En el marco de la celebración de la Solemnidad del Corpus Christi en Roma, el Santo Padre ha resaltado la importancia de bendecir y ser bendecidos, y explicó que cuando se bendice, la palabra se transforma en don porque “no se hace algo para sí mismo, sino para los demás, con amor”.
“La Eucaristía es una escuela de bendición. Dios dice bien de nosotros, sus hijos amados, y así nos anima a seguir adelante”
No se dejen contagiar por la arrogancia
En su mensaje, el Obispo de Roma también se dirigió a todos los sacerdotes recordando la importancia de bendecir y los impulsó a “no tener miedo de bendecir”, lamentando la facilidad con la que hoy día se maldice y se insulta.
“Nosotros, que comemos el Pan que contiene en sí todo deleite, no nos dejemos contagiar por la arrogancia, no dejemos que la amargura nos llene. El pueblo de Dios ama la alabanza, no vive de quejas; está hecho para las bendiciones, no para las lamentaciones. Ante la Eucaristía, ante Jesús convertido en Pan, ante este Pan humilde que contiene todo el bien de la Iglesia, aprendamos a bendecir lo que tenemos, a alabar a Dios, a bendecir y no a maldecir nuestro pasado”, comentó Francisco.
“Aprendamos a regalar palabras buenas a los demás»
“El amor hace obras grandes con lo pequeño”
El Pontífice también hizo referencia a la frase de Jesús a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer” (Lucas 9:13) y explicó que, lo que nos enseña Jesús es que no importa lo mucho o poco que tengamos, siempre va a dar fruto si lo compartimos con los demás.
“El Señor hace cosas grandes con nuestra pequeñez, como hizo con los cinco panes. No realiza milagros con acciones espectaculares, sino con gestos humildes, partiendo con sus manos, dando, repartiendo, compartiendo”, acotó el Papa.
“La omnipotencia de Dios es humilde, hecha sólo de amor. Y el amor hace obras grandes con lo pequeño”
Para finalizar, Francisco resaltó la importancia de la Eucaristía en la lucha contra la indiferencia: “La Eucaristía que recibimos nos transmite la mentalidad de Dios. Y nos lleva a entregarnos a los demás. Es antídoto contra el “lo siento, pero no me concierne”, o contra el “no tengo tiempo, no puedo, no es asunto mío””.