Al celebrar la Epifanía del Señor, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a «ver y adorar al Señor en cada circunstancia», porque nuestro Dios se identificó con los más pequeños y humildes. «Que todos seamos como los Magos: dóciles y adoradores del Niño Jesús que viene a salvarnos a todos sin distinción», comentó en su homilía.
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En la Fiesta de la Epifanía, el arzobispo de Lima explicó que Dios se ha revelado a los Magos desde los más pequeños. Y esta revelación también alcanza a todos los pueblos de la tierra, porque nuestro Dios «quiere incluir en su amor a todos, sin exclusión».
El Prelado señaló que necesitamos «mirar a los pequeños y contemplar en ellos a Dios», porque en ellos «se abre la esperanza del mundo». Y esa esperanza recae en un niño frágil, signo contundente de la apertura que debemos tener hacia la novedad que nos trae el Señor.
Si no tenemos apertura a las nuevas generaciones, sostuvo el Monseñor, la historia «se cierra y nos apolillamos», porque todo lo que se encuentra cerrado y no se abre, no es realmente humano. «Dios nos hizo abiertos, y en el ser humano siempre hay una búsqueda, una apertura a dejarnos guiar por el Señor», reiteró.
En otro momento, el obispo de Lima reflexionó sobre las actitudes que tuvieron los Magos: vieron al Niño, se pusieron de rodillas y lo adoraron. Ellos se detuvieron a ver y a adorar al Señor, no actuaron superficialmente, sino que contemplaron y comprendieron el misterio. «Hoy, nosotros también estamos llamados a detenernos a ver y adorar al Señor en cada circunstacia. Si no lo hacemos, no podremos entrar en lo profundo que está aconteciendo y todo empieza a banalizarse», agregó.
En ese sentido, la Eucaristía, presencia real de Cristo en el Pan Consagrado, es el alimento que nos permite saborear y profundizar al Dios que «entra en nosotros y nos va transformando». Por eso, cada vez que comulgamos recibimos «la plenitud del amor del Señor».
El centro de la fe cristiana es la Eucaristía, que venimos a adorarla, la comemos y, luego, salimos transformados a mejorar el mundo con el amor que se nos ha dado. Es el Dios que se da en comida para alimentar nuestra capacidad de amar.
Carlos Castillo afirmó que la Eucaristía es sagrada como también son sagrados todos los valores humanos y espirituales que nos unen como peruanos. «Hago un llamado a todos, creyentes y no creyentes, a que pongamos muy en alto los valores que nos unen, y no incitar a jugar con las cuestiones que son sagradas para todos nosotros, en especial, la Eucaristía», advirtió.
La Santa Misa contó con la participación del Coro Juvenil Arquidiocesano.