Se cumplen cuatro años de la publicación de la «Carta Pastoral para la Iglesia de Lima», documento escrito por Monseñor Carlos Castillo como resultado del proceso de escucha vivido en la Asamblea Sinodal Arquidiocesana de Lima, en enero de 2020.
«En el camino de la ‘conversión pastoral’ para la conversión social, humana y ecológica de nuestra ciudad», esta fue la premisa principal planteada en la «Carta Pastoral para la Iglesia de Lima», difundida un 27 de febrero de 2020, a menos de un mes del inicio de la Pandemia.
El documento recopiló los principales aportes y sentires de los más de 800 representantes de las parroquias de nuestra Arquidiócesis de Lima, entre sacerdotes, religiosas, jóvenes, agentes pastorales, comunidad universitaria y laicos; todos ellos congregados en una histórica asamblea sinodal.
La Carta Pastoral del arzobispo de Lima ha querido escuchar a las distintas realidades y periferias de nuestra jurisdicción eclesiástica. Por eso, su mensaje está dirigido a todas las generaciones, creyentes y no creyentes, de manera tal que juntos podamos trazar el camino pastoral de nuestras parroquias misioneras y solidarias.
«Era necesario que escucháramos las observaciones de los católicos limeños sobre su Iglesia en relación a los problemas vividos por todos – comenta Monseñor Castillo en su Carta Pastoral – retomando la actitud de Jesús: leer los signos de estos tiempos para aprender a decir una palabra oportuna y acertada, y dar un testimonio justo y adecuado, anunciando una esperanza razonable y alentando al espíritu nuevo que se suscita en la sociedad profundizándolo con la inspiración del Espíritu de Jesús».
A lo largo de la Carta Pastoral, el Arzobispo de Lima explica que «el sentido general del Plan Pastoral y de las pastorales no es el de una minuciosa y matemática precisión, sino el suscitar relaciones que generen procesos esperanzadores que afiancen a las personas y los grupos humanos, así como a las comunidades cristianas. Esto solo se puede hacer si pastorales y planes sintonizan con el sentir de un pueblo que realiza su vida en medio de vicisitudes variadas».
Así como insertó Santo Toribio la Iglesia en los quehaceres recónditos de nuestro pueblo, hemos de insertar nuestras propuestas allí donde se gestan los nuevos relatos de la humanidad peruana, en sus lenguajes y sentires.
Inclusión cultural, migrantes y prevención de la salud.
El arzobispo de Lima plantea la integración de nuevas Pastorales que “atiendan a todos los segmentos de nuestra Iglesia”, este es el caso de las pastorales de inclusión cultural y dignidad humana, enfocadas en salir hacia las “periferias existenciales de Lima” y acoger “a los migrantes y a las personas que moran en la calle”.
Lo mismo ocurrirá con la Pastoral de la salud, pensada especialmente en la prevención y el acompañamiento espiritual “que profundice y mejore la pastoral de los hospitales”.
Situación carcelaria.
Entre sus principales novedades, la Carta Pastoral recomienda una Pastoral carcelaria que se trabaje con “capellanes y voluntarios” para atender a los “hermanos que esperan la presencia de la Iglesia donde la sociedad los ha abandonado”.
Mujer en la Iglesia.
“Toda la pastoral se orienta a dignificar a las personas para que no sean “objetos” humillados sino personas dignas. Esto es fundamental en el caso de las mujeres, que sufren gravemente por prejuicios culturales machistas” – dice Castillo antes de recomendar dos espacios históricos: la Pastoral de la mujer y la Pastoral de madres solteras, gestados para promover e incorporar a la mujer en todos los grupos de servicio y evangelización – “las hemos alejado de los sacramentos y de la vida de la Iglesia” – reconoce el Primado del Perú.
Infancia y vida.
La Pastoral de la infancia, orientada a la preparación educativa de los niños en la Iglesia; y la Pastoral de todas las vidas, promoviendo, a través de la educación “el derecho irrenunciable a la vida de todos, desde la concepción a todas las etapas y situaciones de la vida de las personas”.
Formación de los sacerdotes y laicos.
La formación de los sacerdotes y del laicado son parte de un tema central para esta necesaria “conversión pastoral”, de modo que redunde en una “conversión social, humana y ecológica” como expresa el título del documento.
Sobre la formación de laicas y laicos, Monseñor Castillo manifiesta que “es indispensable actualizar a todos los fieles en la renovación y en la reforma de la Iglesia derivada del Concilio Vaticano II, y que en América Latina se plasmó en los Documentos de Medellín a Aparecida, y en los documentos constitutivos de la reforma del Papa Francisco. Aquí también la formación por medio del diálogo y la escucha de la Palabra es indispensable”, afirma.
Sincero afrontamiento ante graves delitos dentro de la Iglesia.
En relación a la formación del clero, el Primado del Perú pone énfasis en la preparación humana y afectiva de nuestros pastores para un trato humano, espiritual y psicológico de los fieles: “también es necesaria la formación en el sincero y transparente afrontamiento de los graves delitos de pedofilia, así como los delicta graviora ocurridos en confesión. Nada mejor para ello que reflexionar y discernir comunitariamente sobre experiencias y casos humanos exigentes”, señala.
“Todo lo que constituya transparencia favorecerá a la credibilidad mayor de la Iglesia, que quiere ayudar a eliminar todo signo de doble vida en sus miembros y reivindicar institucionalmente a las víctimas inocentes” – reiteró.