«Dios nos hace un llamado a no perder de vista la esperanza, pero no la esperanza de nuestro propio bien sino la esperanza en un reino mejor para todos», comentó el R.P Juan José Salaverry Villarreal OP, vicario de la Comisión Episcopal de la Vida Consagrada, quien presidió la misa del domingo XXI del Tiempo Ordinario en la Basílica Catedral de Lima.
«Las lecturas que nos presenta la Iglesia nos hablan de la esperanza, nos hablan del cumplimiento de la esperanza y del esfuerzo que nosotros como pueblo de Dios debemos hacer para ser constructores de la esperanza», comentó en referencia al evangelio de Lucas 13, 22-30.
Cristo es nuestra esperanza. Caminamos nosotros con la esperanza de vivir en Cristo y para Cristo.
«Todos sabemos cuan colmados estamos de problemas» y de circunstancias que «van apagando nuestra esperanza». Por eso, ante cualquier dificultad debemos mantener «viva la esperanza de esta promesa de Dios que nos prepara un reino para todos».
Un mejor futuro con el esfuerzo de todos
«Isaías (66,18-21) nos habla de la esperanza del pueblo de Israel que, habiendo sido expulsado de Jerusalén, regresa después del exilio. El profeta enciende la esperanza del pueblo y el pueblo se enardece y se entusiasma para construir con esperanza esa nueva Jerusalén».
«De igual manera – prosiguió – todos soñamos con reconstruir un futuro mejor para la Iglesia, para el país, para la sociedad». No se trata únicamente de soñar y quedarnos de brazos cruzados, de lo contrario, «la esperanza se construye desde la debilidad». Tenemos que esforzarnos porque esta esperanza «se pueda construir con el esfuerzo de cada uno».
Emprender un camino de conversión personal y social
Citando la Carta a los Hebreos (12,5-7.11-13), el padre Salaverry recordó que para construir el reino de Dios necesitamos dejarnos corregir por Dios: «necesitamos ponernos con humildad delante de Dios para reconocer todas nuestras faltas, nuestras imprudencias, y para que Dios nos corrija con su gracia, con esa gracia que renueva, que recrea y que hace posible ese reino de justicia, de paz y de amor».
«No podemos anhelar el reino que el Señor nos promete si nosotros no emprendemos con compromiso este camino de conversión personal que también es el camino de la conversión social» – insistió – «la esperanza la construimos comunitaria y solidariamente con nuestro compromiso con el evangelio, con la Iglesia y con la sociedad».
Pasar por el camino del Evangelio
El vicario de la Comisión Episcopal de la Vida Consagrada explicó que, cuando Jesús nos pide un esfuerzo para «pasar por la puerta estrecha [pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán]», no se está refiriendo a la puerta del «rigorismo» o el «legalismo», sino a pasar por la «puerta del trabajo, del esfuerzo, de lo que podemos hacer para conseguir que sea una realidad la civilización del amor».
«Pasar por la puerta estrecha es pasar por el camino del Evangelio, el camino de la conversión, la caridad, la reconciliación, el camino del a misericordia de Dios que nos cambia porque nosotros también colaboramos con la gracia para dejar que esa gracia nos cambie».
«Que el Señor nos ayude a conseguir que este reino sea posible y que el Señor nos dé su gracia y nos sostenga para comprometernos más con su evangelio», concluyó.