Las lecturas de este V Domingo del Tiempo Ordinario nos recuerdan cómo nació la primera Iglesia: en las casas. Por eso, Monseñor Carlos Castillo nos invita a hacer de nuestras casas los ‘hospitales de campaña’ que eviten la propagación del coronavirus, asumiendo una actitud misionera y en salida para atender a las personas, como lo hizo el Señor.
El Arzobispo de Lima también se mostró optimista ante la llegada del primer lote de vacunas contra el Covid-19 a nuestro país: «esas vacunas son producto de inteligencia, del estudio, de la ciencia, y la ciencia no es incompatible con la vida del ser humano.
Al inicio de su homilía, Monseñor Castillo recordó las palabras de Job (7, 1-4. 6-7): ‘¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días se acercan a su fin, sin esperanza, con la rapidez de una lanza de telar. Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la dicha’.
«Esta situación extrema de Job, la viven nuestros enfermos el día de hoy, y por eso, nos unimos en oración solidariamente, porque todos sentimos el paso de esta enfermedad que afecta al mundo y a nuestras familias diariamente», expresó el Arzobispo.
En ese sentido, el Evangelio de Marcos (1, 29-39), nos ayuda a comprender la actitud misionera y solidaria de Jesús en medio de las dificultades: después de salir de la Sinagoga, el Señor acude a la casa de Simón y Andrés para curar a los enfermos, incluyendo la suegra de Simón: «Jesús no quiere petrificarse en una ley establecida – añade Monseñor Carlos – el Señor nos enseña la libertad respecto a la ley para hacer las cosas de acuerdo a las exigencias profundas de la vida».
Las petrificaciones espantan a la persona, porque la hunden en la legalización, en costumbres que no permiten que la persona se exprese, fluya y desarrolle todas sus potencialidades.
Por otro lado, toma gran importancia que Jesús llegue a una casa pequeña del pueblo campesino de Cafarnaúm, un signo que nos recuerda cómo nació la primera Iglesia, saliendo de las formalidades religiosas para vivirse en las casas y en la calles: «hoy también estamos en las casas curando a mucha gente, porque nuestras casas son los pre-hospitales que necesitamos para cuidarnos unos a otros y ayudarnos», indicó el prelado.
El Señor no cura por magia, cura por amor.
Monseñor Castillo hizo hincapié en el gesto de ternura del Señor para curar a la suegra de Pedro: la tomó de la mano y la levantó, dice el Evangelio. «nosotros también nos levantaremos de la cama y saldremos airosos ante las enfermedades, si practicamos los mismos gestos de amor del Señor, que suscitan sabiduría e inteligencia para encontrar soluciones».
¿De dónde saca Jesús fuerzas para curar? De la oración íntima. El Señor no cura por magia, es el amor el que suscita las curaciones, y todos los seres humanos tenemos la capacidad de entrar en lo profundo, de comprender que el amor nos humaniza y nos ayuda a todos.
Ya de madrugada, narra el Evangelio, Jesús salió a orar a un lugar solitario. Pero un Pedro más interesado en convertir su casa en un centro de atracción, le pide volver. Ante esto, el Señor le recuerda que ha venido para predicar y anunciar el Evangelio a los pueblos, no para permanecer petrificado en un solo lugar: «Jesús quiere una experiencia de fe que cure a la gente. Y esto es muy importante, porque, a veces, en nuestras costumbres religiosas, hemos visto historias en donde los religiosos sirven para alimentar cierta fama de cierta santidad y manipular a los demás. Eso no cura, hermanos, eso enferma», explicó el Monseñor Carlos.
Todos somos un ‘hospital de campaña’.
A través de todos estos signos, el Señor nos llama a volver al fundamento de la primera Iglesia, para hacer de nuestras casas y de nuestra Iglesia, un ‘hospital de campaña’, ligera de equipaje y sin mucho enredo, como dice el Papa Francisco.
«No solamente cada casa, sino el conjunto de la Iglesia, todos somos un ‘hospital de campaña’ que vamos a construir juntos. Tenemos que salir a atender misioneramente a las personas, como lo hizo el Señor. Y finalmente, orar íntimamente, de forma personal y comunitaria», precisó Carlos Castillo.