Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, presidió la Celebración Eucarística por los 100 años de creación política del Rímac: «tenemos que seguir siendo historia para las próximas generaciones – comentó durante su homilía – y la historia se construye en medio de la diversidad, comprendiendo la existencia del otro, aprendiendo a entendernos y mezclarnos, pero sobre todo, considerándonos personas».
«Hace 100 años se hizo posible que se declarara distrito a todo este conglomerado humano y geográfico que fue la cuna de nuestra ciudad, siempre en el margen y siempre llena de esperanza» – dijo al inicio.
Todos caminamos desde el margen de la sencillez, la vida de amigos, inclusive desde la pobreza, porque sin el margen es imposible la constitución del centro
Monseñor Castillo recordó el llamado del Papa Francisco a siempre tomar en cuenta a las periferias existenciales: «nosotros siendo periferia siempre nos dirigimos hacia el centro para que el centro de la vida pastoral sean los pequeños» – resaltó.
Refiriéndose al Evangelio de Lucas (2,22-40) que narra la Presentación del Señor, el Arzobispo de Lima explicó que Jesús entra al templo como rey, pero no como un rey poderoso, sino uno sencillo y humilde. Del mismo modo, estamos invitados a que, inspirados por el Espíritu, seamos amigos, aprendamos a vivir en libertad, y nos apoyemos mutuamente.
El templo del Señor es el ser humano, porque Dios habita en nosotros y nos va suscitando la capacidad de amar.
El Obispo de Lima también sostuvo que la historia del Rímac no pude remitirse únicamente al pasado: «tenemos que seguir siendo historia para las próximas generaciones – aseguró – y la historia se construye en medio de la diversidad, comprendiendo la existencia del otro, aprendiendo a entendernos y mezclarnos, pero sobre todo, considerándonos personas».
«Que para los próximos cien años de historia mantengamos la misma capacidad de amar de Jesús que es la luz que alumbra al Perú y al pueblo del Rímac», concluyó.