Cerca de 3 mil personas acudieron a la Plaza Italia para ser parte de la Jornada Mundial de los Pobres, celebrada en el corazón de la capital limeña. Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, presidió la Celebración Eucarística y participó del almuerzo masivo.
La Plaza Italia, ubicada en el Cercado de Lima, fue el escenario elegido para albergar la III Jornada Mundial de los Pobres. Hasta aquí llegaron alrededor de 500 voluntarios de la Vicaría de la Pastoral Social y de la Dignidad Humana – Cáritas Lima, jóvenes del CAPU, religiosas de distintas congregaciones, la comunidad de Sant’Egidio, y muchas otras instituciones públicas y privadas.
La jornada inició desde muy temprano con una feria gratuita de servicios: asesoría legal y psicológica, servicios de salud, barbería y espectáculos en vivo. Al promediar el mediodía, la Parroquia Santa Ana acogió a la gran comunidad de los pobres de Lima, entre niños, jóvenes, mujeres y ancianos, para participar de la Celebración Eucarística.
Dar testimonio de Dios en situaciones de dificultad
«Todo América Latina, todo nuestro continente y nuestros pueblos salen a las calles porque hay distintos problemas que a todos nos agobian, especialmente las poblaciones que no tienen los recursos para pagar todo lo que adeudamos por el sistema en que vivimos», comentó Mons. Castillo al inicio de su homilía.
Ante situaciones de dificultad corremos el riesgo de asumir dos actitudes: miedo o desesperación. Ante el miedo surge la paralización, y ante la desesperación y el apuro la violencia: «El Señor nos dice que el cristiano debe aprender primero a discernir, a reflexionar – explicó el Arzobispo de Lima – en segundo lugar, a dar testimonio de que Dios nos ama y que nosotros somos sujetos de ese amor, somos transparencia de Dios. En tercer lugar, ser constantes y perseverantes en la fe para arreglar este mundo y cambiarlo definitivamente».
Eso es lo que queremos hoy día con la Jornada Mundial de los Pobres: dar testimonio de que es posible el amor, la solidaridad entre unos y otros, y ayudarnos mutuamente a reparar las heridas de los que más sufren.
Sin los pobres no hay humanidad
«El Papa Francisco nos dice claramente que en una situación de dificultad debemos dar testimonio del amor de Dios. Él ha puesto al pobre en el corazón de la esperanza de la humanidad, sin los pobres no hay humanidad, y por lo tanto, vamos a luchar contra la pobreza a través de la dignificación de las personas, a través del reconocimiento y la amistad, haciendo un mundo más justo», agregó.
Francisco ha querido reunirnos porque quiere que alcemos nuestra voz juntos, con delicadeza, inteligencia, sabiduría y amor pleno, pidiendo el cambio y la conversión de todos. Eso requiere constancia, paciencia, porque no vamos a proceder con violencia, pero sí vamos a proceder con firmeza.
Repensar nuestra manera de expresarnos religiosamente
Mons. Castillo indicó que para atender la pobreza que vive nuestro país no basta con recurrir a los servicios de asistencia. Se trata de que «toda la sociedad ponga su centro en los que más sufren». Por eso, para recuperar la «médula de la religiosidad popularidad» tenemos que repensar «nuestra manera de expresarnos religiosamente» desde la propia Iglesia:
«A veces estamos todo el día pensando en quién será el próximo jefe de la Hermandad, quién será el próximo obispo, y nos olvidamos de la gente. Eso tiene que cambiar, porque ese modo de ver las cosas no mira al pobre, sino mira a sí mismo y a sus ambiciones» – resaltó.
Necesitamos una Iglesia que haga que las personas no vivan en forma frívola, con mucho dinero repartido entre muy pocos. Necesitamos que esas riquezas estén al servicio de que todos vivamos dignamente.
Un país «mezclado» que no se conoce
Pese a que somos un pueblo diverso donde «conviven todas las culturas del mundo desde hace siglos», nos hemos habituado a cholear, negrear, y chinear – «Nos acostumbramos a despreciarnos y a no apreciar la valía que tenemos» porque aún «no nos conocemos, convivimos como desconocidos. Nos hemos mezclado sin conocernos y eso es uno de los problemas más serios».
Dios hace posible en nosotros una transformación radical y es quien mejor puede ayudar en esa transformación de la dignificación de los que más sufren
Crear un mundo donde el centro sea el pobre
Al término de la Celebración Eucarística, el Arzobispo de Lima compartió un almuerzo con los más de 3 mil asistentes en el Monasterio San José: «Tenemos que proponernos un país en donde la pobreza disminuya y todos vivamos con dignidad, y para eso necesitamos, no hacer desaparecer a los pobres, porque como personas son valiosísimas, incluso el Papa Francisco les llama ‘el tesoro de la Iglesia’, « – dijo antes de la bendición de los alimentos.
Para vivir con dignidad tenemos que hacer el esfuerzo de crear un mundo donde el centro sea el pobre, el centro sean las personas que tienen dificultades y necesidades.
La Jornada Mundial de los pobres, «La Iglesia en salida a la ciudad» contó con la colaboración de distintas instituciones: Encuentros (ONG Jesuita), ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados), Barrio Seguro, ONG Portando Sonrisas, y la Policía Nacional del Perú.
Este evento no hubiera sido posible sin el apoyo voluntario y desinteresado de varias comunidades como Las Siervas del Plan de Dios, la comunidad de Sant Egidio, la Hermandad de los Santos Apóstoles, estudiantes del Instituto de Cocina D Gallia, el equipo de voluntarios de Cáritas-Lima integrados por Pastorales Universitarias (PUCP, San Marcos, ESAN, UTP, San Ignacio de Loyola), pastorales juveniles y pastorales sociales.
Instituciones que participaron en la Feria de servicios: SISOL, Municipalidad de Lima, Ministerio de Trabajo, Comisaría de San Andrés, Ministerio de Defensa, INABIF, Centro de Emergencia Mujer, UNFPA, World Visión, ONG COOPI, Voces Ciudadanas, MINSA, Banda de la Policia y de la Marina de Guerra del Peru, entre otras.