castillo – «Un día se les ocurrió ir a buscar a todas las personas que viven en las calles y no tenían donde dormir, y comenzaron a organizarse para acoger a quienes sufren y pasan necesidad».

«Hace varios años que la comunidad de Sant’Egidio celebra en la parroquia San Lázaro la navidad al mediodía, haciendo un almuerzo dentro de la iglesia, en el templo. La Iglesia tiene que ser el lugar en donde celebremos la cena del Señor y también compartamos el pan si es necesario, para que todos podamos ser signo fundamental de que debe haber una vida en la sociedad donde no haya pobreza, hambre, miseria ni dolor».

En otro momento, el Arzobispo de Lima anunció que el próximo 16 de julio, Andrea Riccardi – fundador del grupo Sant’Egidio – llegará para inaugurar la primera hospedería en Lima: «Este hogar va engrandecer nuestra diócesis de Lima y nos inspirará a realizar esta obra en toda la ciudad, una hospedería que de consuelo a toda nuestra gente».

El camino de la esperanza

Durante la Ascensión es todo el ser de Cristo que sube al cielo, y desde allí podemos afirmar lo que ninguna religión ha hecho «en el cielo hoy hay carne humana viva, carne de aquel que sufrió y entregó su vida, la carne de los pobres, de los indefensos, de las mujeres heridas y maltratadas, de los niños abortados, esa carne está viviendo en Dios y el camino que seguiremos será la glorificación».

«Por eso el camino de la salvación de nuestra vida personal y social, y la solución de los problemas del país está en mirar afuera de nosotros a los dolores de la gente, y transformar los gobiernos, las organizaciones, los parlamentos, los canales de televisión, en una forma de servir para enfrentar juntos la desesperanza», indicó.

Nosotros tenemos que ser esperanza, porque la esperanza no es una cosa que está en el futuro y llega. Hoy podemos ser esperanza para el mundo, y la Iglesia de Lima quiere decir lo mismo.

«Den gloria a Dios actuando de la manera como lo vienen haciendo ahora muchachos de Sant’Egidio y MANTHOC, para que podamos renovar este mundo que necesita de nuestra misericordia, pero sobre todo la capacidad de dejar libre a las personas para que crezcan, sin poseerlas, sino siendo verdaderas personas creadoras de madurez en la humanidad», concluyó Monseñor Castillo.