Arzobispo de Lima: Caminar juntos sobre las aguas tormentosas

«Hagamos posible que nuestra vida sea transparencia del Señor desde las cosas elementales, simples, sin espasmos, sin atormentarnos, sino aprendiendo a caminar sobre las aguas tormentosas de la mano del Señor, no solos, porque nos hundimos». Fue la reflexión de Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, en este Domingo XIX del Tiempo Ordinario.

Al inicio de su homilía, Monseñor Castillo expresó su pesar por la partida de dos grandes hombres, Monseñor Pedro Casaldaliga, obispo defensor de la Amazonía en Brasil; y el Padre Miguel Ángel Simón Manrique, reconocido en el Rímac por su noble corazón solidario: «la entrega de ellos por los más pobres nos da a todos ejemplo y fuerza para vivir y esperanza para seguir caminando», resaltó el prelado.

Tiempo para pensar las cosas, ordenarlas y disponernos al Señor.

Comentando el Evangelio de Mateo (14, 22-33), Monseñor Carlos Castillo explicó que las situaciones de desgracia que vivimos son como una tempestad, y al igual que los discípulos, es posible entrar en desesperación, enredos y temores, pero en medio de la dificultad, el Señor hace sentir su ayuda porque está escondido con nosotros.

El Arzobispo de Lima habló sobre el gesto delicado que tuvo Jesús al despedir a la gente: «este gesto es propio de quien ha venido a mostrarnos a Dios Padre, por medio de signos delicados y sencillos que le permiten a la gente seguir caminando», añadió.

Otro momento importante que narra el Evangelio de Mateo ocurre cuando el Señor va a un lugar solitario y entra en el silencio de Dios para orar largamente toda la noche: «en esa meditación, Jesús se encuentra con su Padre y adquiere las fuerzas que necesita. Nosotros también podemos encontrar al Señor orando, y hoy tenemos la oportunidad de tomarnos el tiempo para recogernos y pensar las cosas, ordenarlas y disponernos a que el Espíritu entre en nosotros».

Aprender a caminar sobre las aguas tormentosas para abrir una brecha de esperanza.

Al producirse la tempestad, los discípulos entran en desesperación, pero el Señor resuelve las cosas caminando sobre las aguas. ¿Qué significa esto? Monseñor Castillo explica que «la tarea del cristiano, simbólicamente hablando, es aprender a caminar sobre las aguas tormentosas, ésa es la misión del cristiano, de la Iglesia, aprender en medio de las situaciones difíciles a ir abriendo una brecha de confianza, de esperanza, pero desde lo profundo, de lo que acontece, no desde lo inmediato».

Pero los discípulos no reconocen a Jesús como amigo, lo desconocen y creen ver a un fantasma: «nosotros también, en estas circunstancias, podemos desconocer al Señor a través de la convulsión de estos días. Es muy curioso que nosotros somos un país de católicos, pero estamos convulsionados y reaccionamos a las situaciones por impulso, hay distintas reacciones espasmódicas que vemos a diario, pensando en el interés individual y olvidando el bien común», precisó el Arzobispo.

Cuando nos sentimos atormentados queremos reaccionar recurriendo a los fantasmas del pasado. Israel también tenía este problema, habían sido habituados a un Dios que daba miedo, imponía reglas y vigilaba. Mediante Jesús, Israel recién está conociendo a Dios como amor, y por eso, les cuesta mucho salir de sus imágenes anteriores.

Aprender a ver la realidad y las nuevas situaciones.

Y refiriéndose a la aglomeración de hinchas en los exteriores de un partido de fútbol, el Obispo de Lima reiteró que no podemos actuar «como si fuera el mismo tiempo del pasado, pensando que vivimos en una situación totalmente distinta a la que en realidad estamos viviendo. Vemos nuestros fantasmas antiguos, pensando que podemos cantar y celebrar vivamente en las calles como si no pasara nada».

Nuestras formas de vivir, de pensar y de reaccionar están volviéndose obsoletas, estamos en una situación nueva que nos exige, pero no sabemos situarnos ante ella, no queremos ver la realidad.

«Es urgente que nosotros aprendamos a espantar los fantasmas para ver nuestra realidad concreta y aceptarla, aceptar que somos vulnerables y que no tenemos todo en nuestras manos, y de allí partir para encontrar un nuevo camino, porque en el fondo de las situaciones difíciles está el Señor», recalcó Monseñor Carlos.

Identificar a Jesús escondido para retomar el camino de la vida.

El Arzobispo hizo un llamado a construir juntos una nueva forma de vida responsable, aprender a identificar a Jesús que se esconde en nuestra realidad, para inventar un nuevo modo de vivir de acuerdo al deseo y la necesidad de vida que todos tenemos.

No es cuestión de repetir el pasado, hay que reencontrar al Señor cada vez, porque Él vive y se está revelando permanentemente. Se reveló definitivamente en Jesús, pero sigue irradiando su capacidad de revelarse y mostrarse a nosotros en cada circunstancia.

Finalmente, Monseñor Castillo recordó la importancia de que haya un consenso nacional por el bien de todos los peruanos: «o nos salvamos todos porque estamos en la misma barca, o nos hundimos todos, pero de ninguna manera nos vamos a salvar solos», subrayó.