El Cardenal Pedro Barreto Jimeno conversa con Vatican News, sobre la recién creada Conferencia Eclesial de la Amazonía, además hace un balance sobre los dos primeros años de su labor como Cardenal de la Iglesia Católica.
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
Desde la finalización del Sínodo Especial para la Amazonía, se conformó una Comisión promotora para darle continuidad a los trabajos y acuerdos logrados en el Sínodo, presidida por el Cardenal Claudio Hummes de Brasil. El 29 de junio pasado, fiesta de san Pedro y san Pablo, día del Papa, se constituyó la Conferencia Eclesial de la Amazonía, entidad con la que se busca dar un mayor servicio a la Iglesia y comunidades de esta región del mundo.
¿Cuál es el balance que usted hace de estos dos primeros años de su labor como cardenal de la Iglesia Católica?
En primer lugar, la creación de Cardenal se realizó en Roma el 28 de junio de 2018. Fue para mí una gracia inmerecida e inesperada
Inmerecida porque ser Cardenal de la Iglesia Católica nadie, en su sano juicio, se cree merecedor de la confianza del Santo Padre para ser su consejero en lo que él crea conveniente pedirme.
Inesperada porque ya estaba en mi etapa final de mi servicio pastoral como Arzobispo de Huancayo y por tanto me iba preparando para servir a la Iglesia en un lugar remoto de la Amazonía hasta cuando Dios quisiera. Además, todos los anteriores Cardenales del Perú, eran al mismo tiempo, Arzobispos de Lima y por eso mismo lo inesperado es haber escogido a un Arzobispo situado en la región andina.
¿Cuál es la novedad de este nuevo organismo eclesial? Explicada a la gente más sencilla.
Es única en la historia de la Iglesia. Abre horizontes nuevos a la evangelización. Es la expresión más genuina de la sinodalidad (caminar juntos). Y ésta es una de las características de la Iglesia para su permanente conversión a Dios, a los hermanos y hermanas y en su relación con la naturaleza, nuestra casa común.
El documento final del Sínodo “Nuevos caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral” (octubre 2019) señalaba la propuesta de elaborar un plan pastoral para toda la Amazonía. Para ello se acordó crear un Organismo pastoral que responda a esta necesidad.
Desde la finalización del Sínodo se conformó una Comisión promotora para este fin, presidida por el Cardenal Claudio Hummes de Brasil. El 29 de junio pasado, fiesta de san Pedro y san Pablo, día del Papa se constituyó la Conferencia Eclesial de la Amazonía.
¿Qué es una Conferencia? Sabemos que es una asociación de personas que se reúnen para reflexionar juntos desde la realidad y señalar las orientaciones para actuar en conjunto.
Existen Conferencias estables que perduran en el tiempo y otras que son temporales (de uno o más días). Hablamos entonces de una Conferencia estable y permanente.
Entonces hablamos de una Conferencia que agrupa, de manera estable, a personas de nueve países. Aquí ya hay una gran novedad.
Conferencia Eclesial porque todos los bautizados conformamos el Pueblo de Dios que es la Iglesia (Cfr. Vaticano II Constitución sobre la Iglesia Luz de las Gentes Capítulo 2) Y la Iglesia está conformada por obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos.
La novedad radica en que se ha conformado la primera Conferencia Eclesial porque incluye a representantes de los bautizados: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que representan al Pueblo de Dios en la Amazonía. Siempre en comunión con el Obispo de Roma.
Conferencia Eclesial de la Amazonía se refiere a una región determinada. La Amazonía es un territorio de siete millones y medio de kilómetros cuadrados. Está dividido en nueve países (Brasil 66%, Perú 13%, Bolivia 11%, Colombia 6%, Ecuador 2%, Venezuela 1% y Guayana, Surinam y Guyana francesa 1%) Está habitada por 33 millones de personas de las cuales 3 son miembros de las diversas comunidades indígenas amazónicas.
La Amazonía una de las grandes comunidades ecológicas del planeta. Es un bioma, un ecosistema vivo que produce el 20% del oxígeno del mundo.
Por su importancia para la humanidad el Papa Francisco nos dice: “Hay que cuidar unos de los pulmones del mundo como es la Amazonía” (LS 38)
La mayor riqueza de la Amazonía son los pueblos indígenas amazónicos. Son ellos los que durante siglos cuidaron el bosque, enriquecieron la biodiversidad con el intercambio de plantas. Su sabiduría ancestral los hace capaces de distinguir y aprovechar las plantas medicinales. Tienen su cosmovisión y sus tradiciones. Y son ellos los que participan activamente de la vida y la misión de la Iglesia.
