Al celebrarse el Segundo Domingo de Adviento, Monseñor Carlos Castillo hizo un importante llamado a reconocer nuestros límites para entrar en un proceso de conversión y evitar que la corrupción se normalice y enquiste en todos los ámbitos de la vida, inclusive dentro de la Iglesia: «En la Iglesia hay procesos corruptivos muy graves que todavía no acabamos de solucionar porque hay mil formas de esconder la corrupción en la Iglesia. Y justamente, porque tenemos el rótulo de católicos y de que ‘no nos equivocamos’, resulta que siempre hay la posibilidad de que alguien delinca con la cobertura de la Iglesia. El corrupto encubre su error y pretende – adornando su error o diciendo que nada grave ha sucedido – sepultar la posibilidad de convertirse y cambiar, porque cree que todo es normal. ¡Y no es normal!», comentó en su homilía. (leer transcripción)
Homilía de Monseñor Carlos Castillo – Transcripión
Al inicio de su homilía, el Arzobispo de Lima explicó que ser cristiano es aprender a hacer las cosas gratuita y generosamente. Esta es una actitud que requiere, de nosotros, un proceso de conversión, es decir, un cambio en la manera de vivir y concebir las cosas, reconociendo nuestros límites y dejando de lado nuestros intereses personales para abrirnos al misterio de la Gracia del Señor:
«El Señor nos ayuda en nuestro camino de conversión, no estamos solos. Y por eso hay esta imagen preciosa del profeta Isaías que nos dice que Dios va a rescatar a Israel, hará que las grandes montañas se bajen y que los valles, las hondonadas, se suban, y se haga un terreno plano por donde pueda caminar Israel. En nuestro país también tenemos ‘montañas’ tremendas de injusticias, de corrupciones, de maltratos, de complicidades, de locuras, de extremos, que no permiten que nosotros podamos ser verdaderamente cristianos y verdaderamente humanos», indicó el prelado.
Monseñor Castillo aseguró que en los últimos 30 años de globalización nos hemos deshumanizado, y por eso, es necesario ‘aplanar’ esas ‘montañas’ de desigualdad e indiferencia para hacer juntos un camino por el que podamos avanzar: «Tenemos tantas ‘hondonadas’ de pobreza, de enfermedad, de tragedia, especialmente con este virus y las amenazas de otros virus, ‘hondonadas’ de hambre y terremotos. No podemos olvidarnos nunca de quienes están desfavorecidos, concentrarnos en las personas que están en lo más bajo de la escala social, de los problemas humanos, en las tragedias más terribles que tenemos», expresó.
Salir del círculo vicioso de la corrupción, especialmente en la Iglesia.
El Primado del Perú manifestó que necesitamos una voluntad de reconocer hasta dónde ha llegado en nosotros y se ha metido la corrupción, inclusive dentro de la Iglesia: «En la Iglesia hay procesos corruptivos muy graves que todavía no acabamos de solucionar porque hay mil formas de esconder la corrupción en la Iglesia. Y justamente porque tenemos el rótulo de católicos y de que ‘no nos equivocamos’, porque Dios no se equivoca, resulta que hay siempre la posibilidad de que alguien delinca con la cobertura de la Iglesia, como hemos visto en algunos casos en que se ha usado el acuerdo con el Estado para extraer dinero a manos llenas, ensuciando la vida de la Iglesia».
El Papa Francisco tiene una frase que siempre repite: “Somos pecadores”. Y los pecadores se pueden convertir siempre, pero, además dice: “No somos corruptos”, porque el corrupto es el que encubre su error y pretende -adornando su error o diciendo que nada grave ha sucedido- sepultar la posibilidad de convertirse y cambiar, porque cree que todo es normal. ¡Y no es normal!
El Arzobispo de Lima afirmó que estamos llamados a salir del círculo vicioso de la corrupción: «Es urgente un voluntariado para tomar conciencia de que todos estamos, todavía, en una especie de ambiente contaminado, en donde inclusive quienes hablan contra la corrupción, también están inmersos en ese enredo. Y lo digo no solamente por los dirigentes o políticos de nuestro país, sino también en los intersticios más pequeños de las relaciones humanas en donde eso aparece», recalcó.
El Tiempo del Adviento es un tiempo maravilloso, extraordinario para que, esperando al Señor, podamos decir: Estoy dispuesto a allanar los caminos, ‘abajar’ las ‘montañas’ de la de los males y subir los valles de los desvalidos, de los que sufren, de los que necesitan un apoyo, un aliento.
Carlos Castillo exhortó a superar nuestras actitudes ambiciosas y egoístas para pensar en el bien común: «Démonos cuenta juntos y ayudemos como comunidad cristiana a salvarnos de la tragedia, a hacer posible que haya un camino tranquilo para nuestro país. Demos esperanza y no juguemos, porque podemos tener un fin equivocado. Si cambiamos esos fines y vamos por los fines interesantes del bien común, los problemas se pueden arreglar mejor», reflexionó.
En memoria de Madeleine Truel
En el Día del Bombero Voluntario del Perú, el Arzobispo de Lima dedicó unas palabras a la memoria de Madeleine Blanche Pauline Truel Larrabure, laica peruana de ascendencia francesa, que luchó desde la Resistencia Francesa, contra los abusos del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial:
«Esta peruana nuestra, empleó sus conocimientos en dibujo para cambiar las partidas de nacimiento de los niños judíos. Ella fue una voluntaria como ustedes hermanos bomberos, una mujer católica que nos recordó que, cuando se vive la Gracia del Señor, uno está en permanente conversión, atento a las situaciones, viendo cómo se dona, cómo se da al Otro», comentó.