Este VII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre en su alocución previa a la oración mariana del ángelus, nos recuerda que, “mientras nosotros intentamos quedarnos en lo ordinario de razonamientos utilitarios, Jesús nos pide abrirnos a lo extraordinario de un amor gratuito; mientras que nosotros tratamos siempre de igualar las cuentas, Cristo nos estimula a vivir el desequilibrio del amor”.
“El Señor nos propone salir de la lógica del provecho y no medir el amor en la balanza de los cálculos y de las conveniencias. Nos invita a no responder al mal con el mal, a osar en el bien, a arriesgar en el don, aunque recibamos poco o nada a cambio”, es esta la invitación del Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del ángelus, de este domingo, 19 de febrero de 2023.
¿Qué hacen de extraordinario?
Comentando las palabras que Jesús nos dirige en el Evangelio de este VII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre señaló que, estas palabras son exigentes y parecen paradójicas, ya que Él nos invita a poner la otra mejilla y amar incluso a los enemigos.
“Para nosotros es normal amar a los que nos aman y ser amigos de quien es nuestro amigo; sin embargo, Jesús nos provoca diciendo: si actúan de esta manera, «¿qué hacen de extraordinario?» (v. 47). ¿Qué hacen de extraordinario? Este es el punto sobre el que me gustaría atraer hoy su atención”.
Preferimos amar solamente a quien nos ama
El Papa Francisco explicando lo que significa “Extraordinario”, dijo que es aquello que va más allá de los límites de lo habitual, que supera las praxis habituales y los cálculos normales dictados por la prudencia.
“En general, nosotros en cambio tratamos de tener todo bastante en orden y bajo control, de forma que corresponda a nuestras expectativas: temiendo no recibir la reciprocidad o de exponernos demasiado y después quedar decepcionados, preferimos amar solamente a quien nos ama, hacer el bien solo a quien es bueno con nosotros, ser generosos solo con quien puede devolvernos el favor; y a quien nos trata mal respondemos con la misma moneda”.
El amor de Dios siempre es ‘extraordinario’.
Pero el Señor nos advierte, señala el Santo Padre, que actuar de esta manera no es suficiente, esto no es cristiano. Si nos quedamos en lo ordinario, en el balance entre dar y recibir, las cosas no cambian.
“Si Dios tuviera que seguir esta lógica, ¡no tendríamos esperanza de salvación! Pero, por suerte para nosotros, el amor de Dios siempre es ‘extraordinario’, es decir, va más allá de los criterios habituales con los que nosotros humanos vivimos nuestras relaciones”.
Las palabras de Jesús nos desafían.
En este sentido, el Papa Francisco indicó que, las palabras de Jesús nos desafían. Porque, mientras nosotros intentamos quedarnos en lo ordinario de razonamientos utilitarios, Él nos pide abrirnos a lo extraordinario de un amor gratuito; mientras que nosotros tratamos siempre de igualar las cuentas, Cristo nos estimula a vivir el desequilibrio del amor.
“No nos maravillemos de esto. Si Dios no se hubiera desequilibrado, nosotros nunca hubiéramos sido salvados: Jesús no hubiera venido a buscarnos mientras estábamos perdidos y alejados, no nos hubiera amado hasta el final, no hubiera abrazado la cruz por nosotros, que no merecíamos todo esto y no podíamos darle nada a cambio”.
El amor de Dios es un amor siempre en exceso.
Y citando la Carta del apóstol Pablo a los Romanos, en el que dice que, “Dios demuestra su amor hacia nosotros en el hecho que, mientras éramos todavía pecadores, Cristo murió por nosotros”, el Pontífice señala el extraordinario amor de Dios.
“Así es, Dios nos ama mientras somos pecadores, no porque seamos buenos o capaces de devolverle algo. El amor de Dios es un amor siempre en exceso, siempre más allá de los cálculos, siempre desproporcionado. Hoy nos pide también a nosotros vivir de esta manera, porque solo así lo testimoniaremos de verdad”.
El Señor nos invita a no responder al mal con el mal.
Finalmente, el Papa Francisco dijo que, hoy el Señor nos propone salir de la lógica del provecho y no medir el amor en la balanza de los cálculos y de las conveniencias. Nos invita a no responder al mal con el mal, a osar en el bien, a arriesgar en el don, aunque recibamos poco o nada a cambio.
“Porque es este amor que lentamente transforma los conflictos, acorta las distancias, supera las enemistades y sana las heridas del odio. Entonces podemos preguntarnos: yo, en mi vida, ¿sigo la lógica del provecho o la de la gratuidad? El amor extraordinario de Cristo no es fácil, pero es posible, es posible porque Él mismo nos ayuda donándonos el Espíritu Santo, su amor sin medida”.