Actualmente hay líderes indígenas a lo largo y ancho de la Amazonía que están ayudando enormemente a sensibilizar a la humanidad en la protección socio-ambiental. Son ellos los que han hecho sentir su presencia en el proceso sinodal con la milenaria de la riqueza de sus culturas y de la espiritualidad que fortalece sus vidas y sus costumbres en el cuidado de la vida y de su entorno natural.
Se ha hablado de la dimensión profética como parte importante de la misión de esta nueva entidad. En el momento en que vivimos en América Latina, ¿cómo se vuelve concreta esta dimensión?
La dimensión profética es inherente a la misión evangelizadora de la Iglesia. La profecía implica a su vez dos aspectos que se integran: la denuncia de toda injusticia social que afecta a la persona humana y al entorno natural y el anuncio de la superación de la problemática mediante una propuesta integradora como lo es la Ecología Integral a la que se refiere el Papa Francisco en la LS (capítulo IV).
La Conferencia Eclesial de la Amazonía estará vigilante para promover una acción conjunta de la Iglesia ante cualquier injusticia en la Región mediante la valiosa colaboración de la REPAM. Así mismo su labor consistirá en alentar a los Estados a respetar los derechos humanos de las personas y a salvaguardar el bioma amazónico. Sin duda tocará la raíz de la crisis socio-ambiental causado por la persona humana con su apetito voraz en la explotación irracional de los recursos naturales. Así mismo propondrá constantemente el diálogo entre todos los actores sociales para llegar a consensos de acción para asegurar el respeto a la persona y a todas las personas.
4. ¿Qué significa ser aliados con los pueblos indígenas hoy? ¿Cuál es la diferencia, si la hay, con el antes?
Siempre ha habido un compromiso de la Iglesia con los pueblos indígenas de la Amazonía, desde el inicio de la evangelización en el siglo XVI. Se intentó coordinar la labor pastoral en toda la región. Sin embargo, no se daban las condiciones mínimas para hacerlo de manera coordinada. Las distancias y la casi nula posibilidad de encuentros de diálogo impedían un trabajo coordinado y eficaz en el conjunto de la región. La posibilidad se dio en setiembre de 2014 cuando se propuso la creación de una Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM.
A partir de este trabajo en red se descubrió, para asombro de todos, la riqueza del trabajo de la Iglesia en la Amazonía con líderes de los mismos pueblos indígenas amazónicos, religiosas, laicos, sacerdotes y obispos. Los invisibles se dieron a conocer. Los excluidos fueron incluidos en el proceso evangelizador de la Iglesia universal. Los abandonados se sintieron acompañados.
Fueron conocidos numerosos líderes de los pueblos originarios. Descubrimos, por medio de la labor articuladora de la REPAM, el potencial evangelizador con la ayuda de la tecnología de la comunicación social. Ahora, en este tiempo de pandemia se ha acentuado la gran riqueza del proceso que estamos viviendo en tiempos de la pandemia del Coronavirus. Una prueba de ello es la constitución de la Conferencia Eclesial de la Amazonía.
La comprensión de la problemática socio ambiental y de las culturas originarias es una riqueza porque, a pesar de las diferencias entre las etnias en la Amazonía hay una impronta común de una vida sobria con en el cuidado especial por el entorno natural.
En este sentido las poblaciones indígenas amazónicas por medio de sus líderes han manifestado, en diversas ocasiones e incluso en la misma aula del Sínodo Amazónico que la Iglesia es y debe ser nuestra aliada. Esa expresión caló muy hondo en los participantes del Sínodo.
Entiendo que las poblaciones originarias de la Amazonía han confirmado su percepción que ahora la Iglesia Católica, bajo el liderazgo del Papa Francisco, se ha reafirmado en el acompañamiento cercano y solidario de las poblaciones indígenas con una clara actitud de protección y defensa de esta región rica en biodiversidad. Desde el punto de vista eclesial es, sin duda, un compromiso pastoral definitivo e irrenunciable de nuestra misión evangelizadora de dignificar y proteger la vida de las personas, especialmente las de aquellas que son descartables y excluidas de la sociedad.