Arzobispo: Compartir experiencias profundas de amor y transparencia

Comentando el Evangelio de Marcos (9, 2-10), que narra la Transfiguración de Jesús, Monseñor Carlos Castillo explicó que la Cuaresma es un camino de meditación de encuentro profundo con el Señor: «gracias a esta nueva experiencia que se da en lo alto de una montaña, Jesús quiere mostrar que lo más profundo de su ser, no solamente se debe saber, sino experimentar y vivir. El Señor alienta todas las experiencias de transparencia humana que vivimos para ayudarnos», reflexionó en este II Domingo de Cuaresma.

A través de la Transfiguración, el Señor nos recuerda la importancia de las experiencias profundas para vivir, de lo contrario, «la vida se transforma en una rutina anónima, apresurada, que no permite resistir a muchas situaciones difíciles desde lo más profundo de nuestra vida. Tenemos razones hondas para seguir luchando en medio de la adversidad», añadió el Arzobispo.

El Señor se transparenta totalmente, muestra lo más profundo de sí y lo comparte con sus discípulos. Jesús alienta todas las experiencias de transparencia humana que vivimos para ayudarnos. Él nos llama a vivir un mundo y una sociedad transparente.

En el Evangelio de Marcos, aparecen también dos personas importantes en la historia de Israel, «Moisés, que había buscado ver el rostro de Dios, pero solo le muestra las espaldas, porque Dios aparecía ‘como demasiado grande’. Y también Elías, que había buscado el rostro del Señor y creía que estaba en el poder, en la tormenta, en el huracán, pero Dios apareció en la suave brisa», comentó el prelado.

Dios, es posible ser visto a partir de la carne humana que Él representa, que es carne humana solidaria, identificada con la gente, con los sencillos.

La transparencia del amor de Dios inunda y cubre nuestro mundo para actuar en generosidad y solidaridad, especialmente en este tiempo de Pandemia: «todos tenemos un pedacito de amor dado por Dios a nosotros, porque somos a su imagen y lo que quiere el Señor es que esa imagen la desarrollemos», acotó Carlos Castillo.

Llamados a profundizar las experiencias de amor para comunicar la transparencia de Dios.

Monseñor Castillo hizo un llamado a dejarnos inspirar por la experiencia del encuentro íntimo de Dios para dar esperanza y comunicar la transparencia de su amor, ésa transfiguración de la belleza de Jesús que está en su amor: «Todos necesitamos una palabra de aliento, un gesto fundamental, una relación de intimidad que nos permita vivir. Sin eso, no nos enamoramos y vivimos la vida como a la defensiva», precisó.

El paso en la vida se da cuando uno ha recibido una experiencia de amor o profundiza las experiencias de amor que ha recibido, y entonces comprende, no se maltrata, no se hunde en la depresión, ni hace cosas que pueden llevarnos a la muerte.

Pero no basta con recibir una experiencia de amor, también debemos saber compartirla con hondura. Por eso, después de la Transfiguración, el Señor quiere que sus discípulos comuniquen esta experiencia con la humanidad conservando la hondura: «la salvación consiste en disponernos a la Palabra del Señor, a la experiencia de su intimidad, a la liturgia de nuestra Iglesia que nos hace sentir y vivir lo que Jesús vivió. Y así también nosotros ir poco a poco recobrando la esperanza», expresó el Arzobispo de Lima.

Hoy estamos muy necesitados de una palabra de aliento, porque la depresión nos puede hundir, y a pesar de eso, el Señor asumió el hundimiento para poder levantarnos y sacarnos a flote.

Cumpleaños de Monseñor Carlos Castillo.

Antes de concluir, Monseñor Carlos Castillo agradeció todos los gestos de cariño que ha recibido en el día de su cumpleaños:

«En este día, quiero agradecer a todos por sus saludos, especialmente, a mi madre, a mi padre y a mi hermana, que estuvo en mi nacimiento y me contó cómo nací. Siento que esta experiencia es una cosa que me ha marcado notablemente, porque yo soy hijo después de una película de Tin Tan que mis papás vieron la noche anterior (27 de febrero) y no paraban de reír. ¡Y le vinieron las contracciones a mi madre! Quizás, por eso es que siempre sonrío. Tal vez me debí llamar Isaac, ‘hijo de la risa’, porque producto de la risa vinieron las convulsiones», recordó emocionado.

«Quiero agradecer a todos los que hoy nos permiten sonreír, nos permiten esperar, especialmente a los jóvenes que nos están llenando de dicha, de alegría y de poesía para salvar a nuestro país y darle vida. Que Dios nos bendiga a todos y cuando venga la pequeña muerte, la asumamos con delicadeza también y digamos al Señor: Hemos cumplido nuestra tarea, ahora puedes hacer tu voluntad», comentó.