Cardenal Castillo abrió la Puerta Santa del Santuario Las Nazarenas

Cientos de personas se congregaron en los exteriores del Santuario Las Nazarenas, en el Centro de Lima, para participar de la apertura de una nueva Puerta Santa. En su homilía, el Cardenal Carlos Castillo sostuvo que el camino de este Año Jubilar nos interpela a inventar soluciones creativas que broten desde el corazón de nuestras comunidades parroquiales y barrios.

«Si la alegría no sale de nuestras comunidades, ¿de dónde brotará? La Iglesia está para traer la alegría, renovarse y cambiar algunas cosas sin olvidar lo fundamental: el amor gratuito», reflexionó el Prelado.

La Iglesia de Las Nazarenas, una de las más concurridas por peregrinos de todas partes del mundo, fue elegida para abrir la quinta Puerta Santa en nuestra Arquidiócesis de Lima. Durante la ceremonia de apertura, Monseñor Castillo explicó que este rito es una «rica experiencia de gracia y misericordia» para enfrentar el difícil momento que nos ha tocado vivir en la historia.

Es por eso que este Año Jubilar representa una gran oportunidad para «entender que la fe no es un negocio», sino un acto de amor gratuito revelado en los gestos de Jesús. Sin embargo, a veces, presuponemos que el amor de Dios debe «conquistarse» con muchos sacrificios y ritos; pero, en realidad, es el Padre quien nos regala a su Hijo:

«Y, ¿cómo nos comunicó ese amor? Permaneciendo en la Cruz pudiendo haberse bajado. Y nuestro pueblo se identificó con todo aquel que da su vida por nosotros», añadió el Primado del Perú.

Si Dios es indulgente no es porque quiere crear un sistema de negocios o intercambios de favores, sino para anunciar el amor de Dios en todo el mundo, con la misma apertura con la que abrimos esta Puerta Santa.

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El Cardenal Castillo también dijo que las puertas abiertas de la Iglesia nos recuerdan la importancia de aprender a acoger, escuchar y acompañar a quien lo necesita. «Son abiertas, justamente, para darnos libertad. Cuando el Papa dice que nuestra Iglesia debe ser sinodal, está diciendo que consultemos a la gente, aprendamos a escuchar y ver qué aspecto podemos mejorar», añadió.

En otro momento, el arzobispo de Lima hizo un llamado a unir esfuerzos para «construir un país sobre la base de la paciencia mutua y la esperanza», buscando maneras creativas de enfrentar los problemas más álgidos. He aquí la importancia de vivir la Iglesia sinodal y dinámica imitando las actitudes de Jesús que, además de caminar con sus discípulos, también los acompañaba y enseñaba de manera pedagógica.

Toda la Iglesia tiene la tarea de encontrarse vivamente, dialogar y proponer la forma en que vamos a servir este mundo. Si no lo hacemos, seremos la misma Iglesia que repite las cosas y no se entera de lo que pasa en la realidad.

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