Hoy, 18 de diciembre, celebramos el Día Internacional del Migrante, fecha proclamada por la Asamblea General de la ONU, que nos invita a la reflexión y a la vez, a impulsar el intercambio de experiencias y oportunidades de colaboración entre hermanos de las diferentes regiones del mundo.
De esta forma, los migrantes en todo el mundo contribuyen y aportan en la riqueza de todo nivel en los países en los que radican generando oportunidades de mutua colaboración.
En el Perú, un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el 2019, detalla la población extranjera que radica en nuestro país y esta asciende a un promedio de 963 528 personas que, en su mayoría, son de Venezuela. Es decir, del total mencionado, el 84,4 % son de Venezuela, 3,6 % de Colombia, 1,3 % de España, 1,0% de Estados Unidos, Ecuador y Argentina, 0,9 % de Chile y Brasil, 0,8 % de China, principalmente.
De esta manera, nuestra Arquidiócesis de Lima al igual que la Iglesia Universal, reconoce y acoge a cada uno de nuestros hermanos migrantes que viven actualmente en nuestra ciudad y agradece por todo el servicio que vienen desarrollando en favor de ella.
En ese sentido, nuestra Oficina de Prensa comparte con ustedes los testimonios de dos familias venezolanas que residen en nuestro país, contándonos un poco de sus anécdotas y las razones que los llevaron a buscar un horizonte distinto para sus familias.
Parroquia San Lázaro: Herybeth Zambrano.
Herybeth Zambrano Sánchez, es una joven venezolana que, actualmente participa en la parroquia San Lázaro del distrito del Rímac. Nos comenta los motivos por los que llegó a nuestro país, principalmente, en busca de mejores oportunidades: “una de las cosas que me motivó a salir de mi país es que este se encuentra en un colapso total de servicios públicos, desempleo, inseguridad, baja calidad de vida, con alto costo de los alimentos, medicinas y servicios médicos. Por ello, decidí venir a Perú, en un viaje de 8 días de camino, pasando por las fronteras de Colombia, Ecuador y Perú; y en cada una de ellas, Cáritas, ha estado con las manos abiertas ofreciéndonos medicinas, frazadas, ropa y supliendo las necesidades de cada persona”.
De esta manera, ya en el Perú, Herybeth recibe el apoyo de la parroquia del Rímac a cargo del padre Carlos Valderrama, quienes le ayudaron a establecerse y posteriormente, la joven, en respuesta a esa ayuda desinteresada, empieza a servir como voluntaria en los diferentes servicios que ofrecía la comunidad parroquial, especialmente, en tiempos de Pandemia.
“He colaborado ordenando alimentos y productos de higiene para armar canastas y donarlas a personas vulnerables. También he hecho voluntariado en el aseo y limpieza de la parroquia. Asimismo, he censado a personas desempleadas y tomando en cuenta cada una de sus necesidades. También he ayudado a descargar víveres, y hemos dado desayunos a los niños que viven cerca de la parroquia, junto al padre Carlos Valderrama”, señaló Herybeth.
Por otro lado, Herybeth, nos cuenta que, desde que llegó a nuestro país, se ha sentido acogida por nuestros compatriotas y resalta que lo que más le gusta de nuestro Perú son sus costumbres, su receptividad, su acogida y su deliciosa comida.
Finalmente, nuestra hermana venezolana, señala su infinito agradecimiento a Dios por permitirle vivir en el Perú y ser parte también de la comunidad de San Lázaro: “mis palabras hacia la Iglesia son de agradecimiento total, porque nos han apoyado con orientaciones, actividades de compartir experiencias entre latinos y ayuda a todas las personas vulnerables, tomando en cuenta a mi familia y a todos los migrantes. Muchas gracias y que Dios los siga bendiciendo”.
Parroquia San Juan María Vianney: Angie Arias y Kelvin Jiménez.
Angie Arias y Kelvin Jiménez, esposos miembros de la Comisión de Vida y Familia del Arzobispado de Lima, llegaron al Perú en el año 2018 y al igual que Herybeth, emigraron debido a la difícil situación que vivían en Venezuela, a fin de forjar un futuro esperanzador para su familia.
En ese sentido, los esposos nos comparten una anécdota que marcó su decisión: “nuestro hijo mayor, Diego, de 11 años, estaba en sexto grado de primaria y veía que sus compañeros no tenían ni siquiera qué desayunar. Era una situación bastante dolorosa, nosotros nos dimos cuenta de que él regalaba su desayuno a sus amigos, porque una vez llegó con mucha hambre, más de la normal, nos contó lo que pasaba y eso nos tocó. Veíamos cada vez a la gente subsistir, era una situación bastante difícil de manejar, sobre todos, para un niño y tomamos la decisión de vivir en otro país, en el cual nuestros hijos pudieran tener una infancia y una juventud donde desarrollarse”.
De esta manera, ya en Lima, Angie y Kelvin junto a sus pequeños hijos deciden renovar sus votos matrimoniales, reciben sus charlas en la parroquia San Juan María Vianney en el distrito de Magdalena, y es allí donde se abrieron paso a fortalecer su fe ante Dios y empezar un nuevo camino: “Empezamos a asistir a todas las reuniones pastorales y pasado el tiempo, recibimos el gran compromiso de liderar la Pastoral Familiar de la parroquia y acompañar a las familias durante la Pandemia, y hasta hoy estamos allí”.
Luego, los esposos fueron participando de las reuniones de su decanato, donde son partícipes del equipo de Comunicaciones y poco después, fueron conociendo más a la Iglesia de Lima, donde actualmente también son responsables del área de comunicaciones de la Pastoral de Vida y Familia.
“De manera oficial integramos la Comisión de Vida y Familia que, por petición del padre Manuel Morales, nos pide que la integremos y apoyemos en el área de comunicación. Actualmente nos sentimos muy honrados y felices de poder aportar nuestras ideas en el equipo de la comisión central de Vida y Familia del Arzobispado de Lima. Para nosotros, servir al Señor, ha constituido felicidad, crecimiento espiritual y, sobre todo, darnos la oportunidad de abrir los ojos para darnos cuenta de que, a pesar de las adversidades y tribulaciones, teniendo el Señor, es más sencillo llevar las cosas adelante”, señalaron los esposos.
De igual manera, Angie y Kelvin reafirman sentirse muy acogidos por nuestros hermanos que, si bien, hoy observan, por parte de algunos, cierto rechazo al ciudadano extranjero, rescatan que los peruanos, en su mayoría, son personas muy solidarias, nacionalistas y con mucha fe: “ En el Perú, en general, admiramos mucho de que, a pesar de las circunstancias, son un pueblo muy católico, religioso, apegado a sus costumbres, respetuoso, nacionalistas, lo cual es bonito, porque cada persona debe resaltar su cultura, transmitirla, ustedes, realmente, son un pueblo solidario y nos encanta la comida, es muy rica”.
Finalmente, los esposos Jiménez Arias, en el día del migrante, agradecen la acogida y a la vez, nos invitan a seguir trabajando en favor de nuestra Iglesia de Lima, manteniendo viva la fe en nuestro Señor: “la Iglesia de Lima tiene un desafío muy bonito que es utilizar la Palabra de Dios, para enseñarnos la manera en cómo podemos guiar a las personas que necesitan amor, apoyo en todos los aspectos; y buscar que el mensaje llegue a los demás, para que más personas también quieran ayudar, apoyar, dar una mano amiga a nosotros, los venezolanos y a todos los migrantes que llegan al Perú, en busca de unas nuevas oportunidades”.