Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, participó en una nueva edición del programa Diálogo de Fe para comentar sobre el alentador mensaje del Papa Francisco a los jóvenes tailandeses durante su reciente viaje apostólico. También habló de la necesidad de «levantarnos» como Iglesia en diálogo y salida hacia las periferias.
Mons. Castillo recordó el 32° Viaje Apostólico del Papa Francisco que comprende los países de Tailandia y Japón, puntualmente se refirió al mensaje que el Sumo Pontífice dirigió a los jóvenes tailandeses que estuvieron en vigilia rezando y caminando a su encuentro: «No permanezcan caídos, ¡Levántense!» – dijo el Papa.
El Papa Francisco les pide a los jóvenes no envejecer prematuramente, moverse, caminar, y asumir un compromiso real al servicio de la sociedad y de los demás.
«¡Levántate!» es una expresión que hemos podido escuchar en varios pasajes de la Biblia y que nos revela la «dimensión resucitadora del mensaje de Jesús», ya sea en el caso de la viuda de Naín que tiene a su hijo muerto y el Señor le dice «Joven, a ti te digo ¡Levántate!», o a la hija de Jairo que posiblemente estaba dormida – «Muchacha, a ti te digo ¡Levántate» – le dice Jesús como una manera de expresar que la joven ya estaba en condición de ejercer ciertos indicios de responsabilidad y madurez.
Una Iglesia más activa, más dinámica, en salida hacia los demás
«A ti te digo ¡Levántate!» es también el lema del Arzobispo de Lima, una expresión que lo ha acompañado durante todo su ministerio y que se remite a un texto escrito por Mons. Castillo en 1995 mientras formaba parte de la Vicaría de la Juventud: «Joven, a ti te digo ¡Levántate! Perspectivas sobre los jóvenes en el Nuevo Testamento».
Siempre en las parroquias, los jóvenes son uno de los grupos que tiene más importancia para nuestra fe, para nuestra Iglesia.
«A ti te digo ¡Levántate!» es un lema que se «abre a toda la ciudad y a toda la comunidad» porque Jesús «nos hace pensar que nuestra Iglesia tiene que ser mucho más activa, más dinámica, en salida hacia los demás, los jóvenes, superar una cierta pasividad que muchas veces existe en la fe cristiana».
Jesús toma al joven por esa parte más interesante, que es la concentración de su voluntad hacia algo diferente, hacia una vida abierta, comprometida al servicio de los demás, no encerrada en sí misma.
Una Iglesia que dialoga con las religiones
El Arzobispo de Lima resaltó el encuentro que Francisco viene sosteniendo con las religiones orientales en la Iglesia católica: «Hay una dimensión ecuménica de la Iglesia que dialoga con las religiones» – subraya – un diálogo sano para hallar el equilibrio entre la contemplación, el compromiso y la acción.
La contemplación es «una dimensión profunda de entrega, de apertura, del misterio de la vida que no podemos abandonar. El problema es que a veces se exagera, y entonces todo mundo se quiere «quedar en la montaña», como Pedro – “¡Qué bueno es estar aquí!” – dice el discípulo».
«Quedarse en la montaña» y no bajar al mundo es un «problema» – indica el Obispo de Lima, especialmente en una sociedad «donde hay muchos miedos» y se corre el peligro de «encerrarse en sí mismo».
El sentido de la muerte de Jesús en la cruz
Y recordando la Solemnidad de Cristo Rey que la Iglesia universal celebra este domingo 24 de noviembre, Mons. Castillo explicó que el punto esencial de la muerte de Jesús en la cruz es «haber transparentado a un Dios amoroso» que «no es potente ni vengativo».
Bajarse de la cruz «es la última tentación de Jesús», a pedido de los magistrados y jueces que decían: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido» (Lucas 23, 35-43 ) – «Ellos piden regresar a la sensibilidad judía original» que consistía en un «sistema religioso sacerdotal» sostenido por el poder y la venganza. «Si Jesús se bajaba de la cruz creeríamos en un Dios totalmente vengativo» – agrega.
Dios es todopoderoso, en el sentido de todo amoroso, que sostiene al universo siempre y no lo deja caer.
«La Biblia es el gran libro donde se debate la idea de Dios y se llega a una conclusión a partir de Jesús – prosiguió Mons. Castillo – todo el Antiguo Testamento es una discusión sobre ¿Cómo es Dios? Y se va abriendo paso la idea que, en el corazón de la experiencia de Israel, Dios nos ama y no viene con ira».
Jesucristo, entregándose por amor, nos conduce a la felicidad plena del Reino de Dios en la vida
Es en ese sentido que Jesús nos recuerda que su Reino no es de este mundo – «significa que su reino no tiene los fundamentos de los reinos de este mundo, porque el fundamento es el servicio» – precisó el Arzobispo de Lima.