Arzobispo de Lima: Encontrar al Señor en el ser humano que sufre

En este Primer Domingo de Adviento, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, hizo un importante llamado a mantenernos ‘despiertos y vigilantes’ para aprender a identificar a Jesús escondido en el rostro del hermano que sufre: «en este Adviento desarrollemos la sensibilidad de esperar y encontrar el sentido de las cosas, encontrar a Dios mismo en el corazón de los que sufren, y así, construir una Patria distinta que tiene en cuenta al último y no se desentiende del dolor ajeno», comentó durante su homilía.

Reflexionando sobre el Evangelio de Marcos (13,33-37), Monseñor Castillo recordó que nuestra fe cristiana, además de buscar a Dios en la interioridad, debe tener una actitud en salida, no solo individual sino también comunitaria, para ir juntos hacia una vida digna, llena de justicia y amor, lo que es un anticipo del Reino de Dios prometido: «Dios está en cada uno de nosotros, sobre todo, en la vocación que nos ha regalado. Pero la vocación es también un llamado de fuera, y siempre el Señor, desde nosotros, provoca una salida, una orientación», añadió.

Estar atentos y vigilantes a nuestra historia.

Monseñor Carlos explicó que, cuando Jesús promete que volverá, la pequeña comunidad que se había formado en Galilea, empezó a darse cuenta que habían pasado 3 años y el Señor no regresaba. A partir de eso, la comunidad intentó ver de qué otra manera puede hacerse presente Jesús en la vida humana: «esto hizo posible la madurez de la comunidad, porque aprendieron que las cosas no pueden suceder por desesperación, sino que hay un camino ancho y de esperanza que debe saber abrirse. Hoy ya son más de 20 siglos que vamos viviendo en la Iglesia gracias a esa primera pequeña comunidad», expresó el Arzobispo.

«La esperanza no es una espera inmediata, sino es un ancho camino en el que se va desarrollando el amor, la vida y la justicia que el Señor ha traído con su testimonio y su entrega, para que todo ser humano y todos los pueblos puedan hacer lo mismo», explicó Carlos Castillo.

Este tiempo de Adviento, por lo tanto, es para recordar la grandeza de nuestra misión y el esfuerzo de dejarnos inspirar por el Señor, aceptar la fuerza de su amor para salir a amar a los demás.

A través de la Parábola de hoy, el Señor nos llama a estar atentos a nuestra historia, reconociendo todo lo que hemos de corregir y hemos de avanzar: «No se puede seguir adelante y tener esperanza si uno no corrige. Por eso, este Tiempo de Adviento es también de penitencia, de conversión y de oración, para que, en esta espera, renovemos aquellas cosas que están mal y afirmemos las buenas cosas que hacemos», indicó el Primado del Perú.

Salir a encontrar al Señor en el ser humano que sufre.

El Arzobispo de Lima precisó que una buena actitud para esperar la llegada de nuestro libertador es convirtiéndonos en agentes de liberación, es decir, ayudando a que las personas y el pueblo en su conjunto «salga de aquellos impedimentos de libertad que existen en nuestros modos de vivir, de actuar, de establecer las relaciones, de construir la economía y de construir la educación».

En ese sentido, los actos de caridad y la consideración por el Otro, son expresiones de nuestra fe que nos permiten abrir los ojos y salir a encontrar al Señor en el ser humano que sufre: «la fraternidad se hace cuando identificamos a Jesús en los que más necesitan y salimos a su encuentro. Esta es una tarea sumamente importante».

Y recordando el testimonio de vida de personas como Monseñor Germán Schmidt, quien dedicó años enteros de su ministerio episcopal al servicio de los más pobres, nuestro Arzobispo reiteró que todos podemos convertirnos en un «ser esperanzado que sabe abrir el paso del camino del Señor, reconociendo su presencia en los que necesitan y anunciando el Evangelio con la vida».

Este Tiempo de Adviento es para que todos desarrollemos la sensibilidad de esperar y encontrar el sentido de las cosas, encontrar a Dios mismo en el corazón de los que sufren, y así, construir una Patria distinta que tiene en cuenta al último y no se desentiende del dolor ajeno.

«Que Dios nos convierta en este camino de Adviento. Vayamos todos juntos hacia ese camino que el Señor nos crea y nos da como oportunidad para vivir de nuevo», concluyó.