Cada 05 de octubre celebramos el Día de la Medicina Peruana, fecha que conmemora el enorme sacrificio de Daniel Alcides Carrión García, héroe nacional y mártir. Nuestra Iglesia de Lima reconoce y valora la labor diaria de nuestros médicos peruanos, quienes, a través de su dedicación abnegada, dan testimonio vivo de Jesús.
En esta ocasión, compartimos el mensaje de dos médicos voluntarios que participan en la Pastoral de la Salud de nuestra Arquidiócesis:
Marisol Egúsquiza: «Renunciar a nuestro Yo por el bien de los que sufren»
La doctora Marisol Egúsquiza es jefe de hospitalización en el Hospital Nacional Arzobispo Loayza, donde viene laborando cerca de 20 años. Ella descubrió su vocación a los 10 años, cuando experimentó el dolor de un inyectable intramuscular y prometió «inventar una medicina que cure a las personas sin dolor».
Desde entonces, Egúsquiza se ha dedicado de lleno a la medicina, adentrándose al interior del país donde descubrió realidades más complejas: “En el SERUMS, descubrí la gran necesidad de ayuda que tienen nuestros hermanos más pobres en el distrito de Pomabamba, Ancash. Ello me interpeló y motivó a especializarme en la gestión de la salud y prevención de la enfermedad”, afirmó.
Sin embargo, el desafío más grande llegó con la Pandemia, no solo porque conoció de cerca el dolor y la tragedia humana de los pacientes hospitalizados. Incluso – recordó emocionada – Marisol se contagió en octubre 2020 de Covid-19. Sobrevivir a la enfermedad, cuando aún no habían vacunas en el Perú, supuso una nueva oportunidad para «hacer una reingeniería en mi vida y hacer algo para cambiar el mundo»:
“Después de salir del hospital, trabajé en el proyecto de mejora “Modelo de Cuidado Integral de Salud” (MCI) en los pacientes hospitalizados. Actualmente, mi proyecto se viene implementando en uno de los pabellones del Loayza”, sostuvo.
Los médicos estamos para darlo todo y entregar la vida, si fuera necesario, como lo hizo nuestro Señor Jesucristo.
En el Día de la Medicina Peruana, la doctora Egúsquiza nos recuerda que la práctica de la medicina es una búsqueda constante para mejorar la calidad de vida de las personas: “Ser Médico es una aventura: en la búsqueda del bien y la verdad, en la búsqueda de la belleza y la justicia, en la búsqueda del autoconocimiento, en la búsqueda de la salud, la vida y el amor. Es una vocación de servicio que implica renunciar a nuestro yo personal por el bien de los que sufren».
Stephani Rozas: “Una profesión de servicio, amor y misericordia»
La doctora Stephani Rozas es médico general dedicada a la investigación en el Instituto de Investigación Nutricional, y miembro de la Pastoral de la Salud. Su vocación nació a raíz de una experiencia muy profunda: la enfermedad de su abuela. “Tenía el propósito de convertirme en una buena doctora para tratarla a ella y a otras personas más. Lamentablemente, mi abuelita ya no me vio graduarme, pero quedó la intención de servir a través de mi profesión en favor de los más frágiles”.
Entre sus momentos más desafiantes, Rozas confiesa que la Pandemia representó un cambio radical en la vida de todos, pero, principalmente, en los médicos y enfermeros, quienes tuvieron que batallar incansablemente para salvar todas las vidas posibles. «En ese camino, muchos perdieron la vida, pero un médico siempre debe mantener el buen trato y la empatía hacia sus pacientes, porque para curar también se necesita amor y misericordia», expresó.
Stephani Rozas está convencida de que su vocación es un regalo de Dios, por eso, uno de sus propósitos no solo es salvar el cuerpo, también el alma. «Tenemos una gran misión para curar el cuerpo, actuar de forma solidaria y salvar nuestras almas. Con esfuerzo, perseverancia y de la mano de Dios, podremos ser instrumento de ayuda para los demás”, es el mensaje que dirige a todos los médicos en su día